3. Dormir es mas acogedor de a dos

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La comida había terminado de una manera tranquila pero no podía quitar mis ojos de Bill

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La comida había terminado de una manera tranquila pero no podía quitar mis ojos de Bill.
Estaba jodida.
Charlie movía sus manos ansiosamente mientras me explicaba algo acerca de un dragón Noruego. Mi cabeza estaba en otra dimensión, mejor dicho en el mayor de los Weasley que jugaba a una partida rápida de ajedrez mágico con Ron.
— Entonces, eso es muy curioso de este dragón ya que...¿Me estas escuchando Bella?- preguntó mi amigo, lo mire asintiendo con la cabeza torpemente.
— Si, es muy interesante Charls solo que estoy un poco cansada fue un día largo pero continúa...- dije sintiendo una mirada que me quemaba en la espalda.
Sabía a la perfección de quien se trataba.
Mi amigo continuó hablando, asentía con la cabeza cuando hacía leves pausas y exclamaba un leve "por supuesto" cuando lograba unir alguna oración. Charlie era lo único que me quedaba, uno de mis tesoros más preciados, lo más parecido a una familia que tenía. Nunca había pasado por mi cabeza hacerle daño.
Siempre fui insegura, en todo. Me daba miedo y me angustiaba caerle mal a la gente, herir a las personas, pero con Charlie era distinto. Me sentía completamente cómoda con él, me sentía muy segura a su alrededor.
Con el paso del tiempo descubrí que eso era tener un mejor amigo.
— Creo que estas muy cansada y se de tus problemas de insomnio ocasional así que anda a descansar, seguimos hablando mañana...- dijo el pelirrojo sentado frente a mi en el sillón, lo miré curiosa mientras una sonrisa se extendía lentamente por mi rostro. Obvserve nuestro alrededor, Ron no se encontraba más (seguramente yacía durmiendo en su habitación) Bill estaba sentado en el sillón individual leyendo un libro cómodamente y alzó la vista cuando tuve el impulso de levantarme.
— ¿Dónde vas a dormir? - pregunto para mí sorpresa y antes de que las palabras salieron atropelladamente de mi boca Charlie respondió: - ¿Por qué tanta curiosidad hermano? - se miraron por unos segundos hasta que de forma tranquila Bill respondió
— Somos muchos, quiero quedarme seguro que no te van a hacer dormir con Charlie. Ya sabes cómo ronca. - dijo divertido.
— No ronco. - aseguró Charls. - además nosotros si compartimos cuarto. Bella duerme con Gins - Trate de no sonrojarme ante la curiosidad de Bill y me despedí de Charlie con un beso en la mejilla.
— Hasta mañana William - siempre le molestó que lo llamara así.
— Hasta mañana Ara. - siempre odie que me dijeran así.
Las escaleras se me hicieron más largas de lo usual.
Las chicas dormían plácidamente cada una en una cama, me di cuenta que Ginny estaba en la cama derecha porque el esponjoso pelo de Hermione sobresalía entre las sábanas de la cama izquierda. Me acosté en el colchón del piso que a pesar de todo se encontraba tentador y cómodo.
Sabia que esto iba a suceder.
Había pasado media hora o mas desde que me encontraba recostada y mi cabeza seguia trabajando a rapida velocidad.
Gire la almohada dos veces para sentir el lado más acogedor.
Nada.
Los intentos no funcionaron. Nunca funcionan.
Me tapé hasta el cuello mientras sentía como mi cuerpo se relajaba de una oleada. Cerré los ojos deseando caer en los brazos de morfeo.
Mi cabeza aún no estaba lista para dormir. Volví a girar a la derecha.
Nada.
Uno
Dos
Tres
Me removí incomoda
Cuatro
Cinco
Mi cabello se encontraba pegado a mi rostro
Seis
Siete
Ocho
Nueve
En algún momento había quedado boca arriba con la vista pegada en el techo.
Diez
Once.
Basta Arabella.
Lentamente corrí las sábanas que envolvían mi cuerpo, caminé tratando de no pisar ninguna tabla de madera que pudiera rechinar y me acerque hasta la puerta.
— Alohomora. - Dije en un susurro, ya que no quería despertar a las chicas que se encontraban perfectamente dormidas.
Lentamente me deslicé por las escaleras de manera sigilosa, no me había dado cuenta de lo tarde que era, el cielo se encontraba como un pergamino empapado de tinta. Las estrellas eran una locura, brillaban como nunca. El silencio no solo se escuchaba si no que se sentía en el ambiente. Estaba tan concentrada apreciando el firmamento que se veía a través del ventanal de la sala de estar que tardé en sentir unos pasos escurridizos, me quedé levemente helada tenía que actuar de alguna manera y mi instinto fue sacar mi varita del bolsillo trasero de mi pijama, no tarde mucho en tomar la decisión: Con un movimiento brusco giré y choque de manera abrupta contra el pecho de mi "enemigo". La escasa luz evitaba que pudiera ver con claridad, un olor a miel me inundó rápidamente
— ¿Bill? - pregunte confundida e inconscientemente posé mis manos sobre su pecho. Aún tensa por la situación no me di cuenta que la distancia que nos acortaba era una silla de madera. Sus ojos seguían clavados en mí, pero todo cambió cuando tropecé con la silla, el la tomó antes de que se estrellara contra el suelo y el ruido despertara a todos en la casa, pero yo no tuve la misma suerte y caí al piso torpemente.
Soltó una pequeña carcajada que trato de disimular.
— Por Merlín Ara, ¿estás bien? - Rápidamente y aún a oscuras, me tomo de una mano y me levanto del suelo con facilidad, como si pesara lo mismo que una pluma.
Merlín, al recordar sus brazos trabajados comprendí todo.
Torpemente tomé del piso mi varita para poder encender algunas luces.
— ¡Qué susto me diste! - exclame. Mi voz aún se notaba temblorosa.
— Extrañaba tu acento Ara- dijo pícaro. Su voz tenía un toque sensual que me destruía.
Nací en un frío diciembre en Luisiana, Estados Unidos. Mi padre era Americano y con mi madre se divorciaron cuando yo tenía tan solo cuatro años de edad, tomaron la decisión de que ella se quedara con la custodia y me trajo a vivir en Londres, con el tiempo me entere que mi padre se había casado con otra mujer y no supe nada de él, tampoco era de mi interes. Pero conservaba un deje de su acento que solo se escapaba cuando me encontraba nerviosa o alterada, incluso ya ni se notaba con la misma intensidad a comparación de cuando era niña.
Lo miré melancólica aún no entendía que poseía para generar ese sentimiento profundo en mi pecho que me dejaba sin aliento. Incluso después de todo lo que había sucedido. No podía mantenerme alejada de él.
— ¿Por qué sigues diciéndome Ara? ya pasaron tantos años - cuestione tomando coraje y caminando hacia la cocina, él siguió mis pasos y se recargo sobre la mesa de madera mientras me miraba tranquilamente.
— Adivino insomnio ocasional y vas a recurrir a un vaso de leche caliente con un cubito de coco bañado con helado de Honeydukes dentro, ¿o me equivocó? - preguntó alzando una ceja. Mi respiración estaba entrecortada mientras que con mi muñeca seguía moviendo mi varita para sacar la taza y la leche. Se acordaba de cada detalle sin importar cuánto tiempo había pasado. Una pequeña sonrisa se fue expandiendo lentamente por mis labios.
— Muchos dijeron que es por el estrés, otros que empezó después de la pérdida de mi madre. Yo no creo que haya sido por una de ellas, fue por todo. Sufrí demasiadas situaciones en ese entonces para que se deba solo a una, William - dije lentamente mientras buscaba con la mirada la clásica bolsa con los cubos de coco de Honeydukes que los gemelos traían todos los años de Hogsmeade.
— Aquí están- dijo Bill pasándome la bolsa que se encontraba en una alacena a su derecha. "Gracias" solté lentamente y me analizó con la mirada.
El cubo de coco se derretía lentamente en mi taza de leche caliente. Después de darle un sorbo y sentir como todo mi cuerpo se relajaba caminé hacia el sillón más grande de la sala de estar sin decir una palabra. Bill me miraba atento, un poco indecisa palmie a mi lado indicando que se sentara junto a mí. Me cubrí con una manta tejida por Molly que se encontraba un poco desgastada y tenía muchos colores pero era lo mas caliente que existía.
— ¿Qué hacías despierto? - pregunté una vez que se sentó a mi lado
— No podía conciliar el sueño, Ara...- dijo a propósito. Retome el tema de mi apodo:
— ¿Por qué elegiste decirme Ara cuando nos conocimos teniendo tantos apodos para ponerme William? - cuestione dando otro sorbo a mi bebida. Soltó una pequeña risita y me miró curioso, como si me analizará.
— Cuando nos conocimos todo el mundo a nuestro alrededor te llamaba "Bella" y yo simplemente quería ser diferente, quería sentir un privilegio al ser el único que te llamara de esa forma. Nuestra relación era distinta, como el apodo que utilizaba. - lo medite por un segundo. Hablar acerca de nuestra "relación" me ponía nerviosa.
— ¿Cómo no me odias?- soltó luego de un rato en silencio y mientras tomaba un libro que se encontraba en la mesa de madera frente a nosotros, en un intento de mantener sus manos ocupadas.
— ¿Odiarte? - pregunte. - yo nunca podría odiarte.
Sus ojos celestes eran una perdición. Un mar de zafiros.
— Me fui sin decirte nada, cuando meses atrás estábamos besándonos a hurtadillas cuando pasaste navidad con nosotros y pasabas vacaciones en mi casa como si fuera la tuya - le rogué que bajara el tono de voz. - pensé que reaccionarías distinto al verme. - trague en seco. Podría estarlo.
Podría estar dolida.
Pero lo había extrañado tanto que no gastaría segundos de mi tiempo con él enojada o distanciada.
Lo había superado
Había crecido
Había seguido mi vida.
Había estado involucrada sentimentalmente en otra relación incluso.
Era parte de mi pasado.
¿Verdad?
Nunca se me había ocurrido que él pensara eso. En mi cabeza Bill lo veía como algo muy de adolescentes, sin tanta importancia, esos amores que recuerdas con añoranza y nada más.
Quizás estaba errada.
— No estoy de ánimos para hablar de esto, quizás en otro momento.- respondí acercándome a él y me lanzó una sonrisa encantadora mientras ojeaba el libro con desinterés.
Si hablaba de esto con él, tendría que hablar de demasiadas cosas que tenía guardadas hace años. No era el momento adecuado para hacer una inmersión tan profunda en mis sentimientos
Mi vista se centró en la desgastada tapa del libro con una hermosa caligrafía dorada donde se leía el nombre "Adeena".
— Que hermoso nombre - susurré mirando el libro, pero el pelirrojo llegó a escucharme.
— A mí también me encantó, es el nombre de la protagonista, recuerdo haber leído este libro cuando era adolescente.
— ¿De qué se trata? - cuestione.
— Un amor complicado que los protagonistas deciden mantener en privado, ella es la chica más hermosa que él vio alguna vez y ella se siente débil cada vez que lo tiene cerca. - dijo concentrado. Alce una ceja.
— Estas bromeando, ¿verdad? - cuestione asombrada. Negó con la cabeza divertido.
— ¿Qué? ¿Te hace acordar a alguien? - Mi corazón se detuvo por un segundo. Mis mejillas estaban rosadas, podía sentirlo.
— Leí uno similar hace unos años - necesitaba cambiar de tema
— Algunas cosas no cambian. - comentó mirándome.- como tu amor por los libros.
— Es el único momento en el que mi cabeza no piensa acerca de mil cosas al mismo tiempo. Es el único momento en el que solo estoy centrada en algo que me otorga paz. - me mostró una pequeña sonrisa
— Eres digna de Ravenclaw. - reí ante su comentario.
— Gracias por hacerme compañía... - dije dejando la taza, ahora vacia, en la mesa - aunque se que no voy a poder dormir tan fácilmente...- me puse de pie y su voz me frenó.
— Entonces quédate. - mi cara de confusión le causó gracia. Me mostró el libro sobre su mano derecha.
— ¿Vas a ponerte a leer a esta hora?
— No volví de Egipto hace mucho Ara, sigo complicado con el tema de los horarios, hace semanas que me cuesta conciliar el sueño. - se acomodó en el sillón y abrió el libro. - así que si decides hacerme compañía...- respire por la boca. No podía creer esto. Hace menos de veinticuatro horas me había vuelto a encontrar con él y ya estaba siguiéndolo como una adolescente enamorada.
— No lo sé... - dije confundida. Alzó los hombros, dándome a entender que la decisión quedaba en mi. Si subía a mi cuarto me quedaría otra hora más mirando el techo, rogando quedarme dormida.
No estaba haciendo nada malo quedándome a las tres de la mañana leyendo un libro con Bill Weasley, era algo completamente inocente.
Lo medite un segundo
— Bien...- murmuré rendida. El hecho de estar tan cerca de él alteraba todos mis nervios, incluso si hace días atrás me dirias que volvería a estar tan cerca de Bill otra vez no lo creería, pero era una mujer adulta, ya no caía tan fácil ante los encantos del pelirrojo.
Me senté a su lado tapandome con la manta, comenzó leyendo en voz alta pero sin alzar demasiado el tono de voz, lo que menos pretendía era levantar a alguien a estas horas.
Creo que estábamos en el final del segundo capítulo del libro, cuando mis ojos empezaban a querer cerrarse y ni siquiera lo interesante de la historia o el calor de nuestros dos cuerpos cerca podían detenerlos. Estaba cayendo rendida en un sueño, para dormir profundamente como no lo hacía hace tanto tiempo. Tendría que irme a mi habitación, tendría que movilizarme, pero me encontraba demasiado cómoda a su lado. Me moví lentamente y mi cabeza se apoyó sobre un hombro firme. Me removí para estar más cómoda. Me sentía cómoda y segura, con una sensación de añoranza efímera en el estómago, después de tanto tiempo.
A pesar de que luche, caí en los brazos de morfeo como nunca.




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Hola a tod@s! Como estan? Estoy super emocionada por la edición de esta novela. Espero que les este gustando tanto como a mi.
Estuve teniendo problemas con el tiempo, para seguir publicando capitulos y con Wattpad que estuvo teniendo errores a la hora de guardar las actualizaciones.
Saben que pueden dejarme sus opiniones, sugerencias y comentarios siempre con respeto y desde el punto de vista de ustedes como lectores. Todo es recibido.
- @itsDorins 2023

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