Capitulo 3

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Minerva Jobs

2 de Enero de 1921

08:47 am.

Comisaría Banks.

Siempre he sido una persona que se adapta a cada situación, pero esto me superaba. No podía pensar claramente, y aunque con Ekaterina eramos las más fuertes por ser las mayores.

Con la Rusa si ya teníamos antes la soga en el cuello, ahora estábamos siendo ahorcados con ella, y en estos momentos, eramos como unas brujas siendo quemadas en la hoguera.

Paseo en círculos por el calabozo, matando mi mente en todo lo que debería, podría o tendría que hacer. Todo tenía que ser perfecto.

—Jobs —golpean de repente mi celda y volteo asustada a ver al villano.— ¿La consciencia le pesa?

Enderezó mi postura viéndolo a los ojos.

—Por supuesto que no —contesto gélida. —No hay porque temerle a Dios cuando no eres la que esta del lado del Diablo, ¿No cree?

—Por supuesto, Señorita Jobs.

Me abre la celda y hace un ademán para que salga. Camino con cautela hasta pasar la reja y lo miro sobre mi hombro.

—Su método de querer sacarnos algo con personas fallecidas, es despreciable —le comento y él se remueve un poco— Obviamente Akira y Stéfanie se pondrán así, no es que sean culpables o que yo lo sea. Es tenerle estimo a la persona con la que estás hace más de dos años.

—Akira es la que cumple un año en ese oficio, ¿Mintió al respecto? —Cuestiona y volteo para quedar frente a él.

—No —contesto— pero si estuvo anteriormente con Rose, así como Stéfanie con Eliza. Y decirle a dos jóvenes que murieron sus amigas y mostrarles, causan daños psicológicos, las hace cuestionarse e incluso creer que tal vez tuvimos algo que ver con una compañera con la que nadie tuvo contacto.

—Señorita Jobs —habla firme y da un paso a mi, controlando la molestia que se ve reflejada en como sus músculos están tensos, su mandíbula marcada y las pequeñas venas resaltan su frente y cuello.— ¿No le parece extraño que todas ustedes estén conectadas ya que trabajan en el mismo Club pero ninguna de ustedes halla tenido un acercamiento o haya hablado tan solamente una vez... con Evie?

Trago saliva y relajo mis hombros.

—No lo creo extraño, solo... no se dieron los tiempos —respondo tranquila— ¿Usted se habla con todos en la comisaría o tan solo con sus compañeros más cercanos?

Él suelta una risa nasal mirando por unos segundos el suelo y luego a mi.

—Vayamos hablarlo en la sala.

— ¿Tiene algún fallecido que mostrarme? ¿Me dirá que murió el perro que pasaba por la acera del Club y me mostrara como es que fue despedazado por algún hombre o animal?

—Eso ya lo veremos en la Sala, ¿No lo cree?

Aprieto mis labios, y sin más salgo de la celda con él. Llegando, me siento frente a él, que saca dos cigarrillos, me ayuda encendiendo el mío como un caballero y luego el suyo.

Solo hay una libreta y pluma en la mesa, con un pequeño cenicero, le doy un chequeo rápido al lugar, aquel espejo que nos refleja a ambos me hace dudar, su serenidad y el que no demuestre nada en su cara me ponen los bellos de punta, como si algo dentro mío me dijera que debo estar a la defensiva.

Evie: Un show PerfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora