Entrando el amanecer, Tn se despertó, estiró sus brazos, mantuvo sus ojos entrecerrados y, al abrirlos por completo, se fijó que no estaba en la sala, sino en la habitación que todavía se envolvía por obscuridad. Se sintió aliviada de ver a Min Ho a su lado y lo admiraba, enternecida. Era tan perfecto que no se cansaba de observarlo.
Estudió los labios carnosos de él hasta el punto de probarlos. Pero desvió la mirada a los ojos hinchados que indicaban que había llorado por mucho tiempo, pensando en la dueña de sus sueños. Acercó su mano hacia el rostro del joven, la mantuvo suspendida al verlo moverse e hizo un puño cuando decidió no tocarlo; pocas ocasiones lo veía en ese estado, todo por culpa del escudo que había formado en su sensible corazón. Se sentía impotente por no poder penetrar la barrera impenetrable que se hallaba en el interior de su hombre, quería acariciar su alma para curar sus heridas y, entre más lo intentaba ella, él se volvía distante.
—Suzy —escuchó que salía de sus labios sensuales.
Se alejó un poco y apretó los ojos aceptando la apuñalada que recibió. Y ya no se trataba de la armadura que quería despedazar, era un clavo que deseaba sacar para que ya no soportara más sufrimiento. ¿Acaso no debía estar acostumbrada a ser un simple reemplazo? Claro que sí, mas su egoísmo la hacía sentir inmunda, puesto que ella lo aceptó con su pasado y sus sentimientos. Trató de mantener calmado a su corazón luego de recordar la promesa que hizo Min Ho en su oficina, pero ella sabía que era algo imposible de cumplir.
Aun así, quería estar a su lado, darle la calidez de sus abrazos, brindarle refugio con sus besos y apoyarlo sin esperar nada a cambio, como lo había hecho hasta el momento.
Hasta ahora, había mostrado la calidez que tenía en ella, la paciencia era lo que había mantenido a Min Ho junto a ella; no se permitiría ser la villana de la historia, tenía que buscar la resistencia de permanecer en el sitio que a ella le correspondía, sin importar que al final no la eligiera.
—Sigues aquí —dijo él, al despertar después de un rato.
Tn sonrió y le dio un beso en los labios, se levantó, pero su amado la detuvo con un abrazo por la espalda.
—Espera un momento así —pidió con la voz ronca.
Sintió su respiración en el cuello y cómo hacía a un lado su negra cabellera para plantar un delicado beso en el cuello. Parecía un instante mágico que compartía con él esa mañana, como si fuera ella a la que amaba, a la que evocaba en sus sueños. Las manos masculinas descendieron con delicadeza, desde la cintura hasta el vientre de ella.
Aquella intimidad la llenaba de alegría, la tocaba a ella y no a Suzy. Tn era dueña de los besos y las caricias de él físicamente, con eso se conformaba por el momento. Suspiró porque recibía la acogida de un despertar distinto a otros, la primera mañana en que la abrazaba de una forma tan delicada; no había nada sexual, sólo el mimo del hombre que tanto añoraba.
—¿Qué sería de mi vida sin ti? —su cuerpo temblaba debido a la electricidad que recorría su cuerpo al estar entre sus brazos.
Su pequeña fantasía se derrumbó al oír la pregunta; se sentía desprotegida porque él no la amaba, y aquel pensamiento la mató por dentro. Se suponía que ella no debía ser protegida, Tn debía proteger a Min Ho, debía amarlo, cuidarlo, consentirlo, escucharlo; no obstante, le estaba fallando.
Cerró los ojos intentando regular sus nervios, no había forma de ilusionarse más, había elegido a Min Ho sin importar las consecuencias de sus decisiones, y lo tendría que aceptar un futuro incierto tras su egoísta elección.
—Estarías con Suzy —contestó en un ronco susurro lleno de desolación y agonía.
—Te equivocas —puntualizó—. Estaría sufriendo a causa de ella, cada fibra de mí terminaría odiándola hasta que ese sentimiento acabara con mi sano juicio. Me estaría pudriendo por dentro día a día, ni siquiera recordaría lo que es vivir —estiró su mano para tomarle un mechón de su oscura cabellera y aspiró el suave aroma a rosas—. Eres mi salvación, nunca lo dudes —él se sentó en la orilla de la cama y tomó el rostro de Tn entre sus manos para mirarla a los ojos—. Sin ti estaría completamente perdido, maldiciendo a todo ser vivo por el simple hecho de vivir. Y, te lo repito, cada minuto obtendrás un pedazo de mi corazón, porque ese pedazo es el que te ama.