-Todo empieza y acaba con aquella nave, llegando al planeta Tierra.
Siempre me a gustado pensar que amo a los superhéroes porque sé de manera casi precisa, qué es el bien y el mal. Sé cual es la lucha eterna entre ambos, y lo compleja que es esa gu...
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Aquella mañana, Lois Lane, caminaba emocionada hacia su trabajo —cosa que era extraña en ella—. Iba más arreglada de lo común. Una falda y saco verde de un color limón; con una camisa rayada a cuadros por debajo. Sus tacones más relucientes, su peinado más arreglado, y un labial menos pronunciado. Había conseguido la entrevista con Superman. La primera entrevista con Superman. Y le había contado historias nunca antes vistas. Cosas que para el público sería emocionante, increíble. Después de aquella mañana, su nombre resonaría por todo Metrópolis, o quizás, si la suerte y el éxito estaban de su lado, por todo el mundo.
—Es basura —decía el jefe del Daily Star, arrojando de manera despectiva el informe de Lois.
—¿Qué? —preguntó al instante ella, al frente de él y azotando su escritorio con las manos—. Ha-hay testigos de mi encuentro con Superman. El auto estrellado cerca de la carretera que va a las afueras de Metrópolis. ¡El taxista!
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—Lois, ¿un niño llegado desde el espacio? —cuestionó en ironía el jefe, viendo en su cara una sonrisa del todo molesta para ella; burlona—. ¿Visión de rayos X? ¡Por favor! —gritó en medio de una pequeña carcajada, cosa que incrementó la ira e impotencia de la mujer—. Este Superman sí que tiene sentido del humor. Te tomó el pelo por completo.
—Si Clark le hubiera traído el reporte, ya lo estaría publicando —aseguró entre dientes Lois.
Pero el jefe, nulo ante sus argumentos y sin borrar aquella sonrisa molesta, respondió:
—Clark tiene un estatus, Lois.
—Lo tendría yo también, ¡si tan sólo me diera la oportunidad! —gritó.
—Sabes... —habló entonces el jefe, volviendo a tomar el cúmulo de hojas que le había entregado Lois, tomándose así del mentón mientras observaba con más detenimiento el trabajo—. Quizás... —El jefe se retrajo en el respaldo de su asiento, pensante. Y por momentos, en los ojos de Lane hubo una pequeña chispa. ¿Por fin su trabajo sería tomado en serio?—. Quizás sí lo podría publicar. Pero hace falta un mejor título —aseguró antes de señalar el trabajo con su dedo índice.
