Lobos y carne cruda

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-Zeperin, ¿por qué siempre venimos a ver a este imbécil?

-No sé, tú respóndeme. Tal vez es porque queremos verlo romperse la espalda en un campo a estársela rompiendo en la academia de Kasai.

Ellos otra vez, todos los días venían los mismos. Dimyna, Zeperin, Jacob, Hayato, Lyana y el imbécil de Farco. Estos idiotas siempre estaban puntuales todas las noches para echar a perder un gran día con tan sólo unos momentos de presentarse.

-Oye Dimyna, ¿no has pensado de en que podría partirle la cara a ese inútil y dejarlo sin auxilio en el bosque a las criaturas?

-¡Sí! ¡Siempre me imagino cómo revientan su nariz y sus dientes en el piso!

-Oye Hayato, mejor deja que se vaya con su estupidez, vamos a hacer que llore otra vez.

Pude apreciar a Farco que dirigía una mirada a Lyana sacudiendo levemente su cabello oscuro y el brillo de sus ojos verdes, que fueron rechazados por un movimiento brusco de la cabellera rubia con diadema blanca de Lyana, que reflejaba el brillo del sol. También pude ver a la bajita Dimyna tratando de fulminarme con una mirada de sus ojos negros con un cabello del mismo color, y a Hayato que casi se asfixiaba por no poder contener la risa.

Entonces exploté:

-¡¿Por qué la gente idiota abusa de los demás?! ¡Ustedes siempre han sido los idiotas por abusar de sus técnicas para maltratar a inocentes! Farco, podría romperte la nariz en este momento ¡sólo por no querer mancharme de tu maldita sangre repugnante!

No tuve tiempo de verlo, pero me dio un golpe que me aturdió por un momento, seguido de otro, otro, y otro.

-Mira IDIOTA, ¿acaso no vez la diferencia entre nosotros dos? Por lo menos yo si tengo un hermano que me proteja. Él no es tan estúpido como para mor...

No pudo responder el golpe que le di, el cuál aparte de cerrarle la boca le aplasto la lengua dejándola sangrando y haciéndolo retroceder.

-¡Él no tuvo la culpa! – Le grité - ¡Fue el imbécil de tu hermano quien lo dejo solo! ¡Si tan solo tu hermano tuviera el medio cerebro que tiene tu padre...!

-¡CIERRA EL HOCICO ANIMAL!- Me dijo tirándome de un golpe que me dejo en el piso. - ¡Nadie tiene el derecho de insultar así a mi familia como lo has hecho tu estúpido granjero!

-¿Qué acaso no sabes aceptar eso Skalibur?- dijo Farco sangrando

Estaba a punto de levantarme cuando me golpeo de nuevo

-¡NO TE VOLVERAS A LEVANTAR MALDITO!

Toda la pandilla se arrojó a golpearme. Podía sentir a todos golpeando mi cuerpo de todas las direcciones, cuando ya casi no podía moverme alcance a soltar la cadena de Zerus, quien se volvió loco después de hacer el distintivo sonido para jugar.

Después de que me vio sometido en el piso se abalanzo sobre los agresores gruñendo y amenazando con soltar su aliento de fuego. Fue suficiente como para que huyeran y me dejaran descansar otro día más.

Gracias Zerus – el dragón bufó en un gesto de dignidad

Me dirigí entonces a la casa donde tuve que evitar tropezar con algo para no llamar la atención a mis padres, y después de que el perro de mi padre empezara a ladrar corrí a mi cuarto.

Estaba muriendo de dolor por las heridas, pero también me estaba matando de dolor por que Farco tenía una indeseable razón en lo que dijo: deseaba haber podido estar en el campo de entrenamiento de la academia de Kasai como mi hermano en vez de estar desperdiciando mi vida en esa granja.

Me dirigí al espejo para ver las heridas, me había cortado con algo en el brazo, y todo el pecho lo tenía rasgado por algunos arañazos que me dio Dimyna, y la nariz la tenía sangrando por los golpes que me soltó Farco, más aparte los golpes en la cara por Hayato. No tardaría mucho en sanar gracias a que me podía recuperar de manera rápida por una vacuna que te dan a los tres años en el hospital del pueblo. Pero tendría que buscar la manera de que no me volvieran a fastidiar como lo hicieron los busca-pleitos de Farco y su club. Podía imaginarlos como una manada de bestias, siempre buscando al más débil para devorarlo, porque no son capaces de tragarse una carne cruda más grande que la suya. Una manada de lobos que intentaba tragarse un dragón entero sin masticar, me carcajeé un poco al verlos así, ahogándose con el dragón que los desgarraba por dentro para salir y devorarlos, me levanto el ánimo milagrosamente a pesar de ser un pensamiento sádico. En un minuto pasé a ver cómo la luna salía dando un nuevo inicio a mi día. Pero casualmente pasaba lo mismo al inicio porque cuando fuera a dormir, no podría hacerlo tranquilo por la bestia que se alimentaba de mi carne. Así como los lobos avorazados que me molestaban todos los días.

La Historia de Nova Terra Capítulo I: KasaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora