Capítulo I : Porque no hay otra manera de conformarse

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Sólo faltaban cinco minutos. Cinco minutos para la transformación de dieciséis años de vida basura que recaían sobre mí con cada día que pasaba.
"Eres un mal agradecido" "Chico bueno para nada" "Egoísta".
Tal vez si fuera un egoísta, y otro poco un bueno para nada. Nunca le había echado la culpa a nadie, ni siquiera a mi desconectada familia. A veces pensaba en que sería mejor ser diferente, y querer salir de esta vida superficial que me tocó.
Me tapé la cara con las sabanas cuando oí los pasos sordos estrellarse con el tope de mi puerta.
-¿Adam? ¿Estás despierto?.
-Vete por favor.-Pedí lo suficientemente alto para que me oyera.
Reachel siguió tocando insistentemente la puerta, incluso con nerviosismo.
-Si no sales vestido justo ahora, juro que entraré y te obligaré a ir al instituto en calzoncillos.
Ignoré su tonta amenaza. No es que odiase a Reachel, es más, lo contrario ya que ella era más una madre que lo que era incluso la verdadera.
Me vestí lo más rápido que pude y salí de mi habitación desordenada. Reachel, quien estaba recargada en una de las paredes color coral, me miró de pies a cabeza y seguido hizo una mala expresión.
-Eso no es lo que usaría un ídolo juvenil.-Punteó, subiéndose las gafas con el dedo índice y ladeando la cabeza.
-Yo no quiero ser un ídolo. Además no me veo tan mal.
Decía mientras estiraba mi sudadera color vino y miraba mis pantalones grises de mezclilla.
Reachel soltó un suspiro al aire y me miró.
-Aveces no sé por qué me molesto en lidiar contigo, muchacho.- Reí.

Yo no era específicamente el ídolo juvenil ya que lo único que hacía era fingir que era genial ser el hijo único de uno de los productores más grandes del cine. O incluso rara vez, salía modelando ropa o cosas por el estilo. Era superficial y plástico. Erróneo.

En lo personal me consideraba una persona que no encajaba en esto. Podría decirse que yo tenía todo lo que quería, y era cierto, pero no me sentía feliz. Nunca había tenido una persona a la cuál llamarle amigo ya que este negocio no era para eso. Ser tímido y desconfiado era el resultado de una vida como la mía.

No quise desayunar ya que ese día me sentía con el estómago lleno de calambres, lo que me impedía consumir alimento alguno.
Reachel hizo un ovillo con sus manos pegadas a la ventana tratando de no ser vista por los paparazzis que habían acampado afuera.
-Rae. ¿Dónde están mis padres?
La rubia se dirigió a mí.
-Tú madre tiene que patrocinar la línea de cosméticos de Mary Kay , y tú padre está ocupado con sus asuntos.
Asuntos, asuntos. Puede que realmente si fuera egoísta, me dolía ver que "asuntos" eran muchos más importantes.
Bufé en silencio. Reachel me miró y revolvió mi cabello.
-Sabes que no lo hacen a propósito.-Dijo, sus palabras de compasión era lo que más me molestaba de una persona. Sonreí de forma torcida, mostrando mi inconformidad.
Alcé la cabeza para mirar el reloj que estaba pegado a la pared.
-Llegaré tarde a clase.-Dije, terminando de una buena vez con este tema. Me levanté de la mesa donde estaba y coloqué mi mochila en el hombro.
Miré a Reachel a los ojos y le sonreí. No pudo evitar abrazarme.
-Mi niño.-Besó mi frente.- Estoy tan orgullosa de ti.
Quería demasiado a Reachel como ella me quería a mí; a veces deseaba que ella fuese mi madre realmente. Se apartó un poco y limpió lágrimas donde nunca habían brotado.
-Lo siento, sólo es que estoy emocionada.-Se disculpó. Sacudió sus manos y apresuradamente fue por sus llaves.

-No creí que llegaría el día en que tú padre te dejaría salir de casa.-Bromeó.
Y era cierto. Tuve que rogarle a papá para que me dejara estudiar el próximo curso en una escuela pública, y tras una serie de chantajes y promesas no le quedó más de otra que cumplirme.
-Yo también no lo creí.-Respondí, suspirando.
Pensé en cómo sería la escuela. Una vez hice el papel secundario de un colegial en una novela, era algo así más bien como el mejor amigo del protagonista. Pero debido a mis circunstancias nunca me fue permitido estudiar con demás chicos de mi edad, y eso pasó a afectarme socialmente a tal punto que me consideré una persona sin amigos, contando con mi único apoyo: Reachel.
La mayoría de personas que se me acercaban eran estrellas déspotas de cine, o chicos mimados mayores que yo esperando para sacarme algo, o las fans -que ni siquiera me pertenecían a mí, o que creían que sabían todo de mí cuando en realidad ese "todo" era lo que leían en una revista de chismes.- .

A mi pequeña tercera persona(Yaoi/GAY)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora