Capítulo 4

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Todos a mí alrededor hablaban alegremente.

Desde hace minutos que me desconecte por completo del resto del mundo, metida en lo más profundo de mis pensamientos y de las sensaciones que causaba el hecho de que él estaría aquí muy pronto.

Me sentía fuera de mí, me sentía muy ansiosa; también podía sentir los latidos de mi corazón en mis orejas y mi respiración estaba al nada de ser irregular y pesada.

Por el rabillo del ojo logro ver que Nat me da una mirada preocupada, la cual calmo con una suave sonrisa.

Sabe que me sucede algo, él tiene la fácil capacidad de leerme incluso cuando nadie puede.

—¿Qué dicen entonces? —Daniela nos mira desde el otro lado de la mesa.

—¿Cómo dices? —Pregunté, claramente confundida.

Ella sonríe.

—He dicho, que sería genial reunirnos en nuestra casa de playa este fin de semana.

—Pues, si la bellísima Rubia de ojos grises aquí presente va con nosotros voy al infierno si quieren. —Suelta Nathaniel mirando fugazmente a Leila en el proceso, la cual está fuertemente sonrojada.

—Yo no puedo, tengo que terminar unos planos para casa de la señora Gilbert-suelto, y al instante cinco miradas de aburrimiento se posan en mi persona. —¿Qué?

—Puedes terminarlos mañana y así estas libre para el fin de semana. Te he visto hacer planos más difíciles en cuestión de horas Eliane. —Refunfuña Nat.

—Tú hermano tiene razón Eli, debes salir a divertirte un poco. Sabes perfectamente que eres capaz de hacer eso y mucho más, en poco tiempo.—Helen se une a la conversación.

Suspiro fuertemente.

—Está bi...—me quedo inmóvil al escuchar sonido del timbre resuena por la casa, mis manos se ponen frías y mi estómago se retuerce.

—Eliane, cariño; ¿puedes ir a ver de quién se trata?—pide amablemente Nathan.

—Debe de ser mi hermano.—Comenta Leila.

Tomo un respiro profundo y me levanto.

Mis manos sudan, tomo la perilla de la puerta principal y trato de tranquilizar los rápidos bombeos de mi corazón.

Una suave brisa mueve mi cabello y me llega un olor dulce de perfume masculino.

Nuestras miradas se encuentran.

Un suspiro se me escapa.

La mirada esmeralda de Axel me envuelve de manera abrazadora, aquellos ojos eran tan impresionantes y brillantes, transmitían tranquilidad, seguridad y fuerza.

Él se aclara la garganta y mi mirada se dirige inmediatamente a sus labios, por los cuales pasaba su lengua con la intención de humedecerlos.

—Debes ser Eliane.

—Debes ser Axel. —Sueno agitada.—¿Cómo sabes mi nombre?

—¿Cómo sabes el mío? —Murmura con diversión.

Nos quedamos en silencio, presos en nuestra burbuja, disfrutando de la vista y la presencia que nos brindaba otro.

Pude observarlo con detenimiento y es donde la sorpresa viene, su cabello rojo estaba muy alborotado y era justo como el que yo llevaba en una trenza. Podía apostar a que, si nos colocaban uno al lado del otro, cualquiera creería que somos hermanos.

Podría jurar que han pasado minutos desde que comenzamos a  estudiarnos el uno al otro.

—¿Me dejarás pasar? —Su voz me saca de mis pensamientos profundo sobre él y lo bien que de vería su ropa en el piso de mi habitación.

Parpadeo un par de veces para salir del encanto en el que estoy y me hago a un lado para que pase.

—Adelante. —susurro en la espera de que no note mi nerviosismo. —Todos están en el comedor.

Cierro la puerta y camino con él siguiéndome de cerca.

Llega a nosotros el sonido de risas de todos los presentes que le sigue el comentario de Nathaniel.

—Pensaba que se estaban teniendo una intensa sesión de besos.

Se gana un golpe de mi parte y una mirada fulminante.

—La verdad todos lo pensábamos.—intenta salvarlo Daniel.

—¿También quieres un golpe?—suelta David.

—Me retracto, sólo él lo pensaba.—ahora se salva a él mismo.

—Hermano, aquí hay un lugar para ti.

Axel se sienta en el lugar indicado por su hermana y nos analiza a todos uno por uno.

—Hace mucho tiempo que no te veía Axel, te has vuelto un muchacho muy guapo.

—Gracias, Helen. Si, la verdad ha pasado tiempo. —Su voz me hipnotiza.

Eliane estaba ansiosa por conocerte.

Mis músculos se tensan de manera inmediata, mi mirada se va directo a Nathan y me quedo estupefacta.

—¿Si? Ella es... encantadora. —la ironía es reconocible. Menudo imbécil.

—¿Vas pal baile entonces, Candelita?— Debe ser una jodida broma.

—Tú de verdad no quieres tener hijos. ¿De qué baile estás hablando?—Pregunté.

—Él se refiere a si irás con nosotros a la playa. —Aclara David.

—Nosotros iremos, será divertido.—Dice Leila suavemente.—¿Verdad, Axel?

—¿Uh? ¿De qué hablas? —Mira a su hermana.

—Te puse al tanto por mensajes, idiota.  No te hagas el confundido.—Frunce el ceño.

Puedo observar como nuestros padres están muy entretenidos con nuestra conversación.

—Sí Lei, como gustes. —murmura, para luego meter un poco de comida en su boca.

No dejo de pensar en que se me hace conocido y reparo disimuladamente en sus facciones tratando de recordar a dónde lo he visto.

Bufo y levanto la mirada, los ojos de Leila se encuentran con los míos y me da una sonrisa para luego seguir con su comida.

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Me había alejado y me encontraba en la parte trasera de la mansión, sentada en uno de los sofás viendo el cielo estrellado pensando y preguntándome las mil y una cosas respecto a mi.

Las más resultantes eran: ¿Qué soy? ¿Por qué tengo estos extraños sueños?¿por qué escucho voces?¿me estoy volviendo loca?

Espera un poco más y lo sabrás, Eliane.

¿Cuánto más?

Días, horas, minutos; debes tener paciencia.

Necesito saber el por qué tengo esta pesadez en mi mente y en mi corazón.

Paciencia Eliane, no querrás que todo te llegue en segundos y tú mente se destruya ¿o sí?

¿Quién eres?

Contemplé el cielo por un par de minutos más, esperando que la voz de aquella fémina resonara en los rincones de mi mente, dando respuesta a mi pregunta.

—Aelin de Luna.

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Hola hola.
Espero que les esté gustando

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Aquí subo pequeños adelantos de la historia🎉

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