8. Orden

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William

Había escuchando un ruido afuera. Tal vez había sido solo el viento... esperaba que fuera sólo eso.

Se podía decir que tenía el oído entrenado, jamás, ni siquiera dormido dejaba de estar alerta y menos... con Olivia cerca.

Me giré un instante para verla. Dormida plácidamente. Suspiré inconscientemente y acaricie su mejilla. ¿Por qué parecía verse aún más hermosa cuando dormía?

Otra vez el ruido. Alguien se estaba acercando.

Me cambié lo más rápido que pude, salí de la habitación y me acerque a la puerta de entrada.

Definitivamente había alguien del otro lado.

- William. ¿Estás ahí?

Respire entre aliviado y molesto: - Carajo Edgar casi me matas de un infarto. - maldito idiota. Iba a matarlo.

- Lo siento. - parecía que mi comentario le había causado gracia. - No abras, voy por el patio. Tengo que hablar contigo.

Rodé los ojos y fui hasta donde me había dicho.

- ¿Noche movida? - preguntó en cuanto abrí la puerta. - Estás completamente despeinado. - en su cara de dibujo una tonta sonrisa torcida. Sabía lo que estaba queriendo insinuar.

Volví a rodar los ojos, ya me estaba poniendo de mal humor: - Estaba durmiendo. - respondí, intentando cortar de raíz cualquier cosa que se le ocurriera.

- Y supongo que ese arañazo te lo hiciste solo. - rió por lo bajo mientras me miraba el lugar que había señalado.

- Cierra el pico. - le replique volviéndome hacia un perchero y poniéndome una campera que de allí colgaba. - ¿Qué quieres aquí a esta hora? - ya estaba completamente de mal humor. Esperaba que lo que fuera que había venido a decir fuera interesante.

- Tengo novedades. - le hice un gesto para que se alejara, no quería que Olivia escuchara. Caminamos hasta la mitad del patio. - Me pediste que averiguara si lo que dijo Theo era verdad ¿No es así?

- Baja la voz maldita sea. Que está adentro. - respondí mirando hacia atrás y corroborando que no hubiera movimientos en la casa.

- Supuse que estaba aquí. ¿Con quien más dormirías? - ¿Enserio? ¿Todavía seguía con lo mismo? Él rió y yo rodé los ojos.

- ¿Qué averiguaste? - pregunté con brusquedad.

- Tranquilo hermanito, estamos hablando de sexo no de canibalismo.

- Bien, si viniste sólo a esto puedes irte. Gracias por nada. - me giré y comencé a caminar hacia la casa.

- Fui a ver a Theo. - volví a mirarlo, incrédulo. - Si, está bien. El maldito encontró una forma de distraer a los guardias mientras ustedes escapaban y por algún milagro logró hacer que no lo maten. Hacerse el loco le sale muy bien al parecer. Los guardias terminaron creyendo que entraron a su casa y que él ni cuenta se había dado.

- Es bueno saber que está bien pero necesito la información. - me crucé de brazos esperando la respuesta.

- Ni una noche de rasguños con Liv te cambia el humor ¿Eh? - sonrió maliciosamente.

- ¡Basta Edgar! - ya me estaba sacando de quicio, una palabra más y juraba que le iba a romper la cara a golpes.

- Él jura que lo que dijo es verdad. Lo dijo porque creyó que lo iban a matar y necesitaba decirle lo que sabía. - se comenzó a despeinar con la mano, cosa que hacía cuando estaba nervioso.

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