Capítulo 9

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“Nunca había visto tanta basura junta”

Jieun soltó un suspiro repleto de frustración, viendo directamente a los ojos negruzcos de su colega, colega que estaba pegado a una tabla de madera a la par que escribía frenéticamente sobre la sucia hoja que se encontraba frente a sus narices.

Esto era estúpido, simplemente ridículo.

Sus ojos derrotados se dedicaban a mirar el panorama, panorama que se basaba en el sol dando potentes rayos de calor, y el pasto sucio y plástico de la cancha que sus pies estaban pisando.

Quería irse.

—Aquí tienes la lista por si me tardo mucho.— La chica sintió una presión en su pecho, percibiendo la dura madera entre sus ansiosas manos.

Ah, sí, y también veía cómo los inadaptados de la escuela miraban a cierto azabache con odio y miedo.

Odio porque no querían estar ahí paradotes como tarados, y miedo porque no podían decir que no querían estar ahí paradotes como tarados si no querían ser masacrados por el musculoso mariscal que en esos momentos sacaba un pequeño papel de su maleta negra.

Ahora mismo Lee sólo quería huir de allí, largarse a comer y después dormirse toda la tarde hasta que su mamá llegara y la regañara por holgazana.

—Jungkook, la verdad no creo que sea muy buena idea.— La pelinegra susurró inquieta, tomando con pesadumbre la camisa de su amigo.

Claro que no era buena idea.

En primera, ¿quién le dijo al baboso de Jeon que era muy inteligente abandonar a una flacucha y enana porrista con una bola de adolescentes hormonales flojos y raros en medio de una cancha de fútbol?

¿Quién?

De verdad, díganle quién para pegarle.

Jungkook frunció el ceño y bufó burlón.— Tranquila, ahí está Yoongi.— Dijo apuntando al pálido cuerpo que descansaba acostado en el césped húmedo del campo en un vano intento de relajarla.

Jieun puso los ojos en blanco.

Eso era peor.

Ahora tendría que lidiar con puros chicos que ni siquiera conocía, y aparte, también cargaría con el cadáver de Min.

—No me das mucho consuelo.— Mencionó sin quitarle la vista de encima a Yoongi, sintiendo como un incesante parpadeo en su ojo izquierdo se presentaba.

Señor, juraba que un día de estos iba a terminar eliminando a Jungkook si seguía con sus cosas.

El mariscal rodó los ojos. — No seas llorona, esto no es nada. Tan sólo míralos.— Animó señalando al séquito de varones que estaban aglomerados a unos diez metros de ellos.— La verdad se ve más agresiva una mosca, en mi opinión.

Jieun no dijo nada y terminó volteando a la dirección del dedo contrario, topándose con la patética imagen de un enclenque hurgándose la nariz, y otro que intentaba verse intimidante, tratando de escupir al piso, fallando olímpicamente en la tarea y terminando de mancharse el mentón con su saliva.

Lee sintió cómo sus tripas se revolvían.

—¡Iugh!... Por favor dime qué no te vas a tardar mucho.— Suplicó en medio de un colapso nervioso, tomando sin ningún cuidado las solapas del pelinegro que en esos momentos le prestaba más atención al papel que había sacado de su mochila.

Jeon sacó un suspiro de sus labios, quitándose la sudadera negra que tenía, enseñando sus marcados y poderosos brazos en su máximo esplendor.

Los Calienta bancas ▪Kookv▪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora