Capítulo Cinco - Respirar Aire Fresco

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Pasaron algunas semanas.
La espera con el juicio se hizo larga y mi día a día con Dante era más distante.
Aquella noche en la que desobedecí una orden suya, regresé tarde de dar un paseo por las calles de la ciudad. Y cuando entré en la casa, Dante estaba borracho y diciendo cosas como las "que no me marchara" o "que era hermosa" o "la última fue que se había enamorado de mí y que era su única droga para poder sobrevivir." Pero aun así, quería marcharme porque mis sentimientos aún continuaban confusos y no podía estar a su lado, hasta que estar segura de ellos.
Antes del juicio, decidí no renunciar a la herencia de mis padres. Ya que sabía que era lo único que había heredado de ellos y es lo que tenía como recuerdo a su memoria. Por lo que con ese dinero, alquilé un departamento en la ciudad para poder cada día a la asociación.
Las visitas de Dante eran constantes. Pero hubo tres ocasiones en las cuales domino mis sentidos y me poseyó sin ninguna cuerda con la cual obligarme a hacer algo que no quería. Ya que él sabía que yo si quería que me tocase. Y más cuando sabía que tenía dominio de mi cuerpo tanto como yo del suyo.
La última vez que me poseyó me pidió que me fuera de nuevo a vivir con él y eso hice. Por lo menos, hasta que el juicio pasase.
Aquella mañana, me dispuse con la abogada de mi esposo a ir al juzgado para el juicio con Ambrose.
En la puerta de los juzgados, Dante estuvo constantemente a mi lado. Hasta que Ambrose llegó escoltado por policías.
Su mirada asesina me dio un escalofrío terrible por todo el cuerpo.
Entramos en el juzgado y comencé a pensar en todo. Incluso en la decisión que había tonado el día en que me dieron de alta en el hospital.
Tras declarar lo que pasó, me sentí más aliviada.
Ambrose declaró y nuestra abogada le hizo preguntas que fueron aclarando las cosas que sucedieron cuando Román y mis padres fueron asesinados. Y fue el odio que sentía él por su hermano gemelo lo que hizo que lo asesinara.
Tras una larga reflexión, el juez le declaro culpable y le sentencio a cuarenta años de cárcel sin posibilidad de fianza. Más que cuando me agredió a mí.
En esos momentos me sentí aliviada por qué se hizo justicia al fin. Por otro lado, todo ya terminó.
Salimos del juzgado y la mirada de Dante ya era diferente a esos días atrás. Era una mirada ausente. Ya que aquella mañana ordené que lo poco que me había llevado para su casa aquel día en que me dijo que me fuera a su lado hasta el día del juicio, fuera recogido y que hicieran mis maletas. Y la di antes de salir al juzgado.
Mi marido y yo nos marchamos del juzgado cuando nos despedimos de nuestra abogada. Pero en el coche no le dije ninguna palabra. Porque sabía que íbamos a discutir porque Dante quería que me quedase a su lado.

Cuando llegamos a casa, las maletas estaban al pie de las escaleras y Cosme me dijo que algunas cosas las había llevado personalmente a mi departamento.
Dante me miró como una extraña. Pero él sabía que esto tenía que suceder.
―Déjame a solas con mi esposa, Cosme ―dijo.
Cosme asintió.
Después, él se marchó y me dejó a solas con Dante.
―Quédate por favor ―me suplicó.
―No puedo Dante. Tú ya sabes cómo empezó lo nuestro y yo no debería de estar en esta posición. La misma que tenía mis padres antes de fallecer y que he tenido la cortesía de recuperar. Yo solo voy a ser para ti y para tu hermana, la ladrona que entró una vez a robar en la casa de tus padres.
Hice una breve pausa.
―Dante, quiero el divorcio. Y cuanto antes mejor.
Pero él se quedó callado y la mejor forma, era dejar que el tiempo pasara de alguna manera.
Cogí mis maletas y caminé hasta la salida de la casa.
Pero Dante no hizo nada. Supuse que me había dejado marchar por qué no tenía otra opción. Me hubiera quedado si me hubiera frenado de nuevo y me hubiera besado. Pero no lo hizo. Solo me observó marchar.
En pocos segundos, me monté en el coche y en breve, miré hacia la ventana. Dante me observaba marchar y yo estaba dejando atrás el propio paraíso que había construido en estas largas semanas a su lado. Pero también una vida que ya estaba construida. Y sabía que la vida con Dante no había sido fácil. Solo nos habíamos dejado llevar por lo que nuestro instinto quiso. Uno que estuvo, estaba y no sé si estará lleno de pasión.

El Paraiso Dónde Decidí Quedarme (Cicatrices #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora