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‣Un verdadero caballero, te lleva flores en cada salida, siendo estas, tus favoritas. ☆*: .。

Acenix comprobaba miles de veces (por así decirlo) su vestimenta frente al espejo de su habitación. Dio media vuelta y peinó sus alborotados mechones plomos con suavidad. Sonrió de frente al resultado.

Aún faltaban veinte minutos para la primera de nueve citas a las que se comprometió. Estaba más que decir que se sentía nervioso, salir con alguien tan precioso delante de todo el mundo, es algo que jamás pensó en su vida lograr. Por suerte, Víctor le escribió horas antes de que no se preocupara por el lugar a donde irían, eso logró calmarlo un poco, pero, él también era alguien completamente del quien no conocía nada en absoluto.

Salió de su hogar y caminó hacia una dirección en particular, y una el cual desconocía por completo a pesar de vivir varios años en esa ciudad.

Dios mío. pronunció al llegar. Esperaba los típicos lugares donde uno estaría, y juraba que jamás se le pasó por la cabeza aquello.

Estaba en un mirador, donde lo primero que le llamó la atención al peligris, eran sus hermosas rosas y flores en un campo completo de ellas, y la brisa, se sentía húmeda y era simplemente magnifica. Cada espacio rodeado de un color diferente de ellas, sus ojos verdes se iluminaron ante eso.

Cuando miró para a un costado aún asombrado con todo, observó a lo lejos, cerca de un barandal a Víctor, recostado un poco y mirando hacia el mismo paisaje que minutos atrás Acenix veía.

El menor se acercó tímido, tocó suavemente su hombro y el mayor le sonrió.

- Pensé que no ibas a venir. - Habló entre pequeñas risas Víctor, invitando a que Acenix se acercara a él.

- Qué va, yo sí cumplo mi palabra. - Acenix infló ligeramente sus mejillas y apartó la mirada. Prefirió dejar de lado al enojo por ese momento y darle más atención a su alrededor.

Pero aparte de ello, Víctor ese día lucía muy lindo con un abrigo largo y rosa que, en el frío de esa mañana, hacía resaltar sus mejillas rosadas y un toque suave de ese color sobre su nariz.

- Está bien, no puedo negar eso. - Víctor se separó del barandal y colocó sus manos dentro de los bolsillos de su abrigo. - ¿Te gusta este lugar? Escogí uno suave para comenzar. - Mencionó el mayor ahora caminado hacia el centro del mirador en compañía del peligris.

- No está nada mal, si te soy sincero, me gusta.

- Oh, y también, antes de que continuemos te quería dar algo. - Sin más el castaño corrió y se adelantó el camino.

Acenix lo miraba con curiosidad, ¿Qué podía darle para que el muchacho corriera así? Afortunadamente, Víctor no demoró mucho al llegar nuevamente a su lado, y lo primero que hizo fue enseñarle su simpática sonrisa antes de estirar sus brazos y entregarle un ramo.

Un ramo de sus flores favoritas; claveles blancos. Pero, ¿Cómo sabía que esas eran las que le robaban suspiros? Tenía miles de interrogantes durante esos segundos, pero ver al mayor aún más con las mejillas rosadas y haciendo lo posible por mantener el contacto visual, le hiso al menor devolverle la sonrisa y aceptar el ramo.

- Gracias. - Y con un pequeño sonrojo, Acenix las tomó y las pegó a su pecho.

- Sí... de nada, me alegra que te gusten. - El castaño invitó a Acenix a continuar el paso. - ¿Vamos? Aún nos queda más que explorar por aquí.

El de cabellos grises asintió con la cabeza a la idea, escondió un poco su rostro entre una bufanda sobre su cuello y soplo en su mano libre por el frío. Rayos, justo esa mañana no había cubierto sus manos, y su abrigo no poseía bolsillos en donde colocarlas.

El castaño pareció notar la incomodidad del clima que sentía Acenix y se acercó a él. - ¿Todo bien, Acenix? - Observó como el menor sobaba sus manos sobre su ropa, era probable que lo hacía en busca de calor.

- Sí, no te preocupes. - Respondió el peligris, tratando de sonar convincente.

Víctor colocó su mano sobre las manos de Acenix, notándolas frías esa mañana.

Acenix se sonrojó al instante, y mucho más cuando notó que el mayor se acercaba cada vez más a su cuerpo, específicamente, a sus dedos, como si quisiera entrelazarlos. Sólo se quedó callado, esperando con curiosidad lo que trataba de hacer el castaño.

- Ah, sé que es un poco atrevido de mi parte, pero... - Víctor chasqueó la lengua y pasó una mano por su cabello, probablemente por algo que le costara decir. - ¿Me permites? - Sus pálidas mejillas se volvieron rosas, y sin nada más que decir tomó suavemente de la mano de Acenix cuando el menor no se quejó, es mas, fue guiado por las cálidas manos que tenía Víctor.

El mayor colocó ambas dentro del bolsillo del abrigo rosa y las juntó. - Aquí estarán mas cálidas, te lo puedo asegurar.

Víctor entrelazaba sus dedos y le brindaba calor a una de sus manos libres, y cuando lo miró asombrado, este sólo sonreía y empezaba a caminar otra vez.

Algo que pudo notar el menor durante la cita, era que el mayor realmente no hizo nada que le incomodara, sino mas bien se portó como todo un caballero, uno de los que ya creía muerto en esos tiempos.

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Aaaa gracias por leer, y tomen agüita ❤(?

ᴄʜɪᴠᴀʟʀʏ ɪꜱ ᴅᴇᴀᴅ [ᴠɪᴄɴɪx]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora