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Después de un ataque de nervios y un post desmayo Yoongi estaba sentado en el sofá con un tic en el ojo izquierdo, sus manos abrazaban sus piernas dándose calor y protegiéndose a si mismo de las cuatro miradas que estaban sobre él
— Seis meses y al fin te encuentro, hijo de puta
Yoongi había retrocedido impresionado cuando Bogum se abalanzó contra él y empuñó su camiseta de forma agresiva. Su cabello castaño estaba largo y las marcas en su cuerpo lo hacían lucir como un delincuente fugitivo del Norte, tenía algunas cicatrices rojas en sus brazos y una cicatrizada al rededor de su cuello
— ¡¿Estás feliz ahora?!
Yoongi negó consternado, aquellas personas que jamás pensó volver a ver estaban de pie frente a él, su corazón bombeaba tan rápido que se sintió aturdido y por un segundo pensó que sufriría un infarto. Bogum y el comandante Han estaban vivos, respirando el mismo aire que él
Han, aquel era el viejo amigo de su padre, una de las pocas personas que lo vió crecer, sus cincuenta años haciendo efecto en su poco cabello blanco y las arrugas debajo de sus ojos. Yoongi no podía pronunciar palabra mientras los veía, sus piernas temblaban y las gotas cayendo de sus ojos estaban mojando sus mejillas, el señor Han le traía el vivo recuerdo de su padre, recordandole momentos que ya no volverían a ocurrir
Él estaba vivo, está vivo, sobrevivió, y mi padre no.
Y cuando el hombre se acercó a abrazarlo Yoongi sufrió un colapso y se desmayó
Una hora después, calmado y sentado en ese sofá gastado sentía su cuero cabelludo palpitar por jalarlo tanto. Juraba que estaban muertos y eran una ilusión, otra de sus pesadillas, sin embargo no tenía idea de quiénes eran esos dos niños
— Alcanzamos un helicóptero dos días después de esa noche —Contó Bogum después de un largo silencio en el que Yoongi todavía se recuperaba del desmayo—. Aterrizamos en el Sur de China y desde entonces no dejamos de movernos, vinimos en busca del comandante Min —Yoongi se estremeció—. Sus contactos en la frontera nos dieron el dato de que podían estar en esta zona para extranjeros indocumentados, no fue difícil deducir que estaban cerca
Yoongi bajó apenas la cabeza, no sabiendo como debía actuar y en qué posición se encontraban, enfocó la mirada en los dos niños que lo estaban analizando de pies a cabeza, se estaba sintiendo intimidado
— Yoongi… —El hombre mayor denotaba inquietud, a diferencia de Bogum que lo miraba con ira, como si quisiera arrancarle la cabeza y llevarlo de nuevo a Corea del Sur—. ¿No me recuerdas?
— Si, claro que te recuerdo —Yoongi sonrió tristemente, haciéndose chiquito en el rincón del sofa—. ¿Vinieron a llevarme de regreso?
