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Él siempre había sido, lo que otros llamarían, un lobo solitario. O por lo menos, no era alguien con especial interés en interactuar con los de su edad y durante toda su vida en Canadá, solo se limitó a las impresiones superficiales y los saludos corteses con los demás. Hasta entonces había tenido un solo amigo y era todo lo que necesitaba; de hecho, cuando todo terminó y quedó en la más completa y deprimente soledad, pensó que nunca más se toparía a alguna persona con la que poder compartir horas y horas de charla, alguien que riera a su lado, y en pocas palabras, creyó que en el mundo ya no quedaba ninguna alma dispuesta a ser su amiga. Pero el resplandeciente sol de Okinawa, distinto de alguna forma al de su ciudad natal, le hizo saber que ya no estaría solo.

El cabello rojo como los hibiscos de su jardín refulgía como si tuviese luz propia, y, de hecho, pareciera que todo en Reki Kyan irradiase esa cándida luz del verano. Un amigo suyo, por fin. Su mejor amigo incluso. Y más encima, se había dado cuenta con cierto temor que los sentimientos en su corazón variaban y dentro suyo germinaba la semilla del amor. Dios, en algún punto comenzó a maravillarse solo con mirar a Reki, o menos; con tan solo su presencia le bastaba para poner a correr como loco desquiciado su pobre corazón.

Estaba enamorado de Reki y no quería que por ello las cosas entre ellos cambiasen, o en el peor de los casos, llegasen a su fin. Era consciente de lo peligrosa que era su concepción de la amistad, pero como su oxígeno, era lo único que lo mantenía vivo, y no se perdonaría jamás si llegase a arruinarlo algún día para siempre.

Pero sus indeseados sentimientos se interponían a sus intenciones. ¿Estaba siendo avaro si quería tener a Reki de una manera que nadie más lo tenía? Era suficiente ser su mejor amigo, su confidente y la persona con la que el pelirrojo más reía. Pero algo le sentaba mal, como estiletes clavados en el corazón, cuando al cruzar miradas con Reki, pensaba en lo bellos que eran sus vivaces ojos ámbar. Resultaba amargo saber que Reki de seguro simplemente pensaba en el hecho de tener un buen amigo a su lado. Era como traicionar las buenas intenciones de su amigo con sus sentimientos románticos que para nada eran correspondidos. Langa Hasegawa no era tan buen amigo como alguien podría pensar; le estaba mintiendo a su mejor amigo todo ese tiempo.

— Es mejor si eres honesto con tus sentimientos — le había dicho su madre cuando muy agobiado le pidió consejo—. Debes actuar si ella te importa.

¿Ella? Claro. Nanako Hasegawa, su madre, todo ese tiempo pensó que Langa se refería a una chica cuando hablaba de sus sentimientos, y la verdad es que no le importó ni se atrevió a aclarar que de hecho tales sentimientos iban dirigidos a un chico. Si era vergonzoso admitir en voz alta que le gustaba Reki, lo era aún más aceptar que su corazón latía acelerado por un chico, no una chica como los demás pensarían. Esa ocasión solo atinó a musitar un ambiguo "¿ella?" que dejó a su madre aún más confundida. Terminó su cena y se largó a su habitación pensando que seguramente no era necesario explicar nada.

Y en cuanto a ser sincero con su sentir, era más fácil decirlo que ponerlo en práctica. Si todo se arreglara con confesarle a Reki que le gustaba y estaba enamorado de él, entonces desde un principio no hubiese habido ningún problema, pero como el asunto radicaba precisamente en eso, al final no encontraba otra salida al laberinto mental en que se encontraba que guardarse para sí mismo todos esos sentimientos. Para siempre.

No obstante, era más difícil de lo que pensó. Sobreestimó sus habilidades para ocultar sus emociones, y le sorprendió lo imposible que era controlar la sonrisa y el sonrojo que le provocaba cada vez que Reki le abrazaba, le hacía cumplidos, lo miraba o andaba cerca. Podía ponerle límites a casi cualquier otra emoción dentro suyo, pero esta vez su lenguaje corporal no podía ser fingido y escapaba de su control. Era un desastre al lado de su mejor amigo y solo rezaba que este no se diera cuenta del motivo.

— Oye, Langa.

Los alumnos comenzaban a salir de las aulas y el común tumulto que se formaba desde los pasillos hasta la salida del instituto dificultaba el libre tránsito. Entremedio de toda esa gente era complicado moverse con la patineta en su espalda, aun así ,Reki se las arregló para atravesar a los demás y llegar a Langa. Pasó un brazo por encima de sus hombros y se pegó sin cuidado al canadiense. Como siempre.

— Vamos al parque — sugirió Langa, aunque no era necesario preguntarlo; todos los días después de clases iban unos minutos a patinar antes de ir a sus turno en el Dope Sketch.

— Claro. Y quiero hablar algo contigo. Pero hablamos allí, ¿vale?

Demonios. Desde un principio algo que descolocaba a Langa era lo físico que era Reki. Él no veía las cosas, las tocaba, y no dudaba ni por un segundo en abrazar a cualquier persona. En cambio, Langa valoraba mucho su espacio personal, su metro cuadrado era algo sagrado antes de llegar a Japón y siempre le pareció muy extraño tocar de esa forma tan casual a los demás, incluso a su propia madre. No obstante, con el tiempo se acostumbró un poco, pero nunca dejaba de asombrarlo Reki y su capacidad para ser tan íntimo con él. Y ahora mismo su cabeza ruborizada estaba a punto de estallar como un volcán debido a tres cosas: primero Reki, segundo, Reki tan cerca que si volteaba un poco más su cara podrían rozar narices y, por último, Reki queriendo hablar con él de algo. Podría morir en ese momento.

Como pudo, emitió un sonido parecido a un sí, y se abrieron paso entre el gentío, montando sus patinetas cuando llegaron a la calle y patinando rumbo al parque de rampas que solían frecuentar.

¿De qué quería hablar Reki? Lo primero que se le vino a la mente fue que su amigo ya se había percatado de sus sentimientos y quería confrontarlo. El solo pensarlo le revolvió el estómago. Comenzó a morderse los labios y se sacó cuero de los puros nervios.

¿Sería capaz de mentirle a la cara y negar cualquier sentimiento romántico que de él podía venir? ¿o finalmente sería honesto con sus sentimientos y le diría todo lo que se estaba guardando durante meses?

Esta vez, Langa quería hacer las cosas bien.


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nota: holi, gracias por leer 💜 ando editando esto porque no soporto el cringe que mi yo de hace dos meses me provoca jijiji

nota 2 del futuro: ¿cómo llegaron a esta historia? es que no de dónde llega tanta gente jajsjjs en fin, ojalá les guste. Besitos <3

Silly Boy Feelings ❀rengaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora