Epílogo

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Alec repartía besos húmedos por su cuello descendiendo hasta su pecho.

Magnus tenía la cara más orgasmica que nadie vería y digo nadie porque Alexander no dejaría que nadie más que él viera a su brujo tan vulnerablemente perdido en el éxtasis.

– Garbancito... Si hubiera sabido que los Nephillim eran unos demonios en la cama, creo que me hubiese relacionado más con ellos en el pasado

Alec lo jaló de la cadera y como su miembro seguía dentro del brujo, Magnus lanzó un grito nada masculino.

– No soy un Nephillim. Solo tengo talento para esto

Alec se lo comprobó con otro orgasmo más intenso que el de antes.

– Joder, cariño. Espero que ese talento se límite a nosotros

El pecho de Alec vibró con la risa.

– Espero que no quieras comprobarlo con los Nephillim

Devolvió Alexander. Era extraño hablar de los cazadores como una raza aparte, a la que él no pertenecía.

– Tengo la gallina de los huevos de oro, ¿Porqué buscaría en el basurero un omelette?

Magnus entonces lo abrazó acariciando la cicatriz enorme en el corazón.

– Estoy aquí

Murmuró Alexander contra el cabello del brujo. A veces Magnus veía la cicatriz y recordaba esos oscuros momentos en que Alec se fué y lloraba. Su chico siempre lo traía de regreso de sus recuerdos con palabras tranquilizadoras y caricias.

– Lo sé, y agradezco todos los días a Raziel por ese regalo

Alec le había contado lo que sucedió cuando estuvo muerto. Magnus decía que a quien vió era Raziel, no podía ser Jonathan el primer cazador porque las marcas las tendría en el cuerpo y no en su armamento.

Los ángeles no tenían marcas en el cuerpo, sin embargo portaban el poder de los cielos en la sangre.

Alexander había descubierto que estaba muy lejos de ser un humano cuando adoptó a su segundo hijo. Había sido algo poco común, como todo en su vida.

Rafe había sido tomado prisionero por un Nephillim que había perdido en la guerra a su parabatai y al amor de su vida, quienes eran padres del niño.

Lo había subido al campanario del instituto y había prendido fuego a todo el lugar, Alec subió pero el sujeto tiró a Rafa por el borde.

Alexander se tiró tras él y cuando la multitud pensó que tocaría suelo, el jinete se elevó con unas alas preciosas.

Entonces también estuvo muy lejos de ser un Nephillim.

El ángel que lo envío de regreso no le había mentido al decirle que no sería más un cazador, pero tampoco le dijo que sería humano, técnicamente no lo había engañado.

Ahora sus alas aparecían en contadas ocasiones, solo cuando había peligro de muerte o cuando volaban y Magnus llevaba a Max en una alfombra mágica y él llevaba a Rafael.

– Es hora de levantarnos y volver con los niños

Tenían una semana ya de Luna de miel, se habían casado, Ragnor había entregado a Alexander, había aparecido un día antes de la boda tomando a todos por sorpresa.

Ahora debían volver con su familia. Una familia que ambos habían deseado y después de enfrentar el fin del mundo habían conseguido.





Mi Valiente Cazador (#malec)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora