La salida

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Una vez preparado salgo de mi casa, el 1D.

Camino por los blancos pasillos del interior del edificio donde resido.

Es un edificio comunitario a donde hemos venido invitadas varias personas. Equipado con ropa táctica y cómoda, camino por los pasillos del edificio sin encontrarme con nadie. Son las ocho de la mañana. La luz del sol será mi única compañera durante el viaje junto con varias herramientas.

Guantes, alicates, lijas, cuerdas, mosquetones de escalada y varios objetos más. Llego a la puerta principal del edificio y salgo. Es la primera vez que piso suelo exterior desde que llegué a este lugar. El exterior sigue igual, tampoco ha pasado tanto tiempo. El viento golpea de forma suave las hojas de los árboles haciendo un bello sonido con éstas. Comienzo a caminar haciendo crujir, con las botas militares, las hojas marrones y secas que están caídas en el suelo.

Camino ya por el exterior, rodeado de vegetación que intenta abrirse hueco entre el antiguo alquitrán que cubre esta tierra. El edificio lateral, que se localiza a la derecha, crece alto y sólido detrás de un alto árbol de tronco fino. A la izquierda, una valla de alambres separa la carretera y cierra el acceso entre el exterior y el interior de las zonas del edificio. Los dos laterales hacen una especie de pasillo abierto y ancho donde solo se puede caminar en una dirección. Al llegar al final de éste camino tengo dos opciones.

La izquierda, que me da acceso a la carretera y caminar a la ciudad, o la derecha que me lleva al parque de atracciones. Sin tenerlas todas conmigo, decido encaminarme a la derecha.

Al fin y al cabo, la derecha, en el cerebro, es la parte de los sentimientos, esos mismos que me han traído a éste precioso lugar. Esos mismos sentimientos que hacen que a veces pierda la razón y la cordura y haga cosas de las que al final me arrepiento. Ese lado tan doloroso pero tan necesario a la vez. El único lugar donde el amor y el odio conviven juntos. Pero ese no es el motivo que me empuja a dirigirme en esa dirección, al menos, no en su totalidad. También me tira el hecho de que el parque de atracciones es uno de los lugares que más ganas tengo de visitar y el más cercano.

No tengo machete, y me habría venido muy bien por el motivo de que el camino está lleno de arbustos, ramas y plantas que dificultan el acceso a ese lugar de diversión tan curioso. Aplastando las plantas con las botas y separando las ramas con las manos, me abro paso hasta llegar a la zona.

Chernobyl. Un viaje en el tiempo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora