Capítulo 2 - El rugido de una bestia

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Narra Bell

Después de escuchar el eco de sus voces en la infinitud de mi mente, todo a mi alrededor enmudeció y quedé solamente yo, arrestado en un límite cualquiera de mi subconsciente sin poder entrar en contacto con el mundo exterior. 

Abrí los ojos lentamente, a mi alrededor solo había oscuridad, sin embargo, era perfectamente capaz de distinguir las diferentes partes de mi cuerpo así como cada una de mis articulaciones y extremidades pese a esa evidente falta de luz natural que había en el entorno. Miré en todas direcciones en busca de algún elemento real o imaginario con el que poder escapar de aquel vacío mágico que había formado en mi interior.

- ¡M - maldita sea...! - farfullé mientras trataba de forzar mi cuerpo y así poder moverme - ¡aún no...!

- ¡Aún no puedo detenerme! - rugió el eco de una voz a mi alrededor

Al escucharla, mi rostro se tensó y con los ojos abiertos como platos sin dejar de temblar, me quedé petrificado mirando a la nada, una nada en la que de pronto se formó una nube que, poco a poco, fue cogiendo forma hasta que, ya completa, pasó a mostrarme de un modo extraño una especie de cueva oscura y una visión en primera persona de algún aventurero que hubiese por ahí, de pronto, una cadena de movimientos contínuos se abrieron paso por el interior de la cueva rajando a los monstruos que se encontraba por el camino. Esos movimientos... Esas armas... Esos cuchillos...

Al fijarme más a fondo en las armas que estaba usando el aventurero se me secó la garganta y se me formó un nudo en mitad de esta. 

- N - no puede ser... Ese cuchillos es... - mis pupilas habían comenzado a temblar - el cuchillo de Hestia... 

- ¡Debo hacerme más fuerte! - continuó la voz - ¡si no, jamás podré llegar a su altura! 

En una de sus manos se condensó una enorme esfera que chisporroteaba y cuyo tamaño iba en aumento con el paso de los segundos.

- ¡FIREVOLT! - rugió el Bell de la visión

Una oleada de bolas de fuego iluminó entonces el interior de la caverna a la vez que calcinaba las hordas de monstruos que se hallaban en su interior. A medida que el recuerdo proseguía me iba entristeciendo más y más, cosa que se reflejaba en las expresiones de mi rostro. De pronto la imagen se desvaneció y fue sustituida por otro recuerdo distinto.

- ¡Por favor Bell, detente! - sollozaba Lili mientras agarraba a Bell de uno de sus brazos

- Lo siento, Lili, pero debo continuar... - respondió la voz antes de zafarse del agarre de su compañera y ponerse en pie.

Siguiendo el mismo ejemplo que en el recuerdo anterior, la imagen se desvaneció y acto seguido dio pie a otro diferente. 

- ¡Bell, despierta por favor! - gritaba Lili sin poder contener las lágrimas - ¡¡Bell!!

- ¡Maldita sea! - gruñó Welf apretando sus dientes por la rabia y el ceño fruncido - ni siquiera las pociones hacen que se despierte...

A su lado Mikoto contemplaba la escena petrificada, de pronto le dio un tick y una de sus cejas comenzó a moverse a cada rato. 

- No puede ser... - balbuceó mientras su voz comenzaba a quebrarse - ...Bell, no...

A medida que la situación se alargaba y la imagen no desaparecía, llegué a la conclusión de que ese suceso no formaba parte de mis recuerdos, sino que, más allá de ello, estaba teniendo lugar en ese mismo instante, en el interior de las mazmorras. 

- Chicos... - balbuceé con un hilo de voz - ¿qué es lo que...?¿qué es lo que he hecho...?

Fuera de mi mente, mis compañeros estaban dando todo de ellos tratando de regresarme de nuevo y sacarme del estado inconsciente en el que me encontraba, mientras que yo únicamente podía quedarme ahí quieto, esperando a que ocurriera algo. 


Interior del piso 19

Mikoto tomó aire y lo soltó lentamente mientras trataba de mantener la situación bajo control y no perder los estribos.

- Bien... No podemos quedarnos aquí por mucho más. Tarde o temprano volverán a aparecer los minotauros o se generarán más monstruos por la zona, y entonces nos habrán acorralado - Mikoto apoyó una pierna en lo alto de un pequeño saliente del suelo y desenvainó su espada - ¡así que vamos!

Lili y Welf se quedaron atónitos mientras observaban las llamas de determinación que habían surgido en las cuencas de los ojos de su compañera.

Lili se cruzó de brazos y frunció el ceño.

- ¿Quién te ha dicho que ahora que Bell está incapacitado tú eres la líder del grupo?

A Mikoto se le esfumó la determinación de su rostro y de pronto sintió como si le hubieran clavado un puñal en pleno pecho, sin tratar de disimularlo siquiera un poco. 

Welf se giró hacia Lili.

- Oye, tampoco creo que sea para que te pongas en ese plan - le regañó el herrero - sin embargo, si que hay algo en lo que coincido con ella, y es que hay que salir de aquí cuanto antes.

Welf se acercó hasta el cuerpo de Bell y lo cargó en su espalda, una vez lo tuvo bien sujeto y logró ponerse en pie, se giró hacia sus compañeras, al fijarse en el rostro de Lili pudo ver como esta le fulminaba con la mirada.

- Pudiste haberlo cargado tú en lugar de mandármelo a mí hace un rato... 

Lili caminaba lentamente hacia Welf, que retrocedía un paso a cada uno que daba ella hacia él.

- C-cálmate Lilicuajo - tartamudeó Welf con los pelos de punta - necesitábamos ganar tiempo y estábamos acorralados, así que...

- Welf... - el tono en la voz de Lili dejó pálido el rostro de su compañero

El repentino rugido de un minotauro al otro lado de la estancia sacó a todos de sus discusiones o pensamientos de tristeza e hizo que los tres se giraran hacia el lugar de origen de aquel grito. De entre la sombra surgieron un par de ojos rojizos a los cuales les acompañó un fuerte bufido que provocó una diminuta ráfaga de vaho. A medida que el minotauro avanzaba lentamente, más partes de su cuerpo salían de la oscuridad y quedaban reveladas ante los ojos de Welf y el resto. 

Lili se quedó petrificada mientras contemplaba como el monstruo se iba acercando más y más hacia ellos.

- I - imposible - balbuceó Lili - si les habíamos dado esquinazo a todos...

Welf caminó hacia la pared más cercana y apoyó el cuerpo de Bell en esta, luego de eso, se levantó y mientras caminaba hacia Mikoto desenvainó su espada, una vez junto a ella, establecieron una línea defensiva en torno a Bell y Lili.

- ¡Lilicuajo, quédate detrás nuestra! - rugió Welf al mismo tiempo que se lanzaba contra el minotauro - ¡hyyyaaaaaaaa!

El monstruo levantó su hacha de piedra y, emitiendo un potentísimo rugido, respondió de vuelta al ataque del herrero. En un primer momento las hojas de ambas armas chocaron entre sí y ambos combatientes comenzaron a forcejear con la intención de tomar control sobre el combate, en cuestión de instantes se hizo notable la diferencia obvia de fuerzas y, seguido de otro rugido, el minotauro incrementó la fuerza de su ataque ganando el forcejeo y lanzando a Welf por los aires, tras unos segundos, el cuerpo del herrero recorrió todo el pasillo e impactó contra una pared.

- ¡Welf! - gritó Mikoto girándose hacia su compañero.

Sin darle tiempo a prepararse para su acometida, el minotauro se lanzó contra Mikoto y trató de ensartarla con uno de sus cuernos.



Danmachi: Una Leyenda OratoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora