La fe

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El segundo punto de mi viaje es la iglesia. Una iglesia que no he visto nunca en imágenes, pero que conozco de su existencia.

Tengo entendido que es muy diferente a las demás. Por el color y la forma que tiene. Caminando durante doce minutos llego finalmente a la iglesia. Es importante remarcar que es una iglesia de la religión ortodoxa rusa.

Entre la religión cristiana y la ortodoxa existen muchas diferencias, aunque creen en el mismo dios. A pesar de las diferencias, son religiones que no se llevan mal, al contrario que los cristianos y los musulmanes. El edificio que es iglesia está protegido por un muro blanco con vallas azules y doradas.

La entrada de este muro está formada por tres puertas. Una grande en el medio y dos más pequeñas a los laterales.

El acceso del centro está formado por dos puertas que se abren de forma simétrica hacia el interior del recinto. Los accesos laterales están formados por una puerta cada uno, pero se abren igualmente de forma simétrica hermanadas con la puerta que se encuentra al otro lado del acceso principal.

Me acerco al acceso principal. Sorprendentemente, la puerta está abierta. Me viene genial, no quería escalar el muro protector del terreno religioso. Yo, personalmente, no creo en ninguna religión, pero las respeto. Bueno, no a todas.

Esas religiones machistas y homófobas no se merecen ningún tipo de respeto. Además, tampoco necesito que ninguna religión me quite el miedo a la muerte. Ese es el motivo por el que nacieron, la eliminación del miedo a la muerte eterna.

El cristianismo te tranquiliza diciendo que cuando fallezcas, irás al cielo a sentarte al lado del dios padre todopoderoso. La religión islámica dice que irás al cielo y te esperarán 72 vírgenes si eres hombre, y un solo hombre "con el que estarán satisfechas" si eres mujer. El budismo elimina ese miedo hablándote sobre la reencarnación.

No voy a entrar a la iglesia por respeto, pero si la voy a rodear para después escalar otra antena de comunicaciones y verlo todo desde las alturas. Como en la antena anterior, preparo la cuerda y los mosquetones para asegurar mi vida y no caer.

Una vez llego a la cima de la antena, observo el lugar. Veo el rio Pripyat, el bosque y la iglesia en primer plano. El techo, de un color verde azulado y notablemente desgastado. Las puntas de los tejados decoradas con cruces en lanza de color dorado.

Curiosamente, la iglesia mira al sureste. Comúnmente, las iglesias miran al este, encarando la salida del sol. El terreno es bastante amplio y desconozco la funcionalidad de las construcciones que hay dentro del terreno, tampoco es algo que voy a investigar.

Disfruto de las vistas, del calor del sol y termino bajando con cuidado recogiendo la cuerda y los mosquetones.

Ya en el suelo y con todo recogido, emprendo el camino de vuelta a casa. Un camino de 20 kilómetros, 4 horas caminando.

Chernobyl. Un viaje en el tiempo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora