Capítulo 2: Sorprendente

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"La paz es su propia recompensa".

...

Una nueva mañana se asomaba por la ventana. El sol radiante, unas pocas nubes en el cielo y un chico albino meditando a los pies de su cama. Relajándose completamente e intentando vaciar su mente de todo pensamiento.

Así comenzaba Lincoln Loud este día jueves, en un estado de calma. Sentado con las piernas cruzadas, inhalando por la nariz y exhalando por la boca, haciendo movimientos circulares con el cuello. Al finalizar con sus meditaciones, se dio cuenta de que después de meses, por fin sentía más relajada la zona cervical.

Felizmente, se marchó a hacer su rutina matutina: poner la ropa a lavar, bañarse y vestirse con la ropa para este día. Esta consistía en una remera manga larga naranja oscura con rayas negras en las mangas; un jean azul oscuro; sus zapatillas de siempre; su preciado collar en forma de zanahoria; y su infaltable anillo en el dedo meñique. Antes de salir, se roció con la fragancia de su perfume. La higiene personal es muy importante.

Ahora sí, ya estaba listo para afrontar este día, el cual parecía ser mucho más calmado que otros; y sin perder el tiempo salió del baño. Fuera de éste ya se había formado una larga fila por parte de sus hermanas, muchas de ellas recién levantadas.

La mayoría estaba platicando entre sí, pero cuando Lincoln pasó a su lado, algunas se quedaron calladas; entre ellas Lori, Lisa y Leni. Él las saludó a todas, como siempre, sin ningún drama de por medio... Bueno, solo un drama de por medio.

Las gemelas otra vez estaban peleando, y al parecer, olvidaron todo lo que Lincoln habló ayer.

—¡Lincoln! —Lana llamó a su hermano un poco fuerte.

Este se dio la vuelta para ponerse frente a ella.

—Lola hizo que mi conejí-

—No me jodas, no lo voy a repetir más —sin dar explicaciones innecesarias, siguió su rumbo a su habitación, ignorando completamente a su hermana.

Todas se quedaron impresionadas por la reacción de su hermano, nunca había rechazado una petición por parte de ellas, mucho menos dejar que las gemelas arreglen sus problemas solas.

Lincoln, ya habiendo llegado a su habitación, guardó en su mochila las cosas que necesitaba para ese día escolar, lo cual era: su cartuchera, unas hojas, y algunos apuntes de la materia de ese día; además de una carpeta de bocetos en la cual dibujaba ya desde hace un tiempo.

Con todo listo, decidió salir a preparar su desayuno y la vianda, en la planta baja. Atravesó el pasillo y bajó las escaleras; saludó a su madre, la cual estaba preparándole el desayuno a sus hermanas en la cocina.

Decidió hacerse un té y comer una manzana para el desayuno, y para su vianda se preparó una ensalada de zanahoria, lechuga, tomate, queso, y huevo; nada muy elaborado. Guardó su comida con un tenedor dentro del táper, y salió de la cocina con su desayuno en las manos.

Se sentó en la mesa y saludó a su padre, quien estaba mirando el teléfono celular. Tuvieron una charla corta y prosiguió con lo suyo. Terminó de desayunar y se marchó a la escuela; no quería tener que lidiar con sus hermanas y discusiones innecesarias; pero a nadie, o casi nadie, le sale todo como quiere.

Antes de salir por la puerta delantera, su hermana Luan se interpuso en su camino e intentó hablarle de algo, pero a él no le interesaba en lo más mínimo, ya que quería tener un viaje tranquilo.

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