XVI.

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Alguna que otra cosa había sucedió en el transcurso de la Asamblea de los dioses, el soltiscio de invierno.

Thalia se había convertido en una cazadora quedando un puesto por debajo de Zoë. Nadie hubiese imaginado que aquellas dos serían hermanas de caza.

Bessie, el taurifidio, permaneció dentro del Olimpo. El poder para destruir a los dioses permanecía nadando dentro de un acuario. Dos años, dos años en los que Cronos podía tentar a Percy.

Y por último, Naruto.

Algunos dioses estaban aliviados sobre el estado del semidiós. Zeus era un ejemplo. Que un semidiós hubiese logrado herir a Atlas, aunque haya sido con la guardia baja, era preocupante.

¿Si el chico ganaba más poder y quisiera apoderarse del Olimpo?

Jamás se lo permitiría. El era Zeus, el rey de los dioses.

Otros dioses no le tomaron importancia al asunto. Para sorpresa de todos, la única que apoyo al joven, fue Artemisa.

Naruto se había ganado el respeto de la diosa, tan solo un poco, pero algo digno de elogiar. No muchos lo lograban, más siendo hombre.

Con Artemisa de su lado era más que obvio que Apolo se sumaria, cosa que sucedió. El dios del Sol trato de despertar al semidiós de su sueño, pero ni el pudo.

Las heridas de Naruto habían sido completamente curadas. Sin embargo, el hijo de Nyx seguía en aquel sueño.

- Parece estar luchando contra algo. Despertará, estoy seguro, pero solo cuando haya vencido a aquello que lo atormenta-

Aquellas fueron las palabras del dios.

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Varios días después.

El sonido de flechas viajar por el aire llenaron aquel prado. Los lestrigones gigantes soltaron un aullido de dolor al sentir aquellas flechas, clavarse en su cuerpo.

El par cayo al suelo deshaciéndose en un polvo dorado, como si jamás hubiesen estado allí.

De las sombras de los árboles salieron las cazadoras, guiadas por su señora. Zoë iba tan solo pasos atrás a su derecha, y Thalia a su izquierda.

Artemisa tenía la tarea de cazar a todos los monstruos que pudiera para debilitar el ejercito de Cronos.

- Monten el campamento aquí. Acamparemos hasta el amanecer- ordeno viendo como el anochecer caía en el cielo.

Sin perder tiempo, las cazadoras comenzaron a hacer sus tareas. Zoë y Thalia se dedicaron una pequeña sonrisa mientras se separaban cada una por su lado.

- Zoë- llamó Artemisa sentada en una roca viendo hacia las estrellas-. Ven, necesito hablar contigo-

La teniente de la diosa dejo sus quehaceres para responder al llamado de su señora. Mientras se acercaba se podía notar que la cazadora solo miraba al suelo, como si fuese aquello fuese lo más importante.

Zoë estaba nerviosa. Muy dentro suyo sabía lo que su señora le diría. Aquella pequeña sensación en su pecho se lo decía.

Ambas se quedaron observando el cielo. Ambas adoraban aquella vista. Aquel paisaje oscuro iluminado por pequeños puntos brillantes.

Artemisa desvío su mirada hacía su más fiel cazadora; estudiandola, observando pequeñas, pero pronunciadas ojeras debajo de sus ojos.

Su teniente estaba desconcentrada. Hace días que no era la misma. Parecía estar siempre pensando en otra cosa, el insomnio se había vuelto parte de ella.

Semidiós.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora