CAPÍTULO 2

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Esas bellas canas como la nieve, coronadas por la experiencia y la sabiduría, sus ojos portadores del conocimiento de un filósofo y el calor de un amanecer. Sus manos ya cansadas, eran un testigo inocultable de lo mucho que había trabajado; sus pies, que demostraban que el camino recorrido no había sido en vano. Su voz tenue, esa que indicaba el consejo más oportuno y gratificante. Se había ido, para siempre, me había dejado.

Era la primera vez que sentía algo tan insoportable, me había caído muchas veces cuando era pequeña, había asistido al dentista pero ningún dolor en el mundo era comparado con el de perder un ser querido.

La abuela era la única figura materna que tenía, para mí era la mejor madre y abuela del mundo, siempre estaba ahí, era ese apoyo incondicional, ese hombro en el que lloré tantas veces y pensar en que la había perdido a ella también me ponía realmente mal.

Fue difícil cuando nos enteramos de la enfermedad de la abuela, las probabilidades de salvarla eran de un 0%, y aunque papá y yo decíamos que estábamos preparados, hoy me había dado cuenta de que no era así.

Luego de escuchar la espantosa noticia de la voz del director salí de allí disparada, empecé a correr lo más rápido que pude, solo quería llorar en los brazos de papá, que me besara la frente y me dijera que todo era mentira. Necesitaba calmar este dolor tan grande que ahora sentía en el corazón.

Me detengo cuando alguien bruscamente me toma por la muñeca, conocía perfectamente ese olor a colonia masculina que siempre emanaba de él, me giro y allí estaba el chico del que llevaba tanto tiempo enamorada.

─ ¿Por qué lloras? ─Pregunta preocupado

─ Solo abrázame por favor─ no dejé que lo pensara, me lancé a sus brazos como si existiéramos solo los dos en aquel mundo tan lleno de mierda.

─Valentina no me digas que es por...

No podía creer que fuera tan cínico de dar por hecho que el motivo de mi sufrimiento era él...o sea, no era la primera vez que me ignoraban pero este si tenía su ego por encima de todo. Nadie lo soportaba por querer ser siempre el centro de atención de todos, y yo de ilusa lo defendía.

Mi peor versión es cuando me enojo, digo cosas y las digo sin pena, por eso odio que me hagan enojar y odio esa parte de mía que se transforma en perra dolida.

─ ¿Por ser un crío que no sabe lo que quiere? Pues no, no es por eso, ni siquiera sé porque me enamoré de ti, así que vete a la mierda─ me mira como si fuera un bicho raro. Nunca le había hablado de esa forma, pero ya me tenía harta.

─ Necesitas aceptarlo de una vez Valentina, solo salí contigo por lástima, llevas detrás de mí desde la primaria y si todo tu llanto es porque viste el beso en la cafetería...

─ En serio eres la peor basura que existe─ se desvanecen todas mis ganas de encararlo cuando veo su rostro lleno de burla, no sé qué es lo que le causa tanta gracia, ¿a caso es lo patética que soy?.

Ni siquiera me importa que esté con alguien más, acaba de decirme que me pidió que saliéramos por lástima y ni eso me duele. No sé cómo fui capaz de fijarme en alguien como él.

Me limpio las lágrimas y esta vez sí tengo claro que no quiero volverlo a ver en mi p*ta vida. Giro sobre mis talones y salgo lo más rápido que puedo, no me detengo hasta que veo mi casa.
Saco las llaves de la mochila y abro la puerta.

─ ¿Hija eres tú?─ Inmediatamente siento como empiezan a humedecerse mis mejillas, escuchar su voz fue como el detonante a todo lo que tenía clavado en mi pecho. Camino hasta quedar justo delante de mi padre.

Quiéreme De Nuevo [En Proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora