Negación

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"Es ahora o nunca"

Eso me dijo Aoi la mañana de aquel sábado cuando me costó mucho levantarme de la cama, más aún porque se había hecho más difícil todo para mi. Caminar se había vuelto complicado; mis pies no reaccionaban a mis pasos y cuando lo hacían en ocasiones no coordinaba. La mayoría de las veces dejaba de caminar antes de caerme, el resto de las ocasiones caía al piso.

Tenia que admitir que la enfermedad estaba ganando partido en mi vida, literalmente estaba ganando. Aunque habla comenzando con terapia física y tanto mi alimentación como mis hábitos se habían modificado por la misma, ahora parecían cederle el paso por completo. Y claro, era algo que tarde o temprano pasaría, pero estaba pasando muy temprano.

Tanto que me asustaba.

Era ahora o nunca. El momento de contarle a los demás que era lo que tenía mi cuerpo, que era aquello que me impedía ir a trabajar tres veces a la semana; que era aquello que me hacía equivocarme en algunos ensayos y tener que reiniciar todo desde 0. Tenía que hacerlo porque no sabía en qué momento comenzaría a depender de una silla de ruedas.

Porque a ellos ya no podría ocultarselos. Y quizá, más adelante ni siquiera tendría la oportunidad de decirles por mi propia boca que sucedía en mi cuerpo.

Tenía tanto miedo.

Decidí que sería ese día. Al terminar nuestra reunión sobre la elección de canciones y arte para el nuevo álbum. Aprovechar el buen humor que había en la mesa y que no había tenido ningún percance que mermara mi ánimo.

Mire a los chicos, uno a uno antes de comenzar a hablar. Mire como Ruki y Uruha se sonreían y como este último le besaba el dorso de la mano, donde reposaba un anillo de compromiso. Se miraban tan felices.

Mire a Kai que de nuevo estaba leyendo la elección de los temas, a la vez que con la mano libre que tenía fingía sostener una baqueta y golpear la mesa, por ratos se detenía, por ratos seguía. Con una enorme sonrisa en el rostro.

Y mire por último a Aoi, él me miraba a mí, en sus ojos podía leer que sabía bien que yo tenía muchísimo miedo. Pero también leía palabras de aliento para hacerlo. Para afrontarlo.

–Ahm, chicos... tengo que decirles algo muy importante, un tema del que necesitamos hablar –mi voz tembló un poco, pero a pesar de eso sonó fuerte. Decidida. 

Todos posaron sus ojos en mi. Kai dejó las hojas en la mesa; Uruha y Ruki siguieron sostenidos de la mano.

–Adelante Akira... –Uruha suavizó su mirada, entendió que quería decir. Después de todo solo él y Aoi sabían de la enfermedad.

–Muy bien... –respire profundamente y mire mis manos, temblando. No era fácil pero tenía que hacerlo –hace poco más de medio año, sucedió algo en mi cuerpo, no le di importancia pero...

Ahora o nunca.

Porque mañana podría ser muy tarde para mi.

***

Ruki

–¡No tenías que vivir esta batalla solo! – le señalé con mi dedo índice tembloroso, todo mi cuerpo estaba temblando de rabia, de miedo. También lloraba, aunque no tanto como él, no imaginaba lo que sentía él  –¿¡Cuando carajo pensabas decirnoslo!? ¿Cuando ya no te pudieras mover? ¿Cuándo ya no pudieras hablar? ¿O moverte? ¿O respirar?

Nadie dijo más nada.

Era el único haciendo escándalo. La noticia parecía haber sido solo nueva para mi y para Kai, ni Aoi y Uruha se mostraban impactados, más bien su apariencia era de alivio. Ahora todos lo sabíamos.

–Pudieron haber dicho algo, ¿no? –esta vez mire a Aoi y a Uruha–. Tú cómo su novio y tú como su mejor amigo ¿Acaso no les valía su vida?

Mi voz estaba siendo bastante dura. Ambos suspiraron, pero ninguno habló. El que hablo fue Kai.

–Bueno, yo creo que él es un adulto y su decisión fue no decirnos... yo la respeto –suspiro y llevo la mano derecha a su propio cabello despeinando este –me molesta, obviamente, pues me hace pensar totalmente en que a pesar de tantos años juntos no nos tiene la confianza necesaria para decirnos algo tan importante como eso... pero, lo dijo ahora, y si lo hizo es porque necesita nuestro apoyo y yo, como su amigo estoy dispuesto a dárselo.

Una sonrisa brotó de la boca de Reita y un ligero gracias de la boca de Aoi acompañado de un apretón en la muñeca de Aoi a Reita.

–¡Pues yo no! –tire las cosas de la mesa, ahora era totalmente furia la que invadía mi cuerpo.

–Ey... –Uruha estiró su mano para tomar la mía de nuevo, yo la aparté.

–No, nada de Ey –le grité y volví de nuevo mi voz fuerte a Reita –ha pasado más de medio año desde que sentiste por primera vez lo síntomas, si nos lo hubieras dicho antes podríamos haberte ayudado, buscar médicos... ¡Ser útiles! ¡NO TENIAS QUE ALEJARNOS DE TI! ¡SOMOS TUS AMIGOS, SOMOS TU FAMILIA!

Los ojos de Reita se abrieron totalmente así como su boca formando una mueca de sorpresa. Seguramente no lo había pensado o por eso mismo no nos lo había dicho.

–Ruki... Takanori... –trato de articular un par de palabras y se puso de pie, en ese momento volvió a suceder. Sus piernas fallaron y cayó sentando en la silla.

No sabía si por la enfermedad o por la oleada de emociones y llanto que sentía él ahora.

Aoi se puso de pie para auxiliarlo pero él negó con fuerza moviendo su cabeza de un lago a otro.

Limpie las lágrimas de mis ojos y me di la vuelta para salir de ahí.

Me estaba doliendo mucho.

Salí cerrando la puerta tras de mí y caminé lo más rápido que pude hasta la azotea que nos servía de área de distracción. Y lloré con más fuerza.

No sabía con certeza que me dolía más: saber que aquel chico que conocí desde la adolescencia estaba pasando por un momento fatal y crítico en su vida o que no haya tenido la confianza de contarnos. Estaba siendo totalmente egoísta por gritarle y huir, no tenía excusa, solo me dolía.

¿Cómo podía hacerme llamar su amigo si ni siquiera podía brindarle el apoyo que necesitaba?

Paso mucho tiempo, no sabía con certeza  cuánto cuando vi un par de estrellas fugaces pasar por el cielo estrellado. Mi cabeza latía totalmente, todo por el dolor ocasionado por las lágrimas. Por el temor a perder a una de las personas más importantes de mi vida.

–Tienes que aceptarlo –la voz de Uruha se escuchó en mi oído a la vez que sus brazos rodeaban mi cuerpo, no había sentido el frío que hacía hasta que él hizo aquello –él acepto ya su destino, nos queda apoyarlo. Darle todo lo que podamos, somos familia, tú mismo lo dijiste.

–Tengo miedo –como pude me di la vuelta sin soltarme de su agarre y oculte mi cabeza en su pecho –no quiero que muera...

–No lo hará, tranquilo –planto un beso en mi coronilla y acaricio mi espalda con su mano derecha a manera de consuelo –él es fuerte, nos tiene a nosotros y todo estará bien.

Devuelveme el corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora