0: (In) Consiente

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Había entonces un espacio vacío.

No había nada de dónde pudieras sostenerte, el lugar estaba vacío y a oscuras, pero no eran solo sombras, era un nítido y cegador negro asfalto.

No había nada.

Estaba en la nada.

Si había un principio o había un final no habría forma de saberlo, parecía infinita, justo como la oscuridad.

Me talle los ojos, pensé que podría estar alucinando. Miré a mis pies y di unas pisadas sin perder vista de la forma en la que la superficie hacía ondas donde estuvieron mis pies, como si caminará sobre algún líquido, más no era posible, al palpar lo se sentía liso, no estaba ni cerca húmedo.

Me enderece rápidamente sintiendo un escalofrío bajando por mi columna. Giré a los lados, buscando el origen de aquella gélida brisa que logró erizar cada vello de mi piel, pero seguía el mismo impoluto negro, no había para donde buscar.

Estaba solo.

Como siempre lo estuve, no había mayor diferencia con mi vida diaria y sin embargo, esta vez no se sentía cotidiano, porque la soledad esta vez era cruda, real.

—Mierda... —Suspire sintiendo mi corazón desbocado — ¿He muerto?

Pregunte a la nada, más confundido que afligido. Y por supuesto que no esperaba respuesta alguna, deseaba que no hubiera respuesta alguna.

Sin previo aviso una profunda y sarcástica risa retumbó por quien sabe dónde pues no parecía haber superficie donde pudiese rebotar. Di un respingo, nuevamente mirando en todas las direcciones, mientras esa macabra risa se repetía con menor intensidad en forma de eco. Mis manos empezaban a temblar, en cualquier momento empezaría a sudar. El miedo a lo desconocido de nuevo atentando contra mi poca estabilidad emocional.

—¿Quién eres? —Pregunte inseguro. De nuevo esa risa sin gracia y más abajo un susurro.

—¿Persona? —Se repitió en forma de eco hasta desaparecer y volver a quedar en silencio.

Más sin embargo la forma en la que aquella voz sin rostro pronuncio la palabra, casi nostálgica, me causó curiosidad. Suficiente como para que mi corazón golpease con menos fuerza bajo mi pecho.

—¿Que eres? —Pregunte de nuevo, sin el tono defensivo de la pregunta anterior. Esperé un momento a la expectativa pero el silencio se mantuvo. Bajé la mirada resignado y entonces habló nuevamente.

Persona —Repitió, esta vez sin eco y con más seguridad.

No respondió a mi pregunta, lo que me causó más intriga aún. ¿Era una persona? ¿Estaba atrapada? ¿Podría ayudarle?

—¿Necesitas ayuda? —Pregunté mirando hacia arriba, empecé a caminar en cualquier dirección con inseguridad

—Encuentrame —Susurró justo en mí oído izquierdo, o más profundo, casi sentí que estaba dentro de mi cabeza.

Di un brinco del susto, incluso creo que pude gritar, trastabille y terminé en suelo. Miré desesperadamente a los lados pero seguía igual, vacío.

—Aquí no hay nada más que nada —Bufé limpiando el polvo inexistente de mi pantalón y las palma de mis manos una vez estuve en pie.

—¿A quién le llamas nada?

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