Min Ho miraba el atardecer desde la barra de su minibar de madera, tomando un dulce whisky que Il Woo le regaló en su cumpleaños. Meneó el vaso haciendo chocar los hielos contra el fino cristal, olió y bebió otro poco del fresco líquido que quemó su garganta, carraspeando al final.
El licor le hacía revivir el bello amor que pudo disfrutar años atrás. Eso no significaba que la hubiera olvidado, él la tenía tan presente todos los días y su corazón latía con fuerza cada que se encontraban. No obstante, ella se había alejado demasiado, ahora la desconocía. Estuvo mucho tiempo sin encontrar a alguien digna, pero su sufrimiento le impedía ver a otra mujer.
Con el paso de los meses, su soledad lo había empujado a iniciar una relación con Tn, una joven introvertida, tierna y atenta; todo lo contrario a Suzy. Suzy siempre demandó atención y lujos, matando con ello su noviazgo, pero él no podía borrarla de su corazón.
El amor por ella era infinito, a pesar de todos sus defectos. Sabía que en ella existía un cálido corazón en el fondo de su ser; mas la lucha por mantener su relación, ya no era sano.
El timbre sonó sacándolo de sus pensamientos; se levantó y fue a abrir. Unos brazos delgados rodearon su cintura, él levantó los suyos sin expresión alguna, miró unos instantes el cabello negro de la chica y luego le acarició la coronilla delicadamente.
—Llegas temprano.
—Es que te extrañé —declaró la joven—. Te prepararé algo de cenar —entró directo a la cocina, sin ser invitada, y él la siguió.
Le gustaba verla cocinando, tenía buen sazón y todavía continuaba animándola a estudiar gastronomía. Ella se reusaba a menudo porque no era su pasión la cocina, su único deseo era cocinar para el hombre que amara; y Min Ho lo sabía.
—Iré a lavarme las manos —avisó él, y la chica asintió.
Fue al baño, lavó sus manos, las secó con un pañuelo desechable y lo arrojó al bote de basura. Su teléfono sonó y contestó sin fijarse en el identificador.
—Min Ho —sonó la voz suave de una chica.
—¿Ahora qué necesitas? —exigió saber, con impaciencia, al reconocerla.
—¿Puedes venir por mí? —la mujer sonaba desesperada.
—Estoy con Tn.
—¿Y qué hace ella ahí? —le reclamó, enojada.
—Acompañándome —cerró los ojos con fuerza y apretó el puente de su nariz con sus dedos índice y pulgar—. Tengo que colgar —suspiró, luego golpeó el lavabo con su puño después de terminar la llamada; ni siquiera sintió dolor por la furia que no podía contener. El celular volvió a sonar, dejó que siguiera insistiendo unas tres veces y lo apagó.
Ya no soportaba más pelear con ella. Siempre lo buscaba para terminar gritándose; no le habría importado si Suzy realmente mostrara un poco de verdadero amor, no le costaba nada ser humilde por una vez en su vida. Lamentablemente, siempre fue una ilusión poder arreglar lo suyo, a pesar de los altibajos; sin embargo, no había remedio de volver a ella.
Con la intención de serenarse, casi enseguida salió y fue a la cocina. Agarró la silla más cercana y se sentó para contemplar a Tn.
—¿Comerás aquí?
—Sí.
Tn sirvió la comida y vio la mano hinchada de Min Ho. Corrió al refrigerador, sacó un cubo de hielo, lo puso con delicadeza sobre los nudillos lastimados, sin dejar de mirarlo. Sus ojos se entristecieron y besó la mano de Min Ho.