Shaken

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Aquella noche el frio viento recorría las bulliciosas calles de Los Angeles. Pronto comenzaría a llover. Las personas caminaban despreocupadas de un lado a otro. Un hombre apresuro su paso mientras mantenía una llamada. Una mujer cohibida tomaba la mano del hombre que caminaba a su lado. Todas las personas estaban ausentes de la mirada de un taciturno hombre que los observaba desde el interior de un automóvil negro.

Sin previo aviso las pesadas gotas de lluvia se dejaron caer, haciendo que las personas corrieran a las orillas de la calle para resguardarse, mientras que los más precavidos desenfundaban su paraguas.

Finalmente el semáforo cambio su color a verde, y aquel auto negro al que nadie le dio importancia comenzó a avanzar. Los ojos azules de aquel desconocido continuaron viendo a través de la ventana del auto. No tardo en percatarse que estaba cerca del edificio en donde se llevaría a cabo la reunión para celebrar la última película en la que había participado. Una vez más su guion había destacado.

Siempre quiso ser guionista, y finalmente estaba haciendolo, era uno de los mejores en ello, pero las cosas se habían distorsionado. Ya no le importaba escribir, no le importaba destacar o que lo aclamaran. No desde que él se había ido y se sentía realmente estúpido porque estaba perdiendo el amor a su trabajo gracias a una persona que no tenía nada que ver en ello. Pero no podía evitar que su partida le afectara en todos los aspectos de su vida.

El auto se detuvo frente aquel gran edificio, alguien lo recibió con una sombrilla y lo siguió hasta la puerta del lugar. Luego camino por el largo pasillo hasta el elevador, allí fue cuando empezó a sentirse mareado y con nauseas. Todos estarían allí, incluido él.

Se había preparado mentalmente para ese momento, pero su cuerpo no estaba reaccionando de la mejor forma posible. Habían pasado 5 meses desde la última vez que lo vio y no había mejorado ni un poco en cuanto a su necesidad de volver a estar a su lado. Seguía extrañándolo tanto como en el momento en que se fue.

El elevador se detuvo en el Piso 10, salió del elevador y sus piernas incrementaron su temblor, creyó que en cualquier momento perdería el equilibrio y se quedaría en el rincón de ese elevador en medio de un ataque de pánico. Definitivamente había sido un error el acudir a ese evento. Hubiera sido mejor quedarse en casa en compañía de aquella botella de whisky que había dejado pendiente y aquel gramo de cocaina que recientemente había conseguido. Definitivamente eso hubiera sido mejor a estar en ese lugar.

Un mesero lo acompaño hasta su mesa, en la cual ya se encontraba su vieja amiga Hangie. Sólo estaban ellos dos en la mesa, era bien sabido que Levi era poco amigable con la mayoría de las personas y por eso lo colocaban en una mesa a parte. Hangie había sido la única que se le había acercado y que con el tiempo había logrado entablar una amistad con el pelinegro. Así que en cada ocasión especial, si Hangie asistía, era la única a la cual asignaban en su mesa. En cualquier otro momento se hubiera sentido invadido por la presencia de la castaña, pero en ese momento, se sentía agradecido de que ella estuviera allí, después de todo era la única que conocía la historia de cómo habían terminado las cosas con Eren.

—¡Hey Levi! — le saludo animada, como si se tratase de una ocasión cualquiera y eso también lo agradecía, no quería que se comportara como si le tuviera lastima.

Levi se sentó al lado de la chica, tomo una copa vacía que se encontraba frente a él y le solicito al mesero le sirviera un poco de vino.

—Quizás no deberías beber — susurró su amiga.

—Sólo será esta copa, no soy idiota —respondió cortante.

Hangie sabía que desde hacía cuatro meses Levi había comenzado a desarrollar una dependencia al alcohol. Afortunadamente no había sido tan fuerte como para verlo llegar ebrio a los estudios, pero sí lo suficiente para faltar al trabajo a base de excusas tontas. Claro, era tan respetado en la industria que nadie lo cuestionaba. Además, al final siempre entregaba su trabajo en forma y tiempo. Nadie pensaría que el gran guionista pasaba varias tardes ahogado en alcohol, ni que recientemente había agregado a su menú drogas, principalmente cocaina.

El guionista.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora