Capítulo Seis - Pensar en Esa Nueva Vida

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Pasó un mes después.
Hice una vida normal yendo a trabar a la asociación de los padres de Dante.
Él en cambio, no dio señales de vida. Se negó un par de veces a darme el divorcio. Por lo que no hice nada. Solo para dejar pasar el tiempo. Aunque reconocía que echaba de menos las caricias de Dante. Pero nada iba a cambiar con respecto a la decisión de ser libre.
Aquella mañana me dispuse a ir a trabajar. Ese día tenía que tratar a Ángelo. Y ya me era difícil decirle que no íbamos a adoptarlo. Pero que sería su mejor amiga hasta que fuera adoptado por otra familia.
Catalina lo llevo a mi despacho y el niño fue directamente a jugar. Le dije a la niñera que se marchara y lo hizo. Después fui hasta Ángelo y comencé a jugar con él. Donde comenzamos a hacer un puzle juntos.
Lo vi tan tranquilo que no quise decirle nada. Por lo que guardé total silencio.
La puerta de mi despacho sonó al cabo de media hora.
En pocos segundos, la puerta se abrió y mi cara cambió al ver a Dante frente a ella.
―¿Qué haces aquí? ―le pregunté.
―He venido a hablar contigo ―dijo.
Dante entró y cerró la puerta. En breve, caminó hasta nosotros.
Ante Ángelo y a mí, él se puso de rodillas para ayudar a montar el puzle y me dijo:
―Siento no haber respondido a las llamadas de tu abogado. Pero te he dado tiempo para que podamos hablar de lo nuestro.
No le dije nada. Solo quise escuchar lo que tenía que decirme.
―Quería ver si después de este mes, querías seguir divorciándote de mí.
Y no quería hacerlo. Pero él me dejo muy claro el último día en que nos vimos que no quería verme. Al menos cuando no me paró para retenerme a su lado.
―Campione, vuoi venire con me e mamma a mangiare ―dijo en italiano.
―Dante, no soy su madre ―repliqué.
―Pero lo serás. Quiero que vuelvas a mi lado, Violeta.
Me levanté para separarme del niño y Dante hizo lo mismo.
―Este mes ha sido muy largo, Dante. He estado pensando y mucho. Las cosas no se arreglan así como así.
―Lo sé. Pero lo que comenzó como un juego y un capricho, se ha convertido en amor. Eres la mujer que me ha robado el corazón.
Pero no le dije nada.
―El día en que mis padres te conocieron, mi madre me hablo de asentar la cabeza y formar por fin una familia. Sigues siendo esa mujer con la cual quiero formarla. Y ya me da igual que solo entraras en mi vida el día en que entraste a robar a la casa de mis padres, Violeta.
No le dije nada.
―Quiero formar una familia. La prueba está en que quiero adoptar al pequeño Ángelo ―dijo de nuevo―. Vayamos a comer y hablamos tranquilamente, Violeta.
Asentí.
Sabía que si iba a comer con él, seria bajo sus reglas. Pero esta vez iba Ángelo. Supongo que querrá hablar solamente.
Dante se giró hacia el pequeño y le dijo:
― Tesoro, ti starai di fatto con mamma e papà che mangiano al ristorante.
El niño saltó de alegría y sonreí. No me quedó más remedio que agachar la cabeza y decir:
―Está bien. Iré. Pero iré si no haces nada mientras que comemos.
―No lo haré ―me respondió―. Va a estar Ángelo delante. No podre violarte o hacerte el amor.
Hicimos una pequeña pausa:
―Ve con el niño hasta el coche. Voy a prepararme.
―Va bene ―dijo él.
Ambos se marcharon y yo pensé por un momento las cosas. No sabía si estaba haciendo bien. Pero si quería hablar, tenía que escuchar lo que tenía que decirme.
Cogí mi bolso y salí del despacho.
En cuanto los vi a los dos juntos en pocos minutos, algo sentí en mi pecho.
Cuando llegué ante ellos, me monté en el coche sin decir nada.
Ángelo y Dante se montaron detrás de mí. Pero fue un segundo que escuche por lo bajo en italiano:
―La mia bellissima moglie. Voy a poseerte y no podrás escapar de mí.
Cuando el coche comenzó a moverse, miré a Dante. Que no me quitaba la mirada de encima. Y era una de esas miradas que tenía cuando quería poseerme en el instante. Y ya se estaba conteniendo demasiado delante del niño.
En el restaurante, Dante se comportó con el niño como si fuera su propio padre. Yo solo le estuve observando.
Dante y yo estuvimos hablando, mientras que Ángelo estuvo comiendo con mucho apetito.
Las condiciones de Dante para estar con él eran las mismas. Aunque yo también había puesto mis propias reglas sobre la mesa. Y él aceptó sin más.
Una hora más tarde, dejamos a Ángelo en la asociación y yo regresé a mi departamento. Aquel que alquile hace un mes con el dinero de mis padres.
Ahí, hice pasar a Dante por un momento y él solo replicó que al día siguiente me iría de nuevo a su casa.
Por un momento pensé que lo tenía todo bajo control. Pero Dante, tomó el control y me poseyó como si hubiera pasado mil años desde que no lo hacía.
Aquella noche nos reconciliamos. Aunque aún no sabía lo que sentía por él. Ya que seguía confusa al ver a un nuevo Dante ante mis ojos.

El Paraiso Dónde Decidí Quedarme (Cicatrices #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora