¿Quién es Glenda?

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Estaba preocupada por Max, como le avisaría que había chocado su coche y que ahora me encontraba en no sé dónde con el chico misterioso, después de un rato el caballo fue deteniéndose lentamente, me tense inmediatamente.

Pude distinguir algunos edificios a través de la oscuridad, una tenue luz iluminaba lo que parecía ser una casa de dos plantas, Harry me estaba llevando a su casa?

Me estremecí de solo pensarlo y no precisamente por mi ropa mojada, el hecho de que Harry fuera un chico atractivo no quitaba mi miedo, y si resultaba ser un asesino? Un violador? Ambas?

Aunque no sería violación si yo lo permito…. En qué diablos piensas Cassie?

-Ya hemos llegado- dijo el con un tono de satisfacción bajando del caballo y posteriormente ayudándome a mi después de atar las riendas del animal a una barra de madera

-Dónde estamos?- pregunte con la voz temblorosa

-En mi casa. ¿Dónde si no?

-¿Y tus padres?- pregunte esperanzada al tiempo que mis dientes castañeaban

-Te llevare dentro y después guardare el caballo- respondió el con un aparente mal humor sin contestar a mi pregunta

Buen inicio Cassandra, eres un genio

Harry abrió la puerta de atrás y tras pasar lo que parecía un cuarto de herramientas me introdujo en una cocina pequeña y modestamente amueblada.

Sentí un calor reconfortante y el aroma a comida casera inundo mis fosas nasales, admito que esta imagen tan familiar me tranquiliza, estaba contenta de por lo menos haber conseguido librarme de la tormenta, estaba a punto de sentarme en una de las sillas de madera pero él me lo impidió

-Hay un baño al final del pasillo, será mejor que te des un baño y te pongas ropa seca

Ropa

Me pregunto si el estará consiente de que en este momento no cargo con nada, por favor quien lleva ropa si solo se dirige a hacer unas compras, no es como si esta situación pasara por tu cabeza.

-Buscare algo que te pueda servir- dijo el rápidamente, como si hubiese leído mi mente –espero no seas demasiado exigente- me miro. –Te mostrare el camino

Me tomo firmemente del brazo y me lanzo al pasillo que había al lado de la cocina, algo estaba claro, Harry era dominante y mandón tanto en el colegio como en su propia casa, en otras circunstancias  le habría respondido a aquel trato tan grosero, pero tampoco era tan tonta como para enfrentarlo, no hasta que por lo menos estuviera calientita y seca y supiera que hacer en caso de que las cosas comenzaran a ponerse feas.

El baño parecía construido después de la casa, las cañerías eran viejas y la mayor parte del espacio estaba ocupado por una bañera, no había rastro de productos femeninos, solo una jabonera con una pastilla blanca, un cepillo para el pelo y unas cuantas toallas desgastadas.

-Espera un momento- me dijo Harry y de un armario saco una bolsa de plástico y unas toallas que me tendió –Aquí debe haber algo que te sirva, cuando haya guardado el cabello calentare un poco de café

Y dicho eso me dio la espalda para retirarse, un instante después escuche la puerta cerrarse con un portazo distante.

Al instante comencé a quitare la ropa mojada, capte el reflejo de mi imagen en el espejo colocado en el lavabo y lo mire con incredulidad, mi largo cabello antes castaño se había convertido en una masa apelmazada que enmarcaba mi pálido rostro y mis labios morados, tenía los brazos, las piernas y la ropa completamente mojada, parecía un animal que había surgido de una roca.

Esto era lo que Harry había visto, no me extraña que luego tenga pesadillas el pobre.

Llene la bañera hasta casi el borde, gracias al cielo estaba caliente y me sumergí en ella, mi cuerpo helado comenzó a entrar en calor y mi cabeza comenzó a pensar con claridad ¿Cómo iba a manejar esta situación? Harry no había respondido mi pregunta acerca de sus padres ¿Estaba a salvo? Nunca me había sentido tan vulnerable.

Minutos más tarde salí de la bañera, me seque y trate de impedir que mi imaginación creara una historia de terror en la que yo sería la víctima.

En el momento en que abrí la bolsa me asalto un mareante olor a perfume barato, contenía unas cuantas prendas de mujer, una cajita con joyas de bisutería y lazos, serian acaso estas las pertenencias de sus víctimas…

Lo único que fui capaz de ponerme fue un espantoso vestido de franela en tonos rojos y purpuras, era la única prenda capaz de ofrecerme cierta sensación de calor, habían también unas medias del mismo tono purpura que me quedaban algo grandes, pero al menos me protegerían de frio suelo.

Una vez vestida seque mi cabello con la toalla y lo peine hasta que cayó suavemente por mis hombros.

Un rostro pálido me devolví la mirada en el otro lado del espejo mientras me abrochaba el cuello del vestido hasta el último botón, me sentía tentada de quedarme escondida en el cuarto de baño hasta que se hiciera de día, pero solo mirar la puerta sabía que no sería suficiente para protegerme de Harry, además si quisiera matarme no se hubiera portado tan “amable” cierto? Exhale profundamente para después abrir la puerta y salir, me pregunte si Harry ya había regresado a la casa ya que lo único que se escuchaba era el ruido de mis pisadas contra el suelo de madera.

Una vez entre en la cocina escuche el sonido de una respiración cavernosa, una oleada de pánico se apodero de mí, al principio no podía distinguir de dónde provenía aquel ruido, fue entonces cuando capte un leve movimiento y gire mi cabeza hacia allí.

Un hombre mayor de hombros redondeados estaba apoyado sobre un bastón en una esquina de la habitación mirándome fijamente, varios mechones blancos enmarcaban su rostro lleno de arrugas.

Quise decir algo pero el odio que desprendía de sus ojos y el gesto despectivo de su boca me lo impidió.

-Así que has vuelto, ¿No es así, Glenda? Ya sabía yo que a las de tu calaña no basta con enterrarlas en una tumba, incluso el diablo escoge a sus compañeros.

Definitivamente no entendía de qué hablaba este hombre…. ¿Quién es Glenda?

Narra Harry:

Me encontraba pensando en Cassie, porque siquiera la estaba ayudando? Sabía que lo ocurrido había sido un accidente pero lo que menos quería es que ella estuviera cerca.

Apresure el paso cuando llegue a la puerta de atrás de la casa y escuche la voz enervada de mi abuelo, despotricando y hablando sin sentido. ¡Maldición! creí que el viejo estaría durmiendo y no se percataría de la presencia de Cassie hasta mañana.

-¡Ya está bien abuelo! ¡Cálmate!-ordene al instante que entre en la cocina y encontré a mi abuelo blandiendo el bastón con gesto amenazante y diciendo palabrotas -¿Qué ocurre aquí?

-Glenda ha vuelto- aseguro el –Glenda ha vuelto, ha salido de su tumba y ha vuelto

-Tonterías- respondí con firmeza y con un ligero tono de impaciencia

-Compruébalo tú mismo- gruño mi abuelo señalando con el bastón

Me di la vuelta y por un momento me pareció ver el atormentado rostro de mi hermana allí de pie, enfrente de mí, aquel vestido me resultaba tan familiar y su largo cabello castaño me atravesaron los sentidos, sentí que de un momento a otro rompería en una carcajada, mire a Cassie fijamente

Ella no se parecía en nada a Glenda, a excepción del vestido y su cabello que eran los culpables de aquella visión, su voz melodiosa, la suave belleza de sus ojos azules-violeta y su boca fresca nunca habían podido pertenecer a Glenda, 

No soy tu RomeoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora