Mientras Isaac ponía al tanto a su esposa de lo acontecido en el día, Sarah escuchaba la conversación sin prestar atención. Sentada en la mesa, esperaba que Esther repartiera la comida; el día había avanzado sin darse cuenta y era ya mediodía, hora de comer. Colocando una cazuela de barro en el centro de la mesa, Sarah cogió una hogaza de pan que esa mañana había visto cocer a Esther entre las cenizas del fuego y esperó a que le sirvieran.
Cuando Isaac se sentó en su sitio habitual y observó el semblante alicaído y abatido de la joven, frunció el ceño; la tristeza que se entreveía en la mirada perdida y los ojos apagados de Sarah lo decían todo. Esa joven parecía estar muerta en vida.
Esther sirvió primero a su esposo y cuando observó que no empezaba a comer, desvió la vista hacia donde él miraba y al instante, descubrió la razón.
-¿Sarah, os sucede algo? -preguntó Esther.
Sarah suspiró sin ser consciente de la pregunta de Esther, ni de la preocupación de los ancianos. La noche anterior, había llorado en silencio sobre su camastro, para no despertar al matrimonio. Estaban mayores y no quería que sus parientes se afligieran o se apenaran por el terrible conflicto interior por el que estaba pasando, pero los ojos le escocían después una larga noche de insomnio y la fatiga por no haber dormido bien, estaba pudiendo con ella. No tenía ni pizca de ganas de comer.
Isaac realizó un movimiento negativo con la cabeza para indicar a su esposa que la joven ni se había percatado. Así que, sentándose enfrente de ella, Isaac intentó llamar de nuevo su atención cogiendo la mano de la muchacha.
-¿Sarah?
Sarah levantó entonces la cabeza y contempló cómo Isaac aferraba su mano. Saliendo de forma repentina de su ensimismamiento, se avergonzó.
-Lo siento, me he quedado embobada, Isaac. ¿Me preguntabais algo?
-Sí, pero primero comed; Esther ha estado toda la mañana preparando la comida como para que se desperdicie -mirándola detenidamente, Isaac susurró las siguientes palabras-. Creo que hay algo que os preocupa en demasía y que no nos habéis contado, ¿estoy equivocado?
La callada respuesta de Sarah confirmó lo que Isaac tanto se temía.
-Sabed que aquí, estaréis a salvo. No debéis preocuparos por nada.
-No se trata de eso Isaac... -declaró Sarah.
-¿Y de qué se trata pues? -preguntó con dulzura Esther.
Sarah clavó su mirada en ambos y bajando el rostro tardó en contestar.
-De todo...
-¿Y qué es eso <<todo>> que tanto os preocupa?
Sarah se tapó con las manos el rostro, incapaz de expresar sus sentimientos, sus dudas y sus temores.
-Tengo miedo, Isaac. No quiero acabar como mi padre. Tengo miedo a morir... Creo que soy una cobarde.
Esther, apenada apenada por aquellas palabras, se sentó al lado de la joven y le pasó el brazo por encima de los hombros intentando consolarla.
-Y encima, cada noche revivo la angustia de su muerte. Han pasado más de tres meses y sigo echando de menos a mi padre, mi casa, mi vida...
-No podemos evitar sentir miedo y más en estos tiempos tan inciertos donde nuestra gente abandona la tierra que nos vio nacer. Tendríais que ser de piedra... -contestó Isaac mientras un prolongado silencio se cernía entre ellos-. Cuando vuestro padre asumió la labor de curar a esos dos hombres, sabía el riesgo que corría. Nunca debió hacerlo, por lo menos debió pensar en vos -dijo Isaac.
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JURAMENTO DE HONOR (COMPLETA) # 2 SAGA MEDIEVAL #PGP2023 #FlowersA
Ficción históricaAlgo iba mal. Y de un modo terrible, Sarah lo sabía. Se le secó la boca mientras su corazón le latía con estruendo. Por la cuesta empedrada podía escucharse el sonido producido por los cascos de los caballos de esos enemigos que portaban la cruz. Y...