Las coronas de von Tumalae

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Carnaval Isekai

Capítulo 4: Las coronas de von Tumalae


El sol se mostraba inclemente, ninguna nubecilla asomaba la tímida cara y por ello el astro rey reinaba tanto en el cielo como en las tranquilas aguas, que cegaban a los marineros al ver el reflejo en las mansas aguas.

A lo lejos parecía la cáscara de algún fruto seco, calmo llevado por la gentil brisa de los mares tan propensa a convertirse en tormenta que se traga embarcaciones y hombres. Todo eso era una ilusión ya que el barco era un hervidero de movimiento.

Todo buen capitán que se precie de sus años de experiencia, sabe que la holgazanería es la antesala a la insubordinación y al motín, para ello la solución era simple: trabajo constante y agotador. Todos los días la tripulación del Garañón de Estilia, se sometía a una rutina diseñada para hacer que los hombres estuvieran rendidos al caer la noche y se entregaran con más facilidad a los dominios del dios Mordious, el dios del sueño; todo para comenzar de nuevo con la llegada de una nueva jornada de trabajo sobre las aguas tan pacíficas como traicioneras.

Casi nada interrumpía esa rutina y este día en particular podría llamarse especial ya que algo rompió el habitual murmullo de los hombres hoscos y sudorosos en sus tareas diarias: el sonido de una flauta.

La melodía no era muy buena, pero se notaba el esfuerzo tras esos labios y esos dedos que no compaginaban para nada con los de los hombres de piel curtida por el sol y el ambiente salado.

―Oye, no tocas mal para ser un niño bonito.

―Gracias, hago lo que puedo.

―Pero necesitas mejorar un montón.

―¿Tienes alguna sugerencia?

―Sí, creo que podría ayudarte un poco.

El hombre se acercó a esa figura envuelta en una especie de hábito monacal y le sobó el antebrazo.

―¿Qué haces? Creí que me darías un consejo.

―Este es mi consejo: pórtate bien conmigo a menos que quieras problemas.

―Yo que tú, dejaría de tocar mi brazo.

―¿Qué dices?, es solo una muestra de cariño.

―Ya sabes lo que dicen: "del brazo al culo, solo hay un codo de distancia".

El hombrón se rió mostrando sus dientes chuecos y amarillentos.

―También dicen: "de la funda de la espada a la funda de tus bolas, solo hay una palma de distancia".

Esta vez el marinero no se rió, al ver el brillo frío en esos ojos azules y más al sentir como el filo de un puñal le pinchaba el escroto maloliente.

Su ceño fruncido pasó a uno de miedo al reconocer el pomo con forma de alas al final de la empuñadura, era la clara muestra de quien empuñaba ese filo era un caballero.

―Vete de una vez antes de que decida afilar mi espada corta con tu fea verga encapuchada o peor aún: decirle a tu capitán que estas de ocioso.

El hombre sudó frió, una alternativa o la otra le parecieron horribles. No quiso probar la mordedura cruel del látigo del capataz o arriesgar su virilidad. Dando un torpe asentimiento con la cabeza, se dio la vuelta y se alejó lo más rápido que pudo sin tener que correr.

El "niño bonito" enfundó el puñal, guardó su flauta y bajó un nivel, alejándose del calor que causaba el crujir tanto de la madera como la de las espaldas de los marineros.

isekai : Carnaval Isekai (de Bolivia para el mundo - completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora