« Cherry ; Lana Del Rey »
Sunghoon se encontraba sentado en el sofá de su sala de estar, totalmente recargado en el respaldar. Estaba considerando sinceramente lo que estaba ocurriendo; no sabía si reír o llorar.
El menor estaba alimentado su corazón de amor en la habitación de huéspedes, que ahora era suya, observando aún esas viejas fotografías que conservaban un poco de polvo, desde que el azabache se las había obsequiado no podía pasar más de un rato sin mirarlas, para sus ojos, el lucia adorable.
Ese sería otro día en la aburrida vida de Park Sunghoon, de no ser por la personita que le ponía luz e iluminaba sus días, ya sabía donde quería permanecer.
Sin pensarlo mucho, se levantó de aquel sofá, dirigiéndose hacia el baño, la temperatura había bajado demasiado pero aun así una ducha de agua helada era lo mejor que podía hacer para despejar su mente. La navidad estaba cerca así que tenía vacaciones.
Se había tomado un gran tiempo para ducharse. Al salir, paso casi diez minutos parado frente al ropero, ¿Desde cuando le importaba tanto la manera en que lucia? Sacudió su cabeza desechando todos sus pensamientos, colocando una vestidura simple, unos jeans negros junto a una camisa gris.
Camino hasta la habitación de aquel pequeño alienígena con sus cabellos empapados, no era normal que permaneciera tanto tiempo en silencio. Cuando entro observó como el menor estaba muy concentrado mirando hacia el frente, como si estuviera intentando algo.
—¿Que haces? —Preguntó al notar cómo arrugaba su nariz.
—¡Sunghoon! —Sonrió Sunoo al ver a el azabache—. Estaba tratando de hacer flotar ese libro —Señaló aquel objeto, su sonrisa aún se mantenía igual de luminosa—. Mira, mira...
—¿Enserio? —Interrumpió el mencionado con la boca entre abierta, estos días se sorprendía mucho con las acciones de él chico, por que podía notar a cuencas como el menor se adaptaba mejor y ya no se reprimía tanto a sí mismo.
Sunoo se acomodó mejor en la cama con sus piernas cruzadas, observando aquel objeto fijamente con sus ojos color miel. Pasaron unos segundos en los que se pudo notar como el libro comenzaba a moverse, hasta que logró levantarse en el aire, si Sunghoon decía que estaba sorprendido estaría mintiendo, por que esa palabras se quedaba corta comparado con sus emociones.
El pelinegro soltó el objeto finalmente, para después dirigir su mirada curiosa hacia Park, que se encontraba cruzado de brazos en la puerta de la habitación, con su mente en total blanco, no asimilaba todo lo que pasaba en su vida.
—¿Y? —Indagó el menor, totalmente orgulloso de sí mismo—. ¿Que te pareció?
—Increíble... —Murmuró muy bajo, casi para el mismo—. No sabia que podías hacer eso.
—Son algunos de mis dones.
Sunghoon se acercó para sentarse junto al menor, asimilando que todo lo que sucedía era su realidad.
—¿Que habrá pasado con Jungwon? —Pregunto, intrigado, Sunoo. Estaba preocupado por su amigo—. ¿Sabes como puedo buscarlo? Antes era fácil por que nos comunicábamos por telepatía pero en este lugar no podemos hacerlo...
El mayor se quedó pensando un momento, mientras sus dedos paseaban por la pierna del chico cariñosamente.
—¿Quien es Jungwon?
—Mi amigo... —Susurro apenado, abultando un poco sus labios—. Al que casi golpeas... —Le recordó.
Los ojos de Park se dilataron, antes de comenzar a reír apenado, sus ojos se cerraron, mostrando la imagen de sus perfectos dientes blanquecinos, que intentaba cubrir con su mano, un rubor se construyó en las mejillas del menor.
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hyena vacant › sungsun
Romance❝¡Tus antenas son tiernas!❞ ¿Qué hay en los mundos más allá del nuestro? Es una luz brillante y luego... ¿La nada? ¿O es otra tierra poblada con una hermosa belleza y un misterioso horror más allá de nuestro conocimiento? Él joven Park no sabía que...