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Mis manos temblaban.

El mango del utensilio raspaba mis manos. Pero ya tenía una gran tolerancia hacia el dolor.

Tu respiración era tranquila. Te miré por varios minutos, parecías un ángel.

Pero incluso los ángeles tiene sus habilidades macabras. Y tú llevaste eso a nuevos extremos.

Un corte.

Dos.

Tres.

Cuatro.

Perdí la cuenta al onceabo corte.

Mis manos estaban calientes. Y mi ropa empapada.

No pude evitar que una sonrisa se asomara en mi rostro.

bruises //m.cDonde viven las historias. Descúbrelo ahora