Capítulo VI: Lo que nadie quiere tener.

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Capítulo VI: Lo que nadie quiere tener.



Fin de semana de Callum:

 

 

Las luces estaban apagadas y las paredes frías, siempre estaban frías.
Me di cuenta que unos ojos grandes me miraban en la penumbra de mi casa, iluminados por la clara silueta de la luna.
-Creí que llegarías más tarde, casi siempre llegas tarde.

Kennedy se levantó del suelo y caminó hasta mí.

-¿Qué haces aquí?

La castaña parpadeó un par de veces y se tumbó a abrazarme. No lo soporté más y la estreché con fuerza, me acerqué a ella quien mojaba mis hombros con sus lágrimas y enterraba las uñas en mi espalda, aparté su flequillo y besé su frente.

-¿Estás bien?.- Pregunté a mi hermana. Kennedy ladeó la cabeza y alzó la mirada para verme con sus ojos cristalinos que ahora parecían más azules.

-Te quiero de vuelta.
-Sabes que papá nunca me dejará poner un pie en esa casa.-Contesté con voz firme.
-A pesar de todo lo sigues llamando papá.-Sonrió un poco.

Coloqué un mechón de pelo detrás de su oreja.

-Lamento no ser lo que él esperaba.-Confesé con un nudo formándose en mi garganta, esas palabras siempre eran duras.
-No digas eso, tú no tienes la culpa y algún día lo entenderá, y te dejará volver y seremos una familia de nuevo-
-Kennedy.-La interrumpí separándome de ella y dándome cuenta de que ahora la casa ya no eran tan fría gracias a ella.
-Tienes razón ¿A quién engañamos?.- Noté como apretó los puños y miraba a sus zapatos.- Papá es un idiota.
-Sólo déjalo.-Dije dando fin. Kennedy suspiró y se recargó en una de las paredes mientras revoloteaba los ojos de aquí allá. La habitación principal era la más clara por la noche y me sorprendía tener aquí a Kennedy ya que papá siempre solía encerrarla en su habitación para que, precisamente, no se escape a verme.
-Sigo sin saber cómo conseguiste esta casa.-Mencionó.
-Un par de contactos.-Respondí mientras encendía una lámpara y caminaba hacia el pasillo.
-¿Quieres café?.- Ofrecí.
-También tienes café?.- Preguntó sorprendida.
-Porque nuestro padre de porquería me haya corrido de su casa siendo aún un menor de edad y tenga que vivir sólo no quiere decir que no consiga trabajo y pueda comprar café.

Kennedy soltó una risita y caminó conmigo hasta la cocina.

Había veces en las que me avergonzaba por lo poco que tenía, más sin embargo, repasando una vez más mi situación esto sólo era una pequeña parte de mis problemas y creo que a Kennedy no le importaba lo que tenía, al fin y al cabo, ella era la única persona a la que había traído a casa.

Se sentó en una de las sillas de madera que tenía y sacó su celular mientras empezaba a teclear algo y yo preparaba café en la vieja cafetera que me había dado mi madre.
Mi madre, siempre la recordaba, ella era como el sustento de mi mano derecha pero debido a las tan parecidas circunstancias que posaban sobre ella y mi hermana, papá también se encargaba de que ella no me viera.

Cuando estuvo listo el café lo serví en dos tazas —que también me había dado mamá- y me senté frente Kennedy.
-No crees que se darán cuenta muy pronto de que no estás en casa?.- Tenté, ella guardó su celular en el bolsillo trasero de su pantalón y se encogió de hombros.
-No me importa.- Dijo y tomó un sorbo de la bebida humeante.

-Mamá sabe algo de esto?
-No lo sé, tal vez justo ahora esté arropando a Cody o dándole de comer a los perros de la calle, ¿qué sé yo?.-Volvió a encogerse de hombros.
-Andas muy extraña hoy ¿Son esos días del mes?.-Me carcajeé.
Kennedy me sacó su lengua sonrojada por lo caliente del café.
-Cállate, tú ya quisieras tener esos días del mes.-Reí por lo bajo y ella se cruzó de brazos con aporte ganador.- A parte, no sé de qué te preocupas lo tengo todo bajo control.

A mi pequeña tercera persona(Yaoi/GAY)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora