Capítulo 18: Haciéndose cargo

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En una fría habitación de hospital, con máquinas acompasadas en un repetitivo sonido, conectadas a un niño que tenía a sus dos madres sosteniendo su mano, como si de eso dependiera su vida; cada anhelo y súplica fue repetida indefinidamente para que el pequeño corazón de ese niño siguiera latiendo. Mientras que a tan solo unas cuantas calles, entre las paredes de una casa que nunca más sería la misma, una madre hubiese querido tener la oportunidad de hacer lo necesario para salvar a su hija, pero todo lo que le quedó fue llorar abrazada a la muñeca que su pequeña niña solía mantener siempre en la cama, sintiendo que vivirá arrepentida por no haber tomado cada decisión que antes creía impensable.

Regina sintió su corazón detenerse al escuchar el monitor pitar descontroladamente. Emma tuvo que actuar rápido —haciendo a un lado su propio desconcierto—, y apartarla del camino de los médicos.

Las paletas dieron una descarga en el pecho del niño.

Emma miró sin parpadear a su hijo intentando ser revivido, mientras que la mujer a su lado se vio obligada a cerrar los ojos no soportando ver su peor pesadilla convertirse en realidad.

Una segunda descarga fue dada, y esta vez el corazón volvió a latir con normalidad.

Regina corrió de regreso junto a su hijo, se inclinó sobre la cama y lloró —sobrecogida por la mezcla de sentimientos—. Sus manos temblorosas tocaron torpemente la cabeza de su hijo y puso un beso en su frente. Detrás de ella, Whale le aseguró a Emma que Henry se encontraba estable, y casi tropezó con Mary Margaret al salir de la habitación. La mujer estaba sin aliento de haber corrido hasta allí, abrazó con fuerza a su hija y le susurró al oído: "Henry va a recuperarse".

Emma sollozó en su hombro y se aferró con todas sus fuerzas.

—Lo prometo, Emma. Henry va a estar bien. Créeme —lo dijo con tanta determinación que Emma se apartó para poder mirarla a los ojos.

—¿Qué hiciste?

—Lo que era necesario por el bien de mi familia.

Voces fuertes se escucharon por el pasillo. Emma miró atrás y vio a las hadas intentado ser detenidas por algunas enfermeras, gritando a todo pulmón: "Blancanieves mató al Hada Azul"

Regina vio a David salir y enfrentarse con la multitud enojada, llevándolos lejos, hasta que sus gritos no pudieron ser escuchados.

—¿Qué hiciste? —Preguntó Emma otra vez.

—Usé la vela. Era la única manera de salvar a Henry.

—¿Mataste a Azul? —Regina escuchó a Emma pero no podía dar crédito a lo que estaba sucediendo.

—¡Sí! ¡Lo hice! —Regina se sobresaltó al escuchar a Mary Margaret, y puso de inmediato una mano protectora sobre el hombro de su hijo—. Y aunque quisiera, no siento ningún remordimiento. Ella tomó sus decisiones sin importarle nadie más que sus propios intereses. Hice lo mismo. Lo hice por Henry, por nosotros. Hice lo que no fui capaz de hacer contigo poniéndote por encima de todo lo demás.

XXXSQXXX

EMMA

Envolví mis dedos alrededor del brazo de mi madre y la saqué de la habitación de mi hijo. El pasillo estaba despejado gracias a que mi padre había sacado a todos los que estaban protestando.

—Sé que lo que hice no fue lo más honorable.

—¿Honorable? —La solté. Me crucé de brazos para evitar que mis manos se movieran—. Mi hijo fue apuñalado, no tengo tiempo de lidiar con esto.

—Él va a estar bien.

—Porque tomaste la vida de alguien en su lugar.

—Sí. No espero que lo entiendas.

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