El demonio del miedo

28 1 1
                                    

Podía sentir mi ritmo cardiaco acelerarse. No podía creerlo, era la sangre de mi dragón la que ahora corría por mis venas, y sus escamas de fuego las que me mantenían vivo. Me parecía imposible que pudiera estar respirando en ese momento gracias a él, gracias a mi dragón. Pero de cualquier manera aún había una pregunta que rondaba por mi cabeza y no dejaba de atormentarme.

-¿Cómo está?

-Fue herido gravemente por esa cosa, y no le es posible al equipo de veterinaria determinar si vivirá más tiempo.

No me fue una respuesta grata, en cuanto la escuché me derrumbé. No podía perder a mi dragón... Le prometí a mi hermano que lo cuidaría. Se lo prometí justo antes de que el se fuera para jamás regresar.

-Se qué estás pensando... Yo también he hecho mi parte por cumplir la promesa que le hicimos a Robert antes de que se fuera... Cuidamos a Zerus lo mejor que pudimos... Nadie veía venir que fuera a aparecer una cosa como esa en el bosque hijo, nunca habíamos visto algo como eso...

No dejé que mi padre terminara, y sin haber pensado antes si estaba listo para decirle la verdad o no, fueron estas dos palabras las que salieron claras de mis labios, como si hubiera planeado decírselo desde hace mucho tiempo:

-Yo sí.

Esas dos simples palabras dejaron la habitación en silencio. Mi padre me miraba fijamente como a un desconocido, alguien que no hubiera visto jamás. Fue entonces que me decidí por contarle de mis sueños a mi padre, de esa chica que gritaba mi nombre mientras esta bestia se lanzaba sobre mi cuello, desgarraba mis brazos y perforaba mi vientre dejando un río rojo carmesí. Y esos ojos rojos que me veían con una mirada asesina antes de dar una mordida en mi cuello. Y la similitud exacta de ese sueño con lo que me sucedió hace dos meses.

Aparte de ello, le conté de mi expedición en el bosque, donde más adentro existía una pequeña conífera frondosa, entre la cual, en el centro había un cementerio neblinoso, de esa palabra Furui Ochiba que encontré en una piedra, y también de lo sucedido con Farco y su pandilla de desgraciados. La expresión de mi padre fue una que muy pocas veces veía, aquella de preocupación y miedo que nunca parecía conducir a nada bueno. En ese momento me preparé para lo que mi padre tuviera que decir, pero a pesar de mi paciencia mi padre no pronunciaba palabra alguna que pudiera entenderle claramente. Pasaba las manos sobre su cabello con una respiración agitada.

-¿Qué sucede?- Le pregunté poniendo mi mano en su espalda.

Tardó un poco en reincorporarse y poder comentarme qué era lo que estaba sucediendo.

-Tengo una posible respuesta a lo que te atacó...

-¿De qué hablas?

-Es una bestia de origen antiguo que habitaba casi todos los rincones de este sistema solar. Verás, cuando llegamos a este sistema habían muchas especies de criaturas en este planeta, eran criaturas que a cierto nivel resultaban ser peligrosas hasta cierto punto para el ser humano; los primeros años fueron sencillos y no impidieron que la civilización humana pudiera establecerse en estos nuevos planetas. Un nuevo paraiso predominado en cierto nivel por naturalezas elementales: fuego, agua, tierra, viento, electricidad, metales, hielo, y un planeta puesto en las sombras.

Era un sistema tranquilo con criaturas medianamente peligrosas, con una anatomía diferente cada una, adaptada para sobrevivir, pero hubo una que especialmente tenía una forma especial de encargarse de sus presas: lo hacía principalmente en sus sueños.

-Así como pasó conmigo...

-Exacto. Se cuenta que, hace muchos años, una criarura atacó a un grupo de mineros al acabar sus jornadas al atardecer. Igual que a tí, de repente se hizo la oscuridad y atacó a estos mineros, casi ninguno sobrevivió a exepción de 3 mineros que fueron transportados a un hospital. Todos tuvieron un coma que duró en uno tres meses, otro cinco y en el otro siete. Al despertar el primero, describió una criatura espantosa de ojos rojos, color negro, garras y cola plateadas. Parecía un ataque común, al despertar el segundo dijo lo mismo pero que tuvo extraños sueños sobre algo similar. Los medicos pensaron que fue alguna coincidencia, pero cuando desperto el tercero dijo lo mismo que el segundo pero hubo algo que los alarmó: este vió a los otros dos y a la misma criatura y pasó exactamente lo mismo en su sueño y realidad.

-¿Estás diciendo que hubo una persona que pasó lo mismo que yo?

-Sí. Y también, el tercero dijo haber escuchado un nombre antes de que apareciera esa bestia.

-¿Qué nombre le dieron?

-Zarto.

La Historia de Nova Terra Capítulo I: KasaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora