11. Torneo de los tres magos

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<< — Mira esos zapatos - dijo Anya con una mano sobre la vidriera del local

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<< — Mira esos zapatos - dijo Anya con una mano sobre la vidriera del local. - salen lo mismo que alimentar a un país en desarrollo, pero son tan lindos.
— Ten. - dije dándole mi billetera - fijate si tienen de nuestra talla. - Me miró asombrada.
— Eres lo mejor. - me beso la coronilla antes de salir corriendo dentro de la tienda. Anya era la persona más dulce del universo, pero la más desdicha al mismo tiempo. No podía arriesgarse a tener hijos por una maldición que había caído en su familia hace años, ella aun seguía aprendiendo a vivir con eso. Por eso se desvivía por sus sobrinas.
Dejé de pensar en mi amiga y me concentré en la librería que se encontraba del otro lado de la calle. Para ser un día de semana las calles estaban repletas de magos de todas las edades.
Abrí la puerta de la librería, una campana resonó por el lugar alertando a los dueños, unos señores regordetes y de cabello blanco.
— Buen día Arabella. - dijo la señora Winston desde el otro lado del mostrador
— Buenos días, ¿cómo se encuentra? - cuestione acercándome al estante con libros de criaturas mágicas.
— Mucho mejor que la última vez que viniste, ese sector está en descuento por si te interesa saber.  - comentó terminando de envolver un pedido con papel madera. - voy al depósito a ayudar a mi marido, me llamas si necesitas algo niña.
— Por supuesto. - aseguré mientras seguía mirando los libros.
Eran todos libros de magos, había diferentes ediciones de "Animales Fantásticos" de Newt Scamander y en la estantería que se encontraba a mi derecha había algunos de Quidditch. Cuando dejé uno de los libros de vuelta en el estante la campana volvió a sonar.
No, no.
Se quedó paralizado al verme.
— Arabella. - dijo como si pronunciar mi nombre fuera un manjar.
— Hola Logan - dije "tratando" de sonar cortante. Su cabello se encontraba divino y tenía su uniforme del trabajo, su turno en San Mungo debería haber terminado hace poco. Se veía lindo.
Centrate Arabella.
— Siento que no te veo desde hace mucho tiempo. - comentó. Era verdad, pasamos de casi vivir juntos a perder el contacto  - y realmente necesitamos hablar.
— No creo. - dude. A pesar de que yo había sido la que tomó la decisión de terminar la relación, él había estado resentido por eso y hablando de mas por ahí.
— Tengo mucho que explicarte. - aseguro. Mire sus ojos oscuros y lo dude.
— Quizás en unas semanas, cuando me libere de unos asuntos relacionados con el trabajo, nos podamos reunir. - me miró esperanzado.
— Eso sería genial. - comentó. Le sonreí un poco incómoda. Note a Anya salir de la tienda de enfrente. - Me tengo que ir pero cuando esté libre te escribiré. - sus ojos brillaron. Sali por la puerta rápidamente, escapándome de la situación antes de que mi amiga me perdiera de vista.
— Te estaba buscando. - dijo frustrada. - no tenían nuestro talle de zapatos. - mire en dirección a la librería mientras seguíamos caminando
— ¿Qué sucede? - pregunto curiosa.
— No tienes idea a quien me encontré.>>

— Realmente eres estupida. - dijo Charlie quitándose tierra de las manos. Lo miré asombrada. - eres estúpida con todas las letras. - le di un zape.
— No pude decir otra cosa. - comente enfadada.
— No te puede dominar su uniforme de San Mungo y su sonrisa. - si supiera que por unas Peonias y simples palabras casi besaba al idiota de su hermano hace días atras le daría un infarto. Por eso lo alejé. No estaba enojada con él, pero si lo estaba conmigo misma por permitirme sentir tanto. No podía sufrir así otra vez.
Saqué al hermano de Charlie de mis pensamientos rápidamente.
— La gente merece segundas oportunidades. - me justifique. - de todas formas no pienso hablar con él por ahora.
— ¿Así que le mentiste? - preguntó mi amigo. Los terrenos de mi vieja escuela se alzaban detrás de él.
- No...- dije.- en parte.-  Mire detalladamente a Charlie, su piel bastante bronceada y pecosa y esa nueva quemadura en la parte exterior de su antebrazo.
— Estoy bien. - aseguro cuando me noto atisbandola con un semblante preocupado - no me recuerdes a mi madre.
— No iba a decir nada. Solo que quizás podrías tener mas cuidado.
— Son dragones Bella, lo sabes mas que nadie. Aunque tome todas las precauciones existentes estas cosas pasan. - hizo una pausa y me miró pensativo. - además es lo que amo hacer. Cuando éramos adolescentes tu vivías fascinada por la astronomía porque era lo que amabas tanto como...
— Estudiar las constelaciones no ponía en peligro mis extremidades - asegure divertida.
— Hablando de eso - dijo pensativo. - ¿por qué no sigues con tu admiración por la Astronomía? - En mi época en Hogwarts me encantaban las clases de astronomía (tanto o más como la de cuidado con las criaturas mágicas) y eso potencio mi amor hacia los astros.
— No trates de cambiar de tema, sabes que dejé de estudiar y apasionarme con ello hace muchos años. Fue una etapa en mi vida que terminó como muchas cosas de ese...
— Hay un problema con el Colacuerno...- una voz que se acercaba entre los árboles nos descolocó. Era Josh, un chico Irlandes, de piel morena y ojos oscuros que había empezado a trabajar hace poco, pero estaba bien calificado para este agotador trabajo. Con Charlie nos movilizamos rápido. Llegamos hasta la división donde ocho magos de diferentes edades trataban de controlar al dragón.
— Está muy alterado, ¿qué hacemos? - cuestiono Josh. Miré a Charlie por un momento, yo era la "jefa", la conexión directa con el ministerio. Tenía que corroborar que todo saliera a la perfección. Pero yo había estudiado todo el mundo de criaturas mágicas para llegar a donde lo había hecho, no me había especializado en Dragones. Respire hondo y recordé que podía dar miedo, esa boca gigante o el fuego que lanzaba, pero seguía siendo una criatura.
— No intensifiquen el agarre a su cuello. - casi grité mientras me movía por la zona. - hay que utilizar un hechizo, rápido. - Charlie me tiró de la cintura con un brazo para movernos con velocidad cuando lanzó una bocanada de fuego a donde nos encontrábamos.
— ¡No te acerques, Hagrid! - grito mi amigo soltando mi agarre. Ni siquiera me dio tiempo a voltear porque el dragón estaba comenzando a tirar demasiado del collar de cuero que tenía sobre su cuello.
— Mierda. - murmure moviéndome rápido. - se está volviendo peligroso.
— ¿Encantamientos Aturdidores? - preguntó Josh sin perdernos el paso. Miré a Charlie en busca de aprobación, era el momento indicado. Mi amigo asintió con la cabeza sutilmente.
Charlie y Josh se acercaron al resto de los cuidadores dejándome sola a unos metros del dragón. Todos sacaron las varitas.
— ¡Encantamientos aturdidores cuando cuente tres! - grite. - uno...dos...
¡Desmaius! - exclamaron al unísono. Los encantamientos aturdidores salieron disparados en la oscuridad como bengalas y se deshicieron en una lluvia de estrellas al chocar contra la escamosa piel del dragón.
— Aseguren cuerdas, y usen estacas de hierro, pero no tensen tanto los collares. Si sienten demasiada presión se van a alterar. - dije dando órdenes. Me acerqué a la valla cuando me aseguré de que todos estaban acatando mis órdenes. Charlie me siguió agotado y jadeando.
— ¿Va todo bien Hagrid? - cuestione ajustando mi cabello en una coleta alta, no quería que me molestara si tenía que estar moviendome de un lado para el otro, tampoco quería que terminará incinerado.
— Ahora no deberían darnos problemas. Les dimos una dosis adormecedora para traerlos, porque pensamos que sería preferible que despertaran en la oscuridad y tranquilidad de la noche, pero ya has visto que no les hizo mucha gracia, ninguna gracia... - comentó el pelirrojo hablando de las criaturas.
— ¿De qué razas son?- inquirió Hagrid mirando al dragón más cercano
— Éste es un colacuerno húngaro - explicó Charlie - Por allí hay un galés verde común, que es el más pequeño; un hocicorto sueco, que es el azul plateado, y un bola de fuego chino, el rojo.
— El Ridgback Noruego es una belleza y casi se deciden por traerlo. Es una lastima que no lo hayan hecho. - acote. Seguí la mirada de Charlie que conducia a Madame Maxime, que se alejaba siguiendo el borde de la empalizada para ir a observar los dragones dormidos.
— No sabía que la ibas a traer, Hagrid - dijo Charlie, ceñudo- . Se supone que los campeones no tienen que saber nada de lo que les va a tocar, y ahora ella se lo dirá a su alumna, ¿no?
— Sólo pensé que le gustaría verlos. - Hagrid se encogió de hombros, sin dejar de mirar embelesado a los dragones.
- ¡Vaya cita romántica, Hagrid! - exclamó Charlie con sorna. Le di un sutil golpecito en las costillas con el codo a mi amigo.
— Cuatro... uno para cada campeón, ¿no? ¿Qué tendrán que hacer?, ¿luchar contra ellos?
— No, sólo burlarlos, según creo -repuso Charlie.
— Van a estar cerca, por si la cosa se pusiera fea, y tenemos preparados encantamientos extinguidores. Nos pidieron que fueran hembras en período de incubación. Pero te digo una cosa...no envidio al que le toque el colacuerno.
— Un bicho fiero de verdad. - comentó mi amigo que tenía más experiencia con ese dragón. - La cola es tan peligrosa como el cuerno, mira.
Charlie señaló la cola del colacuerno, y los largos pinchos de color bronce brillaron ante la luz de la luna y las antorchas que iluminaban el sector.
Cinco de los compañeros de Charlie se acercaron en aquel momento al colacuerno llevando sobre una manta una nidada de enormes huevos que parecían de granito gris, y los colocaron con cuidado al lado del animal. A Hagrid se le escapó un gemido de anhelo.
— Los tengo contados, Hagrid - le advirtió Charlie con severidad.
— ¿Qué tal está Harry? - cuestione preocupada de que cualquier niño de catorce años tuviera que enfrentarse a un dragón. Yo que había pasado años estudiando criaturas, y era adulta a veces me ponía los pelos de punta acercarme, no quería imaginarme a un adolescente
— Bien - respondió Hagrid, sin apartar los ojos de los huevos.
— Pues espero que siga bien después de enfrentarse con éstos - comentó Charlie en tono grave, mirando por encima del cercado-. Ninguno de los dos se ha atrevido a decirle a mi madre lo que le esperaba en la primera prueba, porque ya le ha dado un ataque de nervios pensando en él... - Charlie imitó la voz casi histérica de su madre que resonó por la madriguera cuando fuimos a almorzar a su casa días antes de que Bill me ayudara con mi mudanza —: «¡Cómo lo dejan participar en el Torneo, con lo pequeño que es! ¡Creí que iba a haber un poco de seguridad, creí que iban a poner una edad mínima!» Se puso a llorar a lágrima viva con el artículo de El Profeta. «¡Todavía llora cuando piensa en sus padres! ¡Nunca me lo hubiera imaginado! ¡Pobrecillo!».

La prueba llegó con rapidez, pero el clima era molesto. El viento despeinaba mi cabello demasiado y como necesitaba estar lista por si había que intervenir o tomar decisiones termine atándolo en una coleta baja, también estaba vestida con jeans y un abrigo no muy pesado, algo cómodo.
— Bella. - dijo una voz a lo lejos. Ginny bajó con rapidez de las tribunas. Yo me encontraba en las afueras de una carpa, el resto de los trabajadores se encontraban adentro y preparados ya que tenian que estar alerta. Faltaban veinte minutos para empezar y todo tenía que estar listo y preparado. La joven Weasley me abrazó de manera tierna.
— No sabía que te vería aquí. - le acaricie el cabello que tanto me hacía acordar al de sus hermanos.
En personalidad Ginny era la más parecida a Bill, con ese sentido aventurero y de valentía. Por eso tenían una relación tan estrecha.
— Estoy trabajando. - le comente. Baje la voz antes de decir: - hay dragones. - sus ojos se iluminaron en una mezcla de preocupación y emoción.
— Eso significa...- empezó a decir.
— Charlie está en la carpa. - señale la tienda blanca cerca nuestro - después de la prueba tenía en mente saludarlos.
— ¿Puedo ir? Por favor, quiero saludarlo antes de que empiece. - rogo.
— Tus hermanos me van a matar y si te ven estoy en problemas. - se mordió el labio de abajo a manera de súplica. Parecía que me costaba resistirme a los Weasleys. - ve rápido y entra por detrás, no tardes más de cinco minutos Ginny. - asintió con la cabeza repetidas veces.
        
