Casados

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Y mire por la venta de nuestra habitación, solo el sol se veía reflejado en la ventana y los rayos de luz iluminaban el piso. Había visto esa luz muchas otras veces donde Aoi y yo despertabamos abrazados y muchas veces ahora conmigo mismo viendo la ventana.  Esperando a Aoi que me ayudara a bajar de la cama.

–Buenos días –Aoi asomo su rostro por la puerta con una sonrisa en el rostro.

Abrió la puerta totalmente y se dejó ver por completo, llevaba puesto un mandil de cocina y el cabello ligeramente largo en una coleta.

–Hola –sonreí ligeramente después de sentir mi voz pastosa y lenta –¿Cómo estás?

– De maravilla –camino hacia mi cama y plantó un beso en mi frente para después comenzar a masajear mis pies y manos para bajarme de la cama –¿Dormiste bien? Desperté antes y me comencé a preparar el desayuno, anoche llegaron Kouyou y Takanori de su viaje de aniversario y decidieron venir a desayunar, ¿recuerdas?

Él me abrazó haciendo que quedara sentado en la cama para después bajar mis piernas.

–¿Vendrá Kai? –trate de mantener erguida mi cabeza para poder preguntarle.

–Sí, él también va a venir –me miró con una sonrisa a la vez que terminaba de colocar calcetines en mis pies.

–Genial –respire profundamente y comenzamos nuestro día.

Mis piernas ya no tenían suficiente fuerza, más allá de la que tenían la noche que comencé a usar silla de ruedas. Ahora dependía más de ella, solo me libraba de ella para dormir, para el momento de bañarme y quizá para ir al baño. Ni eso podía hacer ahora.

Mi brazo izquierdo perdió toda su fuerza y parecía un hilo colgante; solo funcionaba mi mano derecha, aún podía escribir un poco o mover mi mano sobre un comando de botones o un mouse de computadora.

A la hora de la comida, había sustituido el par de palillos por un tenedor y cuchara con manga ancha, además de una dieta especial, mi peso había disminuido y debía mantenerme a raya.

No sólo mi vida se había hecho distinta. También de la gente que me rodeaba. En especial la de Aoi, que se dividía entre el trabajo de la banda, el atenderme en cada necesidad y el trabajo del hogar. Decía que ninguna enfermera hacia las cosas como debía, pero siempre había una para los días en los que él no estaba o pasaba mucho en el trabajo.

Los chicos habían seguido el trabajo, después de todo no podía detenerse por mí. Era doloroso, los demos que grave dejaron de ser suficientes, tenían que preparar cosas nuevas y después de tantas audiciones un chico extranjero accedió a ser el sonido de nuestro bajo. Faltaba cubrir el rostro, y eso aún debatían seriamente.

Ninguno quería hacer eso, era poner una máscara en una persona, pero ¿teníamos otra opción? Realmente sí la teníamos pero no quería que los chicos la tomaran, eso me descartaría por completo el corazón. Yo sabía que al final elegirían la opción más correcta para todos.

Al fin de todo, en mi cabeza solo existía un problema, uno cuya decisión sería la más importante de todas.

–¿Y bien? ¿Para cuándo será la boda? –Ruki nos miró a Aoi y a mi y ambos no pudimos evitar reír ligeramente.

La boda.

–El juez aún no aprueba la petición –dije con voz tranquila. Aoi asintió y tomó mi mano izquierda. Sentía su calor.

–La verdad, esta tardando mucho, pensamos seria rápida la aprobación, así como la de ustedes.

–No pasa nada, una vez que esté aprobada elijan un país que lo valide y listo –Kai sonrió para nosotros. La sonrisa de Kai siempre nos animaba.

Devuelveme el corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora