VII

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Esa semana Reki comenzó a cumplir su palabra de pasarse las tardes estudiando. Y se sentía perdido, como un náufrago en medio de un mar tan extenso e infinito como lo eran sus tardes sin la presencia del pelirrojo.

A Langa solo le quedaba ir directo a su casa y echarse a mirar televisión o husmear en su celular. Se prohibió a sí mismo mensajear a Reki ya que no quería distraerlo así que los únicos mensajes que recibía y enviaba solían ser los de su madre pidiéndole que cocine y aquellos de Tsumiki en los que el noventa por ciento de las veces terminaban hablando de skateboard. Él de aquellas anécdotas que compartía con Reki, y ella de las cosas que su amiga le enseñaba. Estaba seguro que si su amigo revisara su historial de mensajes con ella le reprocharía; hablar siempre de skateboard espantaría a cualquier chica, y si no, solo llevaría a que ambos terminasen con una linda amistad. La idea no molestaba a Langa, genuinamente le agradaba Tsumiki y para compensar la ausencia de Reki hablar con ella aplacaba un poquito su soledad.

" ¿Entonces cómo esperas ganar algo con ella si no te arriesgas? En verdad para algunas cosas eres todo un temerario, pero para esto no. Si no tomas la iniciativa no va a pasar nada".

¿Reki tenía la mínima idea de lo que le estaba diciendo? Pensó bastante en sus palabras. Tenía razón y tanto él como su madre coincidían en una cosa: ser directo con sus sentimientos. Arriesgar para ganar. ¿Era tan fácil para esas personas hacerles frente a las emociones indeseadas? ¿Él era el único raro que no podía apenas comprenderlas? Cada vez que Reki hablaba de su gusto por Tsumiki él se maldecía en la cabeza siendo incapaz de negarlo todo. Algo dentro suyo moría por salir y gritarle a todo pulmón "¡Me gustas, Reki idiota!". Pero el idiota terminaba siendo él. Siempre era él.

Sonó el timbre de salida. Reki se levantó con torpeza y presura de su pupitre.

— Hasta luego, Langa —se despidió su amigo y chocó su pie con la pata de una mesa. Andaba como un zombie, su rostro se notaba cansado y tenía tremendas ojeras bajo los ojos apagados y oscuros.

— Espera —le agarró del hombro y el otro sin oponer ninguna resistencia se dejó dar la vuelta —.Cuídate Reki, ¿ya?

Con su otra mano tomó delicadamente la bandana azul de Reki y la puso en su lugar de donde se había caído. Acomodó un poco su cabello y ofreciéndole una indulgente sonrisa lo dejó ir y lo vio caminar con cansancio hasta la salida.

Al salir luego él, fuera de la sala, en el pasillo, se topó con Tsumiki y Mino quienes se sorprendieron al verle.

— ¡Eh, Hasegawa! —saludó Mino sonriendo y guiñando un ojo con coquetería.

— Hola —dijo Tsumiki dándole una mirada rápida a Mino cargada de reproche. De verdad se veían como una madre estricta y una hija indisciplinada.

— Hola.

— ¿Esta noche vas a "S"? —preguntó Mino pasando su brazo encima de los hombros de Tsumiki con total naturalidad. Ahora que la veía con mejor iluminación podía notar el piercing que tenía en su labio y su ceja derecha. También parecía tener el rostro bronceado. Verlas a ambas así le recordó a Reki.

— Creo —respondió. No estaba seguro si iría o no, después de todo tal vez Reki no se aparecería. ¿Qué sentido tenía ir sin él?

— ¿Qué opinas de ir con nosotras? Puedes traer a ese pelirrojo contigo... ¿Cómo era su nombre?, ¿era Reki, Tsumiki?

— Así es.

— Tráelo contigo Hasegawa. Mientras más mejor dicen.

— No estoy seguro de si puede ir, pero yo... —lo pensó unos segundos. Le vendría bien salir un rato de su casa, tal vez terminaba despejando un poco su mente— Sí iré.

Silly Boy Feelings ❀rengaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora