El humo de Ricardo se pegaba en mi garganta como queriendo poseerla para que mi voz gritara su sufrimiento. El olor era repugnante y no paraba de toser. Aunque estaba a oscuras, la mente me torturaba con la imagen de mi rostro cubierto con las cenizas y el hollín de sus restos.
Unas manos calientes tocaron mis piernas. No sé si sentí ardor por la temperatura de sus dedos o porque cada célula de mi piel sentía asco por aquel fenómeno asesino. El uniformado recorrió mi cintura con sus manos profanas. De mí sólo brotaban lágrimas cargadas de terror.
No lo entiendo, pero a veces siento que mi cerebro se interrumpe. Ocurre un glitch en mi cabeza como si una interferencia reiniciara todo mi sistema cognitivo y emocional. Un pensamiento tensó cada músculo de mi cuerpo. ¿Qué estoy haciendo? ya no quiero ser una víctima. En un súbito instante, dejé de llorar. Respiré profundo y mi expresión se tornó tranquila. Para sorpresa de mi abusador, me acerqué y lo besé profundamente. Mi lengua entre sus labios lo tomó por sorpresa a tal punto que punto que sus manos quedaron inmóviles. Lamí sus mejillas y su cuello. Planeaba bajar a su pecho, pero me estorbaban las prendas de su uniforme. Él de inmediato se quitó su abrigo y el grueso buso que vestía debajo. Mi boca sobre su pecho se topó un colgante frío con forma de obelisco invertido. Él se retiró el collar y lo dejó a un lado. Seguí lamiendo su torso mientras mis pies trataban de bajar su pantalón. Por su parte, él se disponía a acariciarme, pero, motivada por ello, ascendí por la mitad de sus pectorales con la caricia de la punta de mi lengua y, al llegar a su garganta, clavé mis dientes con toda la fuerza que tuve. Mordí clavando en él toda la ira y la frustración que sentía. Mi cabeza tiraba para uno y otro lado sin aflojar la mordida como si fuera una perra rabiosa. Él tardó unos segundos en reaccionar. Ante la imposibilidad de apartarse de mi cuerpo, empezó descargar puños en mi rostro. No obstante, mis dientes no cedían. Apretaba con toda mi fuerza, ya no tenía cuerpo. En ese momento yo era únicamente mandíbula. Estreché mis párpados, enterré mis uñas y contraje el vientre hasta que todo mi cuerpo empezó a tirar hacia arriba mientras lentamente se iban estallando las fibras y tendones.
Dejé de recibir sus puños. Aún encerrada, mi rostro apuntaba al cielo con el trozo de carne en alto. Mi lengua estaba empapada en líquido hirviente. Las lágrimas que bañaron mi cuerpo no eran suficientes para lavar los rastros del rojo crimen que goteaba desde mi pecho.
▼
Próximo capítulo: ¿Qué sucederá ahora? ¿Qué acabo de hacer ?¿Hay una salida de este lugar? cada día sólo me produce más incertidumbre.
▲
ESTÁS LEYENDO
Una particular crónica del fin
Science Fiction«Siempre pensé que el humo era el alma de la materia, la esencia sagrada que se libera con el fuego. Mi cabeza sangraba por la violenta colisión contra la pared. Escuché un zumbido muy agudo que resonaba por todo mi cráneo. Sentía las manos y las pi...