Capítulo Cuatro

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Capítulo Cuatro

Un tenso silencio se cernió sobre ellos durante el camino hasta los Jardines de Luxemburgo. Alfonso la había sacado a toda velocidad de casa de su madre y Anahí estaba sin aliento. Pero no tenía ninguna razón para estar nerviosa. Ni asustada. Él era un tipo civilizado, no violento, y ella podía defenderse sola. Así que el silencio no la estaba afectando.

O, al menos, no demasiado.

Cuando Alfonso aparcó, salieron juntos para dar un bonito paseo bajo las sombras de la tarde, pasando por verdes praderas y una vieja fuente de piedra. La mayoría de los paseantes, sin embargo, se había ido o estaba recogiendo para irse. Los payasos, un malabarista con disfraz de arlequín. Enamorados de la mano. Un niño jugando con un aro. Madres llevando carritos con bebés.

Se detuvieron junto a una fuente. Alfonso la encaró. Ella dejó la mente en blanco, igual que había hecho cuando Rémy había estado a punto de golpearla.

–¿Tienes algo que decirme? –preguntó él, tomándole de los brazos con suavidad.

Era el momento de la verdad y Anahí no tenía escapatoria.

–Sí –repuso ella y, conteniendo el aliento, lo miró a los ojos–. Es verdad. Yo lo sé desde esta mañana. Estoy... embarazada.

Él se quedó mirándola una eternidad. Su mente parecía estar funcionando a toda velocidad, barajando posibilidades.

–¿Estás segura?

Alfonso tenía la misma expresión de desconfianza que la noche que habían estado juntos en Sídney, cuando le había preguntado cuándo había estado con Rémy por última vez.

–Bastante segura –contestó ella en voz baja–. Me he hecho la prueba de embarazo esta mañana. Ha salido positivo.

Alfonso no perdió los nervios. Se limitó a sentarse con ella en un banco cercano. Pero era obvio que estaba conmocionado. Parpadeaba a toda velocidad y tenía la mandíbula apretada.

–Sé lo que estás pensando –señaló ella de pronto–. Te preguntas si el bebé es tuyo. Piensas que podrías ser... Crees que igual estoy aprovechando la oportunidad para cargarte con el hijo de Rémy y... –balbució y se interrumpió con lágrimas en los ojos, apartando la vista.

Él le apretó la mano.

–Por favor. Tengo que hacerte esta pregunta. ¿Es mío?

–Sí. Es tuyo. Rémy y yo no habíamos... tenido relaciones desde hacía mucho.

Alfonso la contempló con intensidad, frunciendo el ceño. Luego, se pasó los dedos por el pelo y se puso en pie, sin poder estarse quieto.

–Esto... hay que pensarlo bien –dijo él, caminó unos pasos, se detuvo, caminó otra vez... como un hombre invadido por terribles conflictos. Después de unos minutos, se paró delante de ella.

Anahí cruzó los dedos. Ese era el momento en que el héroe de una novela romántica la tomaría entre sus brazos y le diría que era la noticia más maravillosa del mundo.

–Esta no es la forma ideal de concebir un hijo –dijo él al fin, tras un largo silencio.

–No.

–Tú vives en Sídney, yo vivo aquí. Nos separa una gran distancia...

Anahí cerró los ojos. Él apenas necesitaba palabras para expresar su primer pensamiento, tan racional y materialista como la distancia que los separaba.

–Tú tienes una profesión. Eres una mujer independiente. Está claro que valoras tu autonomía.

–Bueno, sí...

LA NOCHE EN LA QUE EMPEZÓ TODODonde viven las historias. Descúbrelo ahora