—¡Sarah!
—¿Qué le sucede? —preguntó Clara María agachándose al otro lado de Rodrigo, seguida por su esposo y por doña Mencía.
—No lo sé —declaró con gran preocupación Rodrigo.
—Desabrochadle por detrás el vestido, que pueda respirar —señaló Clara María tocándole la frente—. Hace un rato se mareó cuando estuvimos en la alcoba, pero no le dio mayor importancia —volvió a decir Clara María.
—¿Se mareó? ¿Y por qué me entero ahora? —preguntó Rodrigo elevando la voz.
—No llegó a desmayarse del todo, don Rodrigo —intentó justificar Clara María a su amiga—. Solo se sintió indispuesta. Cuando bajamos despacio la escalera y vimos llegar a doña Mencía, se nos olvidó por completo.
—¡Maldita sea! No debí traerla a este viaje —dijo Rodrigo.
—Quizá el motivo de mi llegada, haya provocado el desmayo —añadió doña Mencía sintiéndose culpable.
Rodrigo sostenía el cuerpo inerte de Sarah con la ansiedad reflejada en el rostro, pero no fue capaz de contestar a la joven. Sin embargo, Clara María añadió:
—No..., conozco a Sarah y ella es una persona fuerte. Además, puedo asegurarles que se sintió mareada cuando subimos a la alcoba y fue antes de que vos llegarais, doña Mencía.
—¿Desde cuándo está así? —preguntó Diego de la Cueva a Rodrigo.
—No lo sé. No tenía constancia de que se encontrase mal. Durante el camino, no mostró signos de encontrarse indispuesta... —repitió Rodrigo sintiéndose culpable por no haber sabido percibir que algo le estaba sucediendo a su esposa.
En ese instante, Sarah parpadeó, intentando abrir los ojos, moviendo la cabeza de un lado a otro.
—Parece que se está despertando —señaló Diego de la Cueva.
—Diego, acercaos a la cocina y traed un poco de agua para Sarah —le pidió Clara María a su esposo.
—Ahora mismo voy —contestó Diego a su esposa, levantándose del suelo—. Os lo traigo de inmediato.
—No debí contar lo que sabía del Inquisidor delante de vuestra esposa. Debe haberle afectado y la preocupación por la situación...
—No os culpéis. Vos, no podíais saberlo... —dijo Rodrigo sin mirar a la joven.
Sarah terminó de abrir los ojos y contempló a varias personas encima de ella, dándose cuenta de que estaba tumbada en el suelo y que Rodrigo le sujetaba la cabeza.
—¿Qué sucede? ¿De qué debía enterarme? —preguntó Sarah sin acordarse de nada.
—Os habéis mareado. ¿Por qué no me habíais dicho que os encontrabais mal? —exigió saber Rodrigo con cara de preocupación.
Sarah no supo qué decir e intentó incorporarse, pero Rodrigo no se lo permitió.
—No hagáis ningún esfuerzo. Esperad, que yo os levante del suelo —dijo Rodrigo pasándole los brazos por debajo de las piernas y agarrándola con firmeza de la espalda para levantarla.
—Puedo ponerme de pie. No es necesario... —intentó explicarle Sarah a su esposo.
Sin embargo, las palabras cayeron en saco roto porque Rodrigo no atendió a razones y la llevó hasta un sillón, sentándola con extrema delicadeza. Sin saber qué hacer, Rodrigo se agachó a su lado, sosteniéndole las manos y mirándola con un desasosiego del que le era imposible disimular.
ESTÁS LEYENDO
JURAMENTO DE HONOR (COMPLETA) # 2 SAGA MEDIEVAL #PGP2023 #FlowersA
Historical FictionAlgo iba mal. Y de un modo terrible, Sarah lo sabía. Se le secó la boca mientras su corazón le latía con estruendo. Por la cuesta empedrada podía escucharse el sonido producido por los cascos de los caballos de esos enemigos que portaban la cruz. Y...