Estuve con un nudo en la garganta por los nervios, como si la que fuera a burlar los dragones fuera yo.
No solo estaba preocupada por Harry al cual le había ido de maravilla. El hijo de Amos también era muy joven para vivir esta situación, Krum parecía que lo manejaba sin problema alguno, pero a mi me parecía terrible todo el asunto. La única chica en el torneo era genial, rubia y de ojos claros con un detonante acento francés, también estuve preocupada por ella y ni siquiera conocía del todo su nombre Fleur delacor...delacuer...algo así.
Cuando la prueba terminó todos se encontraban contentos y extasiados.
Me reuní con los hermanos Weasley en nuestro camino para volver al colegio.
— Felicidades Harry. - dije mirando al ojiverde. - lo hiciste genial, eres muy valiente. - asegure. El chico de anteojos se sonrojo y me agradeció de manera tímida.
— Te estuvimos mirando desde las gradas. - dijo Fred.
— Y luces genial toda vestida para dar órdenes y poner en orden el mundo de los animales fantásticos. - solté una carcajada ante ese comentario por parte de George.
— Que raro que no estés pegada a nuestro hermano. - comentó Fred. Charlie hablaba con Harry a unos metros delante nuestro.
— Charls está literalmente...- alce una ceja preocupada. - ¿de qué hermano hablan?
— Bill. - respondieron al unísono.
— No sé qué teorías tienen en esas traviesas cabezas pero más vale que las eliminen, a todas de ellas.
— Lo que tú digas. - comentó Fred muy tranquilo. Trague en seco. Toda la situación me ponía nerviosa - ¿quieres? - cuestiono mostrándome unos caramelos de curiosa procedencia. Charlie estaba ahora con Ginny caminando con rapidez mas adelante nuestro, Ron con Harry y Hermione. No tenía a nadie a quien consultarle.
— Paso chicos. - asegure divertida. Los conocía como si fueran mis hermanos.
— Tu te lo pierdes. - dijo George divertido y de manera picara.

A pesar de todo, el trabajo estuvo tranquilo, tuvimos que armar todo un plan para tranquilizar a los dragones que se encontraban histéricos pero nadie había salido muerto...o con heridas fatales y eso era lo bueno. Había sido lindo pasear por los terrenos de mi vieja escuela aunque no tuve el tiempo que me hubiese gustado. Volver a Hogwarts siempre tenia su magia

Invisible String ⟶ B. Weasley  [EN EDICION]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora