El primer día de escuela siempre es el más duro para un niño, y para Chanell no fue la excepción, a pesar de cambiar cada año de escuela por transferencias de sus padres o a veces por elección propia, nunca dejó de ser una de las peores y más incomodas experiencias... simplemente se acostumbró a ser la chica nueva. Aunque hubo una vez en la que creyó que todo sería diferente y que por fin lograría vivir su vida en paz.
Aquel niño con ojos chispeantes apareció frente a ella como un ángel enviado del cielo con el único propósito de cuidar de ella en medio de tan cruel mundo, o al menos así se sentía cuando lo tenía cerca. Angus Gates... ese era el nombre de un guardián divino personificado en el cuerpo de un adolescente.
Angus era un año mayor que Chanell y pertenecía al círculo de "los populares" en la última escuela donde había estudiado Chanell, de manera presencial. Cada vez que alguien la molestaba él se hacía cargo de la situación, aunque en realidad nunca necesitó hacer uso de su poder para intimidar a nadie porque únicamente bastaba con mostrar su perfecta sonrisa y pedir algo amablemente para que el mundo entero obedeciera sin siquiera parpadear.
Todas se derretían por Angus, incluso Chanell, aunque ella corrió con la suerte que el resto no tuvo, convirtiéndose así en la envidia de muchas. Chanell Darren sin tener idea de cómo, atrapó por completo el corazón de Angus pero desafortunadamente sus miedos nunca le permitieron avanzar, dejando su relación reducida a una simple amistad en donde ambos se gustaban pero ninguno decía nada. Luego de un tiempo Chanell decidió dejar la escuela y estudiar desde casa ya que todo le resultaba muy abrumador incluso con Angus cerca.
Angus... él tuvo que hacer de tripas corazón y aunque intento muchas veces estar en contacto con ella, la pequeña Chanell decidió alejarlo y eliminarlo de su vida de una manera prudente para no sufrir tanto, ya que después de todo, sus padres harían un nuevo viaje y no tendría sentido mantenerlo a su lado esperando por algo que nunca llegaría.
-¿Angus... Gates?- los bocadillos que sujetaba entre las manos cayeron al piso.
-Wow ¿tan mal aspecto tengo ahora?- preguntó el joven con su resplandeciente sonrisa, mientras levantaba el contenedor de alimentos que Chanell había dejado caer- hola, Chanell Darren.
-Ah... eh... yo...- tartamudeó un poco pero luego de golpearse mentalmente un par de veces, salio del elevador y tomó nuevamente el control de la situación- Lo siento yo... ¿Qué haces aquí?- negó un poco con su cabeza tratando de retirar lo que sonó como un regaño- quiero decir ¡que sorpresa!... pero ¿Qué haces aquí?- ahora formuló la pregunta un poco más calmada y con una sonrisa un tanto forzada por causa de los nervios.
-Amm bueno ya sabes, trabajo un poco... emm yo soy... el de mensajería- aclaró, viendo el rostro indagador de Chanell- pero es mi primer empleo, así que supongo que está bien por ahora- y fue hasta ese momento que Chanell notó que él arrastraba un carro de mensajería con paquetes y sobres por entregar.
-Espera ¿Qué?... ¿trabajas aquí?... ¿en mensajería?
-Si- contesto un tanto avergonzado- bueno siempre creí que haría algo mejor después de graduarme de la escuela, pero ya ves, las cosas no salen como uno espera a veces- se quedó mirándola fijamente por un par de segundos y Chanell notó por la expresión de su rostro que por debajo de esa última frase se escondía el reproche a su abandono.
-A... Angus yo...
-Por favor, llámame Gus... como solías hacerlo- arrastro las últimas palabras y luego sonrió ampliamente como si el tiempo no hubiera pasado -¿lo recuerdas?
Chanell no sabía que decir, se encontraba aturdida sin comprender por completo la situación, no sabía que hacer o decir ¿acaso debía disculparse? ¿Debía preguntar que paso con la compañía Gates? O lo más importante ¿Por qué de todos los lugares en el mundo se encontraba justo trabajando allí? O todavía más importante ¿Por qué su padre no le había dicho nada al respecto?
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