II

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Dos semanas

Dos malditas semanas habían pasado desde que su pequeño lo había visitado la última vez, no podía comunicarse con él y no podía ir al instituto, tocar a la puerta y decir "Hey, busco a Alexander", porque ¿Qué demonios haría un brujo, mejor aún, el gran brujo de Brooklyn preguntándo por un niño Nephilim?

No, no podía comunicarse con su pequeño cazador hasta que este fuera por voluntad a ver al brujo y Magnus ya estaba a unos pasos de contratar a unos demonios que atacaran el instituto para que así lo llamaran para arreglar los desperfectos y con un poco de suerte, poder ver a su persona favorita.

– Joder, ¿Dónde carajo estás, Alexander?

Las vibraciones de su Loft dieron una pequeña sacudida y en un instante ya tenía a su cazador parado en medio de la sala de estar.

El niño ahora llevaba toda la vestimenta obscura de un shadowhunter, con cuchillos y todas las armas que podía tener un niño.

– Hola Mag...

Y no pudo terminar el nombre de su subterráneo favorito porque éste le cortó la respiración con un beso profundo.

¿Cuando recorrió el espacio de la puerta de la cocina a la sala?

Ni idea

Lo siguiente que Alec supo fue que estaba dejando de respirar por las bandas de acero que eran los brazos de Magnus a su alrededor.

– No respiro

Dijo con voz apenas audible y el brujo lo soltó para poder tomarlo firmemente de los hombros, el niño aprovechó el espacio para llevar una gran bocanada de oxígeno a sus pulmones.

– Es lo menos que te mereces por dejarme preocupado por ti dos jodidas semanas, Alexander.

El niño jamás había visto a Magnus tan enojado y angustiado al mismo tiempo, era toda una cosa digna de contemplar, parecía tan feroz.

– Lo siento, viajamos a Idris y el amuleto no funciona ahí.

Alexander apartó un mechón de cabello rebelde de Magnus que caía en su frente de regreso a su lugar con una delicadeza que hizo desaparecer todo el enojo de Magnus en menos de dos segundos.

– Lo importante es que estás aquí, qué estás bien.

Recargó su frente en la de su pequeño y todo el estrés acumulado y la tensión abandonaron su cuerpo en un largo suspiro.

– Te traje un regalo

Dijo el niño con los tremendos ojos azules mirando directo a los de Magnus, una sonrisa pintada ahí.

El brujo no había recibido nada, nunca ninguna de sus parejas reales le había dado nada, no quería decir que Alexander no fuera real, en realidad era el que más estaba haciendo estragos en Magnus, pero su relación no podía ser gritada o presumida porque tendrían problemas serios, Magnus no podía esperar a que su niño tuviera la edad suficiente para revelarlos al mundo.

– ¿En serio?

El pequeño asintió y metió una manita pálida a la bolsa de su pantalón, sacó un diminuto paquetito y se lo dió a Magnus.

Al brujo que podía tener el submundo  en la palma de su mano sin sentir nada, tembló con las ansias de ese regalo en su mano.

Desató los hilos que mantenían sujeto el objeto dentro de un trozo de cuero doblado, cuando descubrió lo que era se quedó fascinado.

– ¿Te gusta?

Preguntó la aguda voz de su nene con un poco de inseguridad.

– Me encanta

Mi Valiente Cazador (#malec)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora