3786 - La vida del granjero de fuego

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Como empiezan mis sueños: un rugido, seguido del grito de una joven. Cada noche veo esas alas negras que me cubren del sol de las tierras de Kasai, siento esas garras plateadas desgarrando mis brazos, hasta arrancarlos casi por completo, viendo ese río de sangre que emanaba de mi vientre después de haber sido mordido por unos dientes blancos y filosos, seguidos de una cola plateada penetrando en el origen de ese río rojo y espeso. Lo único que podía escuchar eran gritos distantes de una figura.

- ¡James! ¡JAMES!

Por más que mi garganta intentaba responder esos gritos y llantos no emitía ningún sonido, sólo podía presenciar a los ojos rojos de la bestia. Lo último que escuche fue un llanto de desesperación y el rugido de la bestia abalanzándose sobre mi cuello expuesto.

. . .

Desperté con un grito que resonó por toda mi casa. Mire a mi alrededor, me encontraba en la misma habitación donde permanecía despierto horas enteras después de tener una pesadilla. No por tener miedo a que la bestia saliera de algún lugar, me atacara y ese dolor que sentía en mis brazos, vientre y en mi cuello se volvieran una realidad cruel. Casualmente ese dolor siempre llegaba a durar un buen rato en mi cuerpo. Todas las noches las mismas preguntas amenazaban en soltar un huracán sobre este sueño que he tenido por años cada noche, y aún me despertaba con el corazón en mano. Siempre tenía tales preguntas como ¿Qué tipo de criatura era la que siempre me asesinaba en mis pesadillas? ¿Quién era la figura que gritaba por mí? Desde los seis años he tenido el mismo maldito sueño y cada vez más preguntas sin respuesta sobre esa sangrienta criatura y esa figura que gritaba mi nombre. Era tan raro que no podía entender por qué tenía la misma pesadilla, y aún más confuso por que la he tenido desde hace once años.

Pasaron mis anteriormente mencionadas horas de desvelo hasta que el sol salió. Desde mi ventana contemplaba como salía el sol desde el oeste, por encima de una colina y la figura de mi padre que arreaba a un dragón salvaje para domesticarlo. Me paré un rato a contemplar esa escena, podía sentir el viento que movía mi cabello alborotado y castaño, el sol que le daba un particular brillo a mis ojos cafés y mi estatura alta que me daba el beneficio de ver el pueblo de la capital de Kasai desde mi ventana. Era una vista hermosa.

Podía captar fácilmente como llegaba un aroma a pescado fresco a mi nariz no muy pronunciada. En seguida recogí el almuerzo que me había dejado mi madre y baje al campo con mi padre. Al salir alcance la lista de deberes que me dio mi padre esta vez:

~"Lista de deberes"~

• Arar la tierra

• Sacar agua del pozo

• Dedicarle tiempo al dragón

• Ordeñar vacas

• Recoger huevos

• Juntar paja

• Cercar el bosque

Era una lista de sábado así que no invertiría mucho en terminar.

Por la tarde realicé la mayor parte de mis tareas. Me dirigí a arar la tierra.

El día se volvía cada vez más caluroso y lograba escuchar cuchicheos no muy distantes, al principio pensé que era el efecto del sol, intentando ignorarlos seguí en mi trabajo.

-PUK!- ya sabía que no estaba alucinando, una piedra me golpeo el cuello.

-PUK!- otra me golpeo, pero intente no reaccionar al golpe.

-PUK!- se volvía molesto, ya no creía aguantar otra pero no me moví.

-PUK! PUK! PUK!-

-¡YA ES EL COLMO!- Exploté. No sabía por qué pero ya se habían esmerado mucho en mentarme el día con sus malditas tonterías. Intentando relajarme volví a lo que debía hacer mientras escuchaba sus acelerados pasos por alejarse.

Ya casi caía la noche cuando logré terminar, estaba exhausto pero revise una vez más la lista para ver con que podía terminar.

Recoger la paja - termine las pilas ya hace dos horas, dije para mis adentros - recoger huevos - muy buena cosecha - ordeñar vacas - no creí que fueran a dar buena leche esta temporada - Cercar acceso al bosque.

Esta última me dejo una pregunta demasiado fuerte debido a que aparte de ¿por qué cerraría la entrada a un lugar tan hermoso? Fue el ¿por qué esta tarea estaba resaltada? Intenté hacer como si no la hubiera leído y pasé a lo siguiente - Jugar con el Dragón. Esta última siempre me pintaba una sonrisa en la cara, adoraba todos los días ir a pasar un rato con el gigante escarlata y negro que manteníamos en el cobertizo junto a la casa.

Me acerqué al cobertizo e hice un pequeño sonido que volvió al animal muy inquieto en solo un momento.

-Zerus. ¡Ven muchacho! - Dije de tal manera que estuviera de buen humor ya que era una criatura sensible. Me la pase acariciando su escamoso lomo por un rato aparte de jugar con él a las luchas. Ya cuando estaba a punto de derribarlo al piso me detuve en seco lo cual le dio una buena ventaja que le permitió tirarme. Me quedé quieto escuchando los mismos murmullos que escuche esa misma mañana.

-¿Por qué no salen y me escupen todo lo que me tengan que decir en la cara?

Los murmureos se detuvieron. No supe bien que rayos hice, sólo reaccione ante la ira acumulada de hace horas. Pero en ese momento solo me arrepentí de lo que hice.

La Historia de Nova Terra Capítulo I: KasaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora