VII

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El asombro era evidente en el rostro de todos los brujos, en especial en el de Tessa quien estaba inclusive un poco blanca de la impresión.

– Sé que no es común, pero puedo explicarlo

Y no

Quien dijo eso no fue Alexander.

Magnus creía que la reacción de sus colegas era un poco exagerada, después de todo, él les había dicho que si la ocasión lo requería, traería a su chico al laberinto y todos habían aceptado, de cualquier forma, Magnus ahora era la figura de más alto rango entre brujos de cualquier lugar.

– Magnus, tu chico...

La voz de su amiga y segunda al mando temblaba un poco, su mirada se perdía detrás de él.

Bane sintió un escalofrío y dió la vuelta con rapidez, lo que vió lo dejó helado.

Alexander irradiaba luz, todas sus runas brillaban en blanco y sus ojos habían perdido el color, parecían dos focos remarcados por las gruesas cejas.

– ¡Control!

Fue la indicación que ladró Ragnor.

Alec apretó los párpados, las runas dejaron de brillar poco a poco y una vez que la luz se fue y él abrió sus ojos, era de nuevo ese cazador de iris marinos.

– Mierda

Fue el susurro de Magnus

Primero esa energía que había sanado a Ragnor, luego su chico era una linterna humana.

– ¿Qué lo causó?

Preguntó Ragnor al cazador

Pero le ganaron la palabra a Alexander.

– Una flecha, iba directo a Magnus

El moreno no pudo evitar la confusión, no se había percatado de nada, y no veía una flecha por ningún lado.

– ¿Qué flecha?

Preguntó

– El chico la regresó con el portal

La estancia seguía en silencio, todos los brujos tenían sus brazos a los lados del cuerpo, preparados.

El chico era lo más mortífero que habían visto en la vida, sumado al hecho de esa luz extraña, nadie quería bajar la guardia.

Magnus tenía la boca abierta, ahora estaba más asustado, Alec no solo había cambiado en aspecto, prácticamente era otra persona, lo cuál no estaba mal para Magnus, solo temía el momento en que no podría seguirle el paso a su cazador.

¿Alexander se aburriría de él?

El cazador se aclaró la garganta.

– Soy huésped en éste lugar, no pretendo hacerles daño.

Las Palmas arriba eran señal de respeto y buenas intenciones.

– Pero lo harías

Esa replica fue de un brujo anciano, una persona casi petrificada por el paso del tiempo.

– No mientras no dañen a Magnus y a mi mentor

Otro jadeo vino de la audiencia.

Tessa lo entendía

Qué un cazador de sombras llamara mentor a un brujo era una blasfemia para los hijos del Ángel.

Pero Alexander lo había dicho con todo el orgullo que su altura y su aura de peligro le otorgó.

Mi Valiente Cazador (#malec)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora