Deseo.
Es lo único que siento en cuanto llego a estas cuatro paredes y su mirada se posa sobre mi.
Sus ojos avellanas que saben como poner a cualquiera de rodillas, menos a mí.
— Buenos días señorita Delia, llego muy temprano hoy.— lo miro con una sonrisa arrogante para tomar asiento en mi silla que de mala suerte, estaba enfrente de el.
Cada parte de mi cuerpo arde bajo su provocativa mirada mientras dejo la mochila aun lado.
— Solo quería llegar antes de quedarme sin estacionamiento.— comentó mientras lo veo en su asiento, me escanea de arriba a bajo para sonreír. Veo como se levanta de su asiento para acercarse a mi, sus manos se clavan entre la mesa y la silla que gira para poder encararme cara a cara.
Mi pecho no se ablanda ante la cercanía de el, solo quedo divertida por su acción ya sin paciencia.
— Qué haces?— pregunta mientras que yo muevo mi cabello a otra parte dejando libre a mi cuello.
— Qué hago? Solo estoy esperando sus ordenes, señor.— sonrió, su frente se arruga un poco confundido por mis palabras, yo solo sonrió.
Noah Smith, un profesor de literatura que a sus veintinueve años esta como para chuparse los dedos. Un profesor deseados por todas en el colegio pero que ninguna es correspondida, tal vez se deba a su profesionalidad, tal vez se deba a sus fetiches extravagantes o solo por que yo soy su sumisa.
Sumisa que claramente gano su respeto y cariño.
Una sonrisa aparece en nuestros labios para dejar la faceta de estudiante y profesor. Puedo sentir sus manos entre mi falda mientras que yo me levanto para ser cargada a la mesa y sentir su miembro chocar contra mi entrada, sonrió cuando el alza la falda y queda sorprendido.
— Sorpresa...— murmuró sintiendo sus dedos explorar mi zona sin nada que la cubriera, el me mira divertido para dejarme ver como desabrocha su pantalón luego de ver y comprobar que la puerta estuviera cerrada.
El salón no tenía cámaras por lo que simplemente soy arrojada a una de las mesas mientras el se sube sobre mi como si fuera su presa.
Sus ojos me miran como un lobo mira a un ciervo por lo que mi intimidad no tarda en seguir humedeciendo, sus manos desatan su corbata que con gran agilidad pone en mis muñecas junto con un nudo que gritaba sobre sus fetiches.
— Entonces esclava, haz sido buena o mala?— su pregunta me hace reír un poco mientras que sus dedos se trazan por una ruta que me hace arquear la espalda.
— No puedo responder su pregunta, señor. Por favor sea sabio y elija por mi.— mi lengua golpea mi paladar como sus dedos golpean mi interior con suavidad que hace delirar.
— Eres inteligente y bien portada, te tratare como una buena chica.— dice para sacar sus dedos, antes de darme cuenta su cabeza baja entre mis piernas las que abre con sus manos mientras mi mano jala su cabello con fuerza.
Mis gemidos son controlados como puedo mientras apretó mis puños, la punta de su lengua abandona mi intimidad para atraer me más a el.
Su pantalón ya se encuentra abajo por lo que no me sorprende la facilidad con la que se adentra de mi haciéndome gritar. Coloco mis manos al rededor de su cuello como puedo para sentir como espera a que me acostumbre, cuando estoy lista me muevo y el me embiste sujetando mi cadera con fuerza.
Mis gemidos son suaves al tener su oreja cerca de mi boca, mi mano arulla su espalda mientras una de sus manos acaricia mi abdomen provocando que mi piel se erice.
Puedo sentir como arremete contra mis paredes hasta llegar a una de mis partes sensibles, no tardo mucho en sentir aquella corriente que me avisaba estaba por llegar. Al sentir sus hombros ponerse mas tensos se que el igual, me aprieto un poco más sintiendo su intimidad explotar a la misma vez que la mía, muerdo mi labio para sentir como se sale.
Mis piernas se ponen húmedas al igual que la mesa, bajo de la mesa con una sonrisa en mis labios mientras el quita la corbata de las muñecas. Lo veo arreglarse al igual que yo.
Limpió la mesa con una toalla humeda para tirarla a la basura al igual que mis piernas, arreglo mi cabello justo cuando la campana suena por lo que ambos nos vamos a nuestros lugares.
— Buenos días, vamos a empezar el repaso del examen.— todos le dan los buenos días cuando abre la puerta, yo solo sigo viendo mi teléfono.
Empieza a repartir los papeles dándome una mirada que a los demás es seria pero para mi es divertida, bajo mi mirada viendo el examen con una sonrisa.
Al final, si podría ponerme de rodillas por él.
ESTÁS LEYENDO
𝑷𝒍𝒆𝒂𝒔𝒆, 𝑫𝒂𝒅𝒅𝒚 (ʰⁱˢᵗᵒʳⁱᵃ ᶜᵒʳᵗᵃ)
Nouvelles> Como el mismo titulo lo dice, historias cortas de Daddy.