Una historia en donde Harry Styles y su ex asistente se ven atrapados por la incertidumbre de una nueva relación que están compartiendo, fuera de lo laboral, de las cámaras y el público en general.
Ambos sabiendo todo del otro, aguantando sus difer...
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Harry
Desde el trabajo de Anna le informaron que el evento se aplazaba tres días más. Y fue perfecto considerando que nos dio tiempo para hacer una buena reserva en un buen hotel y para poder hablar con Olivia en cuanto a las grabaciones.
Así que ahí estábamos, habíamos llegado hace dos horas a Nueva York y me di el tiempo de hacer una video llamada con Rowland. Él por supuesto que me contestó normal, sin ninguna expresión en su rostro.
—¿Y bien? ¿Por qué andas tan sonriente ahora?
—¿Acaso no tienes razones por las que sonreír?
—No— Mitch responde desde el otro lado de la línea, mirando al parecer detrás de mi— Hola Anna.
—¡Hola Mitchell!— dice la chica llegando a mi lado y saludando a la pantalla con su mano y una sonrisa abierta.
—¿Qué harán después?— pregunta él.
—Pediremos comida a la habitación y haremos una maratón de "Friends", ¿Qué harás tú?
—Acompañaré a Sarah al doctor, no se ha sentido muy bien últimamente, no sabemos que tiene— él me dice de vuelta haciendo una leve mueca.
—¿Qué? ¿Qué tiene?— dijimos con Anna al mismo tiempo, claramente preocupados por nuestra amiga
Mitch rueda sus ojos y suspira— No sabemos, por eso iremos al doctor, ¿Acaso no escuchan?
—Oh sangriento infierno, eres más molestia que persona... bueno, me avisas cualquier cosa y le mandas nuestros saludos a Sarah— digo sentándome en la cama viendo en cómo Anna buscaba su la maleta.
—Está bien, me tengo que ir, cuídense y usen protección. Adiós, nos vemos pronto— es todo lo que dice antes de colgar la vídeo llamada. Siempre hacía lo mismo, no dejaba despedirse como una persona normal.
Dejo mi celular sobre la cama no sin antes rodar los ojos y me dedico a mirar los movimientos de Anna. Ella estaba buscando algo en su maleta, se hizo un simple y desordenado peinado dejando así algunos mechones sueltos de su cabello, tenía en su rostro un maquillaje sutil y una expresión relativamente relajada.
—¿Qué quieres comer?— le pregunto sin dejar de mirarla.
—Mmm... Podría ser pizza.
—Me gusta mucho tu opción, ¿Y para beber?
—¿Qué tal una coca cola?
—¿Desde cuando te gustan las bebidas?— pregunto con una sonrisa de gracia.
—Desde que estamos aquí— responde— Nueva York no es un lugar para mantener la dieta, dicen que aquí las pizzas son deliciosas.
