Ya ni el maquillaje podía tapar mis moretones, o cicatrices.
No podía aguantar más, ya no me quedaban más lágrimas que llorar.
El peso de esos años doblaban mi edad.
En cada rincón hubo un bofetón.
Solía decirme que eso no había pasado, que lo olvidaría, o que al siguiente día habría cambiado. Que tú habrías cambiado y esto sería un horrible recuerdo. Pensaba que me querías, y que no habría más heridas, pero sobretodo que podríamos ser felices de nuevo.
Pero seguías callando mis lamentos con brutalidad.