CAPITULO 29

143 14 1
                                    

Dayla

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Dayla

Luce descompuesto luego de una extensa revelación de tristeza. No sabía cómo comportarme, así que opté por sostenerlo en todo momento. Cumplí la promesa de estar a su lado en este momento difícil, si bien no quiso darme detalles, lo único que pude saber es que ella fue la chica de la cascada; su hermanita pequeña.

Una chica preciosa que tiene el privilegio de vivir en paz como absoluta alma. Me atrevo a decir que su felicidad se encontrará en otra vida, no podría ser diferente.

— Está todo bien—digo sin abandonar la caricia en su cabellera.

Lo acompañé a un departamento, incluso me permití entrar a un dormitorio donde él apoyo su cabeza en mi regazo para dormir plácidamente. Sin pensarlo mucho más, sus ojos se cerraron mientras yo aquí sentada, no dejo de sentirme mal por él.

Es inusual pensar en otra persona que no sea yo misma.

♫for me

you will never

anyone.

La letra de la canción sigue pegando fuertemente desde la primera vez que la oí.

No puedo, no debo.

Mi respuesta tiene que esperar. Debemos dejar de brindar ilusiones si nuestras batallas aún no están terminadas. Cuando mi pasado quede claro, puede que él siga queriendo....

¡No! No a las esperanzas vacías, no a los sentimientos, no al futuro incierto.

Él merece a alguien completo quién no dude en decirle que lo quiere. Por eso mismo, no puedo siquiera pensar en expresar más.

Acuesto su cabeza en la cama, mientras yo salgo del cuarto por un vaso de agua. Consigo uno y sin intención alguna tarareo la canción de Azier.

— ¿Qué haces aquí? — Anne profiere.

Lamento que pocas fueron las opciones del propietario de este hogar.

—Cuido de Azier.

— ¿Te preocupas? — concibe un tono tan asombrado, que me es imposible no detener mi movimiento, tomando un sonoro suspiro y sin responder me encamino al lugar de antes.

— ¿Realmente te importa?

— Sí— no vacilo al decirlo.

— No te importa que duerma conmigo.

— ¿Cómo duermen? ¿Abrazados o encima del otro? — aguanto la risa.

— Eres...

— Soy exacta.

Y tan exacta que no me preocupo por cerrar la puerta en sus narices con una sola inclinación de mi brazo.

— Es mi habitación—gruñe mi querida Anne.

Cerebro vs Corazón © (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora