Capitulo Dos - Reglas Muy Duras

343 32 1
                                    

Me pasé toda la noche pensando si Dante me estaría buscando. O al menos que notara mi ausencia para localizarme.
Estaba muerta de miedo. Ambrose era capaz de todo. Y más ahora que sabía que era un asesino.
Pensé de pronto que tenía que haber una forma de irme sin que Ambrose me matase. Pero seguía teniendo mucho miedo. Tenía planes de muerte hacia a mí, por confesarme que había matado a su propio hermano.
Sentí la puerta.
Intenté de hacerme la dormida para evitar que me hiciera algo. Sin embargo, olí el café y tostadas.
―Violeta, sé que estás despierta. Así que, levanta y desayuna. Quiero llevarte a pasear por el jardín ―dijo.
Pero no le dije nada. Ya que me dejó amordazada toda la noche.
―Cierto ―Ambrose fue hasta mi nuca y comenzó a quitar un candado que tenía puesta esa mordaza―. No hables.
Después me quitó las ataduras de mi cuerpo. Pero antes de darme cuenta, me puso unas esposas en las muñecas.
―Voy a atarte de otra forma. Pero eso será después del desayuno y antes del paseo ―dijo de nuevo.
Después de terminar de liberarme de aquello que me apretaba, me dio de desayunar. Cosa que no me apetecía.
Ambrose me dejó libre. Comentó que sería más cómodo para él, no tener que tirar de una correa.
Cuando caminamos por el jardín, me percaté que había hombres con mujeres azotándoles. También a la inversa. Me di cuenta de que Ambrose también se había convertido en un amo.
―¡Cómo! ―Exclamé.
―Aquí no hables hasta que estemos muy lejos.
―No me órdenes que
―Cállate o te castigaré. Y créeme que soy peor que mi hermano Román.
Y no hable más. Obedeciéndole enseguida.
Continuamos caminando, hasta que estuvimos más alejados.
Me senté en un banco de mármol y Ambrose me contempló desde donde estaba; lo que había escogido para torturarme. O al menos el lugar.
―Asesino ―susurré.
―¡Qué has dicho! ―exclamó.
―Asesino.
Ambrose se acercó a mí y me agarró por el cuello.
En segundos, comenzó a apretarme muy fuerte.
―Si fuera un asesino, ahora mismo te hubiera torturado y te hubiera matado por esos meses en prisión ―dijo.
Él dejó de apretarme el cuello y comencé a toser.
―Reza por qué no aplique mis normas sobre ti.
Pero no le dije nada. Solo levanté la mirada y vi que aquel lugar era mucho peor que la mansión donde Dante me quiso llevar la primera vez que me obtuvo en sus manos con sus chantajes.
―¿Cómo te iniciaste en esto? ―pregunté.
―¡Qué cómo me inicié! ―exclamó―. Di mejor que como me iniciaste.
Hizo una pausa. Él me quitó las esposas y me dijo:
―Tras salir, juré vengarme. Tras varios intentos de que tus padres te protegieran de mí, fui a varios clubs que poseían mazmorras de la ciudad.
"Cuando mis padres fallecieron hace unos meses, tuve el dinero suficiente para costearme a una sumisa.
"Pero al ver que el dinero se iba, invertí en un negocio para no perder nada de la herencia que dejaron mis padres. Mi forma de empezar en la dominación fue tras ver como uno de mis colegas de la cárcel dominaba a su mujer.
"Ahí pensé en cómo sería domarte y tenerte de rodillas. Pensé e imaginé como seria tu cuerpo tallado con látex y un arnés. O como sonaría la fusta sobre tu trasero.
Hizo una pausa pequeña.
―Pero Dante se interpuso en mi camino con mis fantasías sexuales.
"Él te tenía y aquel día en que os vi en el restaurante, comencé a odiarlo. Incluso sabiendo que él estaba cumpliendo esas fantasías que tenía sobre humillarte y tenerte de rodillas.
"La noticia de la boda me puso más furioso. Más aún viendo aquella foto de enamorados. Y lo que más me puso furioso fue saber que le mirabas con ojos de enamorada.
―Yo no estoy enamorada de Dante ―protesté.
―¡Ah no! ―exclamé―. Entonces dime una cosa. ¿Has pensado en mi hermano desde que te metes en su misma cama? ―preguntó―. O cuando follas con él.
Eso me dejó en duda. Pensé en todo aquello que me hacía sentir cuando me dominaba. ¿Sería eso cierto de que me había enamorado de Dante y por eso me negaba a mi misma ese sentimiento? Pero aún tenía esas dudas. Ya que no pensaba tanto en Román como antes.
Me levanté de aquel asiento y comencé a correr. Tenía que escapar y salvar a mi hijo del asesino de mis padres y de mi primer amor.
Pero antes de que me diera cuenta y diera un solo paso, Ambrose me atrapó.
―No debiste de hacer eso. Ahora voy a aplicar mis reglas sobre ti ―dijo.
―Suéltame.
Ambrose me giró en segundos y me puso algo sobre mi nariz.
Comencé a forcejear y él comenzó a presionar aún más fuerte mi pecho contra su torso.
Fui notando un ligero cosquilleo sobre mi nariz y los ojos me pesaban más que cuando me ponían anestesia para una operación.
Me quedé dormida en pocos segundos. Y comencé a notar como el pánico comenzaba a estar en mi interior.

La imagen de un ángel, apareció ante mis ojos, como su firma alguien que nos protegía. Pero el rostro de Dante, apareció como si fueran espigas sobre mi pecho.
Abrí lentamente los ojos.
Notaba mi cuerpo más pesado que cuando Ambrose me raptó.
Un gemido más ahogado me hizo abrir mis ojos de par en par. Porque me percaté que me había atado de nuevo.
―Voy a mostrarme que jamás volverás a escapar de mí.
Ambrose se puso ante mí. Pero quería saber cómo me había atado otra vez.
Tras una pequeña luz, vi que me tenía completamente inmovilizada. Me había momificado entera. Salvo en mis pechos, sexo y notaba algo en el trasero.
―Cuando un marido quería torturar a su esposa en el manicomio, siempre empleaba métodos muy duros ―dijo―. Entré esos métodos de tortura estaba el electroshock.
Forcejeé. Ya que sabía que ese método podría matar a mi bebe.
―Será divertido verte gemir por el dolor, mientras que otra sumisa es poseída y después se une junto a ti para un orgasmo
En pocos segundos, comencé a gemir por las descargas eléctricas, mientras que veía como Ambrose dominaba a otra mujer.
Cuando terminó de dominarla a ella, vino hasta a mí y me hizo lo mismo. Salvo que a mí no me penetró. Solo me torturó.
Me preguntaba como estaría mi bebe. Solo espero que Ambrose pague todo esto que ha hecho y que está haciendo. Incluso la muerte de mis padres y de Román.
Tras llegar a otro orgasmo con la sumisa, Ambrose se marchó de aquel lugar. Dejándome tal y como me había atado. Momificada y sin nada que hacer y cómo moverme.
Solo espero que Dante se esté dando cuenta de mi ausencia.

El Paraiso Dónde Decidí Quedarme (Cicatrices #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora