—Erick, hay una mujer en la mesa de allá que no nos ha quitado los ojos de encima desde que llegamos.
—¿Qué mujer?
—La de cabello rubio y rizado.
Erick volteó al instante para ver a quién se refería Nidia. Quedó petrificado. Se trataba de Kristel, la antropóloga inglesa que conoció en la plaza de armas de Lima y con la cual tuvo una fugaz y tormentosa aventura sexual.
—¿La conoces, Erick?
—N-no, no la conozco — tartamudeó.
—Pero viene para acá, a nuestra mesa.
Erick quería que la tierra se abriera y lo tragara, o mejor aún, que se tragara a Kristel para impedir que llegara hasta la mesa y lo echara todo a perder.
—¡Hola, Erick! Me alegra volver a verte —dijo Kristel acariciándole la espalda.
—Bueno, creo que sí se conocen —dijo Nidia subiendo las cejas.
—Kristel, no pensé que fueras tú. Tenía entendido que ibas para Vilcashuaman con tus colegas antropólogos.
—Sí, mi querido francés, ese era el plan, pero tuvimos un percance en Ayacucho y... ¿no me presentas a tu amiguita?
—Kristel, ella es Nidia. La conocí hoy, bueno, más bien me tropecé con ella hoy. Derramé su café y hemos venido por otro.
—¡Pero qué romántico! Te tropezaste accidentalmente con ella, como en las películas.
—Es que Erick sostenía el mapa al revés cuando tropezó conmigo— aclaró Nidia sonriendo ingenuamente.
—Entiendo, Erick es tan despistado. Yo, al igual que tú, fui su guía turística su primera noche en Lima.
Nidia simplemente se limitó a sonreír. Erick, muy nervioso, intentó salvar la situación aclarando cómo habían sucedido las cosas:
—Conocí a Kristel, en la plaza de armas de Lima, ella se ofreció a mostrarme el centro histórico.
—¿Y no le vas a contar a tu amiga peruana lo que pasó después, Erick? — preguntó Kristel cruzada de brazos.
—Discúlpenme un momento, debo atender una llamada de mi novio —interrumpió Nidia levantándose rápido de la mesa.
Cuando Nidia se retiró para atender la llamada, Erick confrontó a Kristel. Estaba muy enojado con ella por su actitud.
—¿Qué te propones, Kristel? ¿por qué me haces ésto?
—¿Temes que tu dulce amiguita se entere que hicimos aquella noche en Lima?
—¡No te atrevas!
—No tienes oportunidad con ella, es una mujer comprometida. Ya la oíste, acaba de recibir una llamada de su novio.
—No busco ninguna oportunidad con Nidia, no lo que tú supones. Ella sólo está siendo muy amable conmigo y yo sólo quiero ser su amigo.
Kristel frunció la boca y miró a Erick con ojos fulminantes.
—¿Recuerdas lo que te dije después de salir del museo del Pisco?
— Hablabas sin parar, me dijiste tantas cosas.
—Antes de despedirnos yo te di una profecía...
—¿Profecía? ¿De qué hablas, Kristel? ¿estás ebria?
—Estoy muy sobria ¡qué mala memoria tienes, Erick Lardé.
—¡Dilo de una buena vez!
—Te profeticé que encontrarías una doncella inca, y que te casarías con ella
Erick comenzó dio un sorbo al café y comenzó a reír.
—Anda, búrlate, pero esa es chica de la cual te hablé.
—¡No digas tonterías, Kristel!
—No me crees pero así es. Y antes que te acuestes con ella te vas a acostar conmigo.
—¡Estás loca! Yo no voy a acostarme con Nidia. Además ya tuve sexo contigo, bajo estado de ebriedad por ingerir demasiado pisco.
—Lo que hicimos esa noche quedó inconcluso. Me debes algo más completo e integral.
—¡Estás loca!
—¡Sí, loca por ti, Erick Lardé! Allá viene tu doncella inca, terminó de hablar por teléfono. O te vienes conmigo o le cuento lo que hicimos en la oscuridad de aquel parque en el centro histórico de Lima —sentenció Kristel con su marcado acento británico.
—No puedo ir contigo. Me estoy hospedando con ella en un hostal.
—¿En habitaciones separadas?
—¡Claro que en habitaciones separadas! Además tenemos que madrugar para la caminata hacia Machu Picchu.
—Excusas. Tendrás sexo conmigo en el hotel donde yo me hospedo y luego volverás al hostal con ella.
—Pero...
—Hazlo. Si no vienes conmigo le contaré todo.
Erick estaba literalmente entre la inglesa y la pared. No quería que le contara a Nidia sobre su fugaz y turbulenta aventura en Lima, así que no tuvo más remedio que aceptar su chantaje.
—Nidia, debo ayudar a Kristel con algo así que llegaré al hostal en un par de horas.
—No hay problema, Erick. Apenas son las siete de la noche, tómense el tiempo necesario, yo tengo que volver al hostal para ultimar detalles con los ingenieros y conectarme en una videollamada hasta Lima— sonrió.
—Te prometo que llegaré en un par de horas.
—Sí, Erick, no te preocupes ¡diviértanse!
—¡Claro que sí, lo haremos! —dijo Kristel colgándose triunfante del brazo de Erick.
Nidia se colgó su bolso tejido y volvió tranquilamente al hostal, mientras Erick se alejaba junto a la rubia inglesa a cumplir con lo prometido, o más bien como quien camina resignado hacia el patíbulo.
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©ERICK LARDÉ, AVENTURA EN EL VALLE DE LOS INCAS
AventuraUn joven novelista francés fascinado con la cultura inca viaja a Perú para recorrer el valle sagrado de los incas. En el trayecto se encuentra con un grupo de turistas de diversas nacionalidades con quienes vive una serie de emocionantes aventuras.