Capítulo III: Ser quien no eres es agotador.

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Capítulo III: Ser quien no eres es agotador.

 

Al otro día en el instituto, como lo había supuesto el engaño no duró por mucho. Al menos por la mañana ya me dolía la mano de firmar libretas, bolsas y revistas Bonie Chick dejando fuera mi sordera provocada por los gritos y los flashes de las cámaras.
Corrí por el pasillo, unas chicas me habían entretenido en el comedor por lo que llegaba tarde y el susurro que dejaba atrás mío no dejaba de rodar por mi cabeza.

Me paré en seco en el umbral de la puerta de mi clase.
-Lo siento, llego tarde.- Dije entre jadeos y acalorado.

El señor Fonart, quien se veía interrumpido por mi presencia, dejó el libro en la mesa del escritorio y caminó con paso relajado y una mirada furtiva hacia mí.
-Nos dimos cuenta de su ausencia, señor Hinoris.- Hizo una pausa y se subió los lentes con el dedo índice.- ¿O tal vez debería llamarlo....- Tomó de su escritorio un bloc y sacó una hoja que parecía ser una lista. Hecho un vistazo y sonrió.- Jacobseen, Adam Jacobseen.- Siguió revoloteando las hojas del bloc y se detuvo en la J.
"Estudiante de segundo curso de preparatoria, 16 años. Anteriormente estudiante en casa. Residencia en Maine Street, Hollywood. Sin teléfono fijo. Tutora: Reachel Luxon."
Lo tenía todo, y la vergüenza me llegaba hasta la punta de la orejas. Me quedé callado ante la humillación y las risas de mis compañeros que sólo hacían que me sintiera peor.

El señor Fonart tomó una pequeña libreta con hojas rosadas y el logotipo del escudo de la escuela, arrancó una hoja y me la entregó.
-¿Detención?.- Pregunté sorprendido al mirar la nota.
-Por usurpador de identidad y llegar tarde a mi clase.- Sonrió con ironía.

La idea de seguir con la escuela se hacía cada vez menos prometedora, tal vez papá tenía razón y no era tan lindo como dijo Reachel. Un desanimo me recorrió el cuerpo y me sentí vulnerable y rechazado.

A la hora del almuerzo sólo oí el choque de la puerta metálica que pertenecía al cuarto de detención –que se encontraba vacío-. El lugar olía a desinfectante, a papel y a hierbabuena. Fui hasta el escritorio donde había una mujer leyendo con el ceño fruncido. Tenía la piel blanca azulada, un moño desecho y profundas arrugas en los ojos.  Me dirigí hasta ella quien bajo su periódico y me miró como si de un escaner se tratase, deslicé el papel rosa por la superficie de madera. Sin decir una palabra rasgó la nota con sus garras y me la entregó sonriendo irónicamente.
¡Qué todos aquí gozaban de ver sufrir a otros?
-Vaya.- Dijo apoyándose con sus codos huesudos en el escritorio adoptando una actitud dominante que la hacían ver joven.- Pero mira a quién tenemos aquí. Creo que tú eres ese niño que sale en las revistas. Mi sobrina tenía razón en decir que eres guapo. Sophie no me creerá cuando le diga.
Sophie era su sobrina, que extraño. Parece que no tenían nada en común, esa mujer estaba loca lo que es una clara diferencia entre ellas.
Me miró con desprecio y señaló un lugar que daba a la ventana, bajo una lámpara que parpadeaba y una ventila.
Caminé arrastrando los pies de mala gana mientras escuchaba los murmullos perfectamente audibles de la encargada loca.
-"Los ricos y su vida perfecta. Que se vayan al demonio" Estaba claro que no le gustaba su trabajo.

El detective ha sido vencido por la mujer gangster encargada de la guarida de mafiosos.

 

Como me aburrí saqué una hoja y un bolígrafo, y comencé a rallarla con dibujos que representaban mi desesperación por salir de aquí y esperando a que pasaran los cuarenta minutos que me quedaban.

Al poco rato escuché el vocifero rechinar de la puerta al abrirse pero no me molesté en subir la mirada.
-¿De nuevo en problemas, Callum?.- Escuché la voz de la encargada.
-Ya sabes, Luan.- Contestó una voz masculina que ya había oído antes.
La encargada suspiró.
-Eres todo un caso, Callum.- Rió.
De pronto escuché unas pisadas que se dirigían hacia mí pero se instalaron en el pupitre de alado. Jaló la silla de forma estridente y se acomodó para subir los pies en la mesa.
Alcé un poco la mirada y vi con sorpresa esas converse gastadas y sucias, en compañía con unas piernas largas y delgadas enfundadas en los mismos jeans rasgados de antes. Supe de inmediato de quien se trataba.
-¡Tú de nuevo!.- Grité sorprendido.
El chico del callejón se volvió a mirarme y juntó sus brazos detrás de su nuca.
-¿Nos conocemos?.- Preguntó en tono desairado alzando una ceja.
-Eres el chico que me sacó del apuro ayer en el otro edificio.- Acusé, él sólo frunció los labios.
-No sé de qué me hablas.- Frunció el entrecejo igual que yo.

Sabía que era él. Si me pidieran una descripción de aquel lo hubiese dado con lujo de detalles y él sería la coincidencia; además ya había escuchado su voz familiar y grosera.

Golpeteé la mesa con la yema de los dedos insistiendo con un debate en mi cabeza hasta qué se me ocurrió:
-Mentiroso.- Mordí el interior de mi mejilla, ese comentario hizo que llamara su atención por fin.
-Entonces tú también.
¿A qué se refería ahora?.
-¿por qué?.- Pregunté confundido.
Él echó la espalda para atrás haciendo que la silla quedara totalmente inclinada.
Cerró los ojos y dijo:
-Tampoco me dijiste tu nombre.
-¿Qué? Pero....- Crucé de brazos, tal vez igual sabía sobre mi usurpación.- Pero ahora gracias a la lunática encargada  sé que te llamas Callum .- Respondí superior.
Callum abrió un ojo y sonrió como si hubiese contado algún chiste.
-¿Qué?.- Grité exasperado, él de cabello castaño sólo ladeó la cabeza y observó sus tatuajes.
-¿Enserio creíste en un plan tan soso como para cambiar tu nombre, Hollywood?
Me ruboricé por completo y encogí de hombros.
-Todo el mundo habla de eso.- Dijo y se giró a mí moviendo su flequillo revuelto.
Me apresuré a cambiar de tema.
-Entonces, ¿Eres Callum, no? .- Insistí.
-Sí, no lo gastes. Y no hace falta que me digas quién eres tú. Como he dicho, todos hablan de ti...
-No me digas.- Contesté lo más irónico posible.

Aquel chico irradiaba una personalidad que con él no te ibas con rodeos y era mejor no provocarlo.

-Y dime, Hollywood...¿Qué se siente ser una estrella? Saber que eres seguido a donde vayas?
Me sorprendí con su pregunta. Tamborileé los dedos contra la mesa, tratando de meditar una posible respuesta.
-Pues bueno.-Decía mirando hacia la pizarra que estaba frete a mí.- La idea de ser reverenciado es, seguro, lo que se encuentra como el deseo que sólo pocos pueden tener. Pero hay un único problema y es que, supongo, vuelven a las personas lo que no son, ya sabes, egocéntricos, envidiosos y muchas veces desvergonzados. Cumplen con las características que lamentablemente se convierte en soledad, la palabra más triste del diccionario.- Lo miré.- No es bonito, Callum.

Respondí casi en un suspiro. Alcé la vista y miré a Callum quien parecía realmente sorprendido con mi respuesta. Antes de decir algo más sonó el timbre.
Me levanté rápido con mis cosas y salí con paso apresurado hacia mi libertad.
-Adiós, badboy.- Me despedí alzando la mano a un Callum claramente impresionado.

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Ya sé que es cortito pero es emocionante.
Al menos me encantó la última escenita de la respuesta de Adam -w-

DeeDee


A mi pequeña tercera persona(Yaoi/GAY)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